Viernes 12 de abril 2024

“Imaginé un proceso de escritura”

Redacción 30/03/2017 - 19.51.hs

Andrea M. D’Atri *
¿Alguien podría decir que es posible que la vida de alguien esté exenta de una búsqueda? Es una pregunta retórica. Cada uno traza su experiencia desde una multiplicidad de contextos y condiciones. En el caso de nuestro entrevistado, la complejidad no es diferente a la que pudiera hallarse en alguna otra persona. Héctor Manuel Tedín lo sabe, yo lo sé, por lo tanto, hallar la singularidad es la tarea propuesta. En primer lugar, empezamos por la lectura de los títulos de sus antologías poéticas, ensayos y libros completos, a modo de un divertimento, a modo de un placer concedido. A saber:
-“Baco + yo”, (2004), ensayo de antropología filosófica, Buenos Aires: Editorial Dunken;
-“La pregunta idiota del padre de Lacán, Hegel y Bodenheimmer... Y la respuesta en el libro de todas las respuestas únicas” (2004), cuento, Buenos Aires: Dunken;
-“La maravillosa maquinaria humana” (2007), poesía, Bahía Blanca: publicaciones Altair;
-“La Paradoja Burgess: Abordaje Lógico al Problema de la Ética Pública” (2007), ensayo; Buenos Aires: Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación.
-“Nietzsche y el Sparagmos” (2007), antología, Buenos Aires: Editorial Trama.
-“Clama el Niño”, “Soneto a las lágrimas de un Cíclope Tuerto” y “Romina C.: la insensatez que me permito”, (2009), antología, Bahía Blanca: publicaciones Altair;
-“Olimpia, Dioniso y Alejandro Magno o la Historia escrita en Tono de Ditirambo” (2010), antología, Buenos Aires: Trama.
-“Berenice”, (2010), novela corta, Buenos Aires: Trama.
-“Solitario” (2011), cuento, Buenos Aires: Dunken.
-“El abismo de Zezé Paumgartner”, (2013), relato del género thriller erótico. Buenos Aires: Abarcar Ediciones.

 

El mundo + yo.
La búsqueda de un estar en el mundo está detrás de la escritura. El documento dice que se llama Héctor Manuel Tedín y el vitae, que es profesor en Sicología diplomado en Ciencias Sociales, socio de la Sociedad Argentina de Escritores y lleva cursado el setenta por ciento de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de La Pampa.
¿Se puede vivir de la escritura? Es difícil. Manuel hoy -eso no está escrito en el currículum “literario”-, es secretario privado del Fiscal de Investigaciones Administrativas de La Pampa. ¿Importa? No. Seguro los momentos libres de la tarea jurídico administrativa serán cubiertos por lecturas y escrituras, porque Tedín traduce a través de la poesía y el ensayo, sus ideas y reflexiones filosóficas.
Sin embargo, a él no le interesa la realidad sino lo que a través de la ficción pueda criticar de la misma. “Yo sabía que mi mundo iba a ir para ese lado de ficcionalizar ciudades como Santa Rosa que nunca terminan de definirse, con ciudadanos que la conforman que son una gran masa parecida al aldeano del feudalismo del siglo XII en esa uniformidad que tiene, tan apática, que siempre espera que venga alguien y los redima”.
En Baco + yo trabaja sobre “los significantes de la pampa urbana”. El segundo libro “transcurre en una ciudad de ciencia ficción pero es Santa Rosa”, al igual que en “El abismo de Zezé”.
Manuel Tedín dice que en el contacto diario se le van ocurriendo ideas pero que construir un mundo paralelo “tiene que ver con la posibilidad de dar herramientas para representar el mundo que existe, y creo que es una manera de poder tomar distancia de ese mundo real para poder criticarlo”, tal como lo haría un observador externo.

 

Dos libros.
Supo que la escritura era su camino en los primeros años de la secundaria. “Lo tomaba como un juego, irresponsablemente; anotar lo que se me ocurría. En el Domingo Savio, colegio católico, leí en primer año Adán Buenos Aires de Leopoldo Marechal y me sentí identificado con la escritura, no tanto con la historia. Me imaginé un proceso de escritura y lo imaginé con simpatía, no horrorizado y después cuando leí Así habló Zaratustra (de Friedrich Nietzsche)... esos dos libros fueron los que me decidieron”.
Llegarían más tarde las mil horas de lecturas en la biblioteca de la Universidad Nacional de La Pampa. Demás está decir que Manuel “trabaja” sobre los textos como un diseñador: “Yo quería que el estilo formara parte de la crítica. De hecho Berenice es una día en la vida de Federico Nietzsche cuando le propone casamiento a su alumna, que ella le dice que no y, en paralelo es el mismo día pero en un montón de años después, de una enfermera de Santa Rosa que se llama Berenice que está enloquecida con el sexo, la muerte, Nietzsche. Y mientras para la parte de Niezstche está escrita en forma más tradicional, la de Berenice tiene un estilo de deconstruir el texto y que no sea el texto formal”.

 

Lo común.
¿Cuál cree el autor que es el tema de su escritura? “Hay un tema para mí que es común a todos y va atado a la coyuntura de la vida cotidiana, creo que un tema es fundamental y lo pongo en el lugar de la búsqueda, es el del personaje principal con el amor”, dice y agrega: “El cree que le corresponde pero nunca lo será, porque lo que mueve a la persona a movilizarse es el deseo y satisfacemos tanto el deseo que lo matamos, en algún momento ya no va a desear más. Se deja de ejercitar la energía misma que genera no tener las cosas al alcance, entonces cuando uno tiene todo instantáneamente deja de producir esa energía que lo lleva a estar vivo. En definitiva, esta búsqueda del amor es la búsqueda del sentido de la vida, preguntas filosóficas básicas que están presentes en cada persona, esté donde este”.
La búsqueda del personaje, reconoce Tedín, representa su propia crisis: “hay tanta energía sobre el amor, tanto énfasis, que los personajes también pasan por esa crisis. Yo creo que no es el amor lo que debe mover el mundo”.

 

Eleusis.
Al despedirnos, está el obsequio de un poema de Eleusis. Es una serie inédita sobre “los misterios eleusinos como alternativa estética y ética al derrotero que sigue el hombre occidental. Es una vuelta a los rituales pasados para encontrar una salida a la neurosis colectiva presente”, ironiza elegantemente Manuel y por supuesto, quedamos en modo charla abierta.

 

VIII-VI

 

Es mi pregunta a la Sacerdotisa de muchos talentos:
en qué fundamenta la soberbia de su sabiduría
si pasa en meditación noches tras días
y nada sabe de lo que sucede en lo terreno.

 

Es mi pregunta al Ángel que se dice amigo:
guarda mi alma de las penurias del mundo conocido
aún cuando ajeno se mantiene a todo lo ocurrido
e ignora una vida llena de desabrigos.

 

Es mi pregunta a la Musa amante:
a cuántos engalana, con sus encantos,
a quiénes ha inspirado, farsante.

 

Es mi pregunta al Primer Padre:
señor del Tiempo, qué es lo que siente
al ser infinito e inmortal, pero olvidable.
* Redacción de La Arena.

 

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