La actualidad de la bella
Martes 06 de febrero 2024

La actualidad de la bella

Redaccion 10/04/2021 - 21.03.hs

Milly Vázquez lanzó su último libro de poesías, «La actualidad de la bella», bajo la edición de AzulFrancia y con contratapa de la pampeana Gisela Colombo. En este artículo, recorremos las páginas de esta obra recién salida del horno.

 

Gisela Colombo *

 

María Evangelina Vázquez es una periodista cultural que reside en Buenos Aires, se aventuró a la poesía en alguna antología y hace un tiempo publicó su primera obra completamente propia, llamada «Ese oleaje hirviente», cuya reseña publicó Caldenia. Ahora presenta su nuevo libro de poesía llamado «La actualidad de la bella».
Esta obra es una nueva muestra de creatividad combinada con conocimiento. Trenza con pericia varias esferas de la experiencia, proponiendo una vivencia total del sujeto creativo. Y lo hace con ingenio y oficio, proponiendo una analogía entre el arte y el amor, que atraviesa todo el texto y jamás se extravía. A partir de los conceptos canónicos que son propios del estudio crítico de las artes plásticas, refiere los desafíos del amor sexual. «Juzgar nuestras elecciones en el camino del arte/ donde tomamos los mismos riesgos que en el amor». Pero no lo hace interesada en lograr una metáfora para suavizar lo brutal del lenguaje erótico, sino decidida a desnudar lo que la cultura habría escondido en nombre de la sutileza.
Algunos poemas echan mano de las fuentes de la tradición, rescatando mitos y leyendas. Tal es el caso de «Modelo vivo» donde se refiere la historia de Lamia y el filósofo Apolonio. El mito de la creación de la pintura identificado con la figura de Kora también se da cita.
Los ejes son exhibidos como disparadores por medio de los títulos de los textos. Todos ellos giran en torno a conceptos técnicos de las artes visuales. Tal es el caso de, «Ensamblaje», «Anamorfosis», «Pentimento», «Veladuras»; «Wink». Después, vendrán los tópicos como el «horror vacui» y «memento mori», por dar dos de los muchos ejemplos que hay. El interés pasa también por los géneros de las artes como «Instalación», «Arte cinético», «Tenebrismo», para acabar descubriendo el recorrido diacrónico por la historia de las artes y sus períodos artísticos: «Vanguardia», «Amor barroco», «Neo románticos», «Surrealismo», «Arte contemporáneo», etc. Cuestiones de estética y de la construcción de un estilo personal también son abordadas por medio de poemas: «Estética», «Conceptualismo», «Estilo», entre otros.

 

Reivindicación.
En sintonía con una concepción reivindicatoria de todo aquello que ha sido silenciado durante siglos, aparecen aquí el deseo animal femenino, la centralidad de los ciclos menstruales tapiados desde el principio de la historia y la manifestación de los instintos siempre negados de la mujer.
Lo más efectivo del libro en este aspecto es haber sabido crear una perspectiva femenina opuesta a la idealización romántica tradicional, que camuflaba los apetitos detrás de una fachada de mujer valorada por su recato y su unívoca vocación de madre.
La mujer no debía desear. A lo sumo podía ceder al deseo masculino, casi como una obligación marital. Y debía hacerlo en nombre del «amor» que era sinónimo de escoger un sujeto único para toda la vida.
Nada de eso se presenta aquí. El cuerpo de la mujer ha perdido el pudor y la culpa. Cada encuentro físico entre una pareja es un grito del instinto que si está bendecido por la suerte se torna búsqueda de conexión espiritual.
La reflexión sobre el arte no se ordena a suavizar lo brutal del lenguaje erótico. Por el contrario, el lenguaje desnuda crudamente aquello que la historia del arte habría escondido en nombre del «buen gusto».
Las menciones del ciclo menstrual, de las secreciones corporales, los métodos anticonceptivos y detalles que en otros períodos habrían sido impensados para la poesía, se enarbolan aquí como otra forma de la libertad femenina.
Esto mismo recuerda el erotismo fagocitador que algunos animales tienen como la práctica común de la procreación. La poeta trasluce la cercanía del instinto de procreación con el instinto de muerte por aquello de que el deseo puro podría derivar en la fagocitación del amante, cuyo propósito inconsciente es arrebatar las virtudes presentes en él, para hacerlas vivir en uno, como una manera de completarse internalizando los dones ausentes y complementarios. Eso revela una finalidad de aniquilación de la pareja.
Pero también se refiere lo que concierne a las necesidades del decir, del poner en palabras para dar entidad. El silenciamiento de los ciclos vitales de la mujer ha provocado, en algunos periodos, la concepción cuasi pecaminosa de lo que es una función biológica. También hubo épocas en que se fajaba la mujer que estaba encinta -por ridículo que hoy parezca- por una especie de «pudor» escrupuloso, aun cuando se tratara de una mujer casada. No poner en palabras es un modo de educar mediante omisiones. Y esto también influiría sobre las prácticas amorosas y sexuales.

 

Tradición y novedad.
Existen otros peligros de la creación artística. En vista de que todo escritor se alimenta de sus lecturas e intenta conocer lo que han hecho los antecesores, el riesgo siempre latente de perderse en otros, expresado en el poema «Horror vacui» cierra lapidariamente con «¿Cómo podré vaciarme de estas aguas contaminadas que pretenden inundar mis ruinas? ¿Cómo expulsar de mi contorno los fluidos corrosivos que no me dejan nacer?».
La interrogante sobre qué equilibrio debe lograrse entre tradición y novedad se alude asimismo en «Cita y apropiación» y allí muestra un costado más nutricio de la tradición.
A propósito de aquello que la poeta lee de la tradición es que concurre cierta mística. En «Lo pulido», dedicado a Miguel Angel Buonarotti, referido a la corrección del objeto creado, es posible adivinar como la causa eficiente el hecho de que recrear artísticamente un objeto es dotarlo de la mayor belleza posible, soñando que luzca lo más cerca de la belleza absoluta que le dio origen, de la que proviene y participa. En eso radica su misticismo. La búsqueda de la belleza es, según esa visión, una forma de ascensión espiritual. Lo mismo ocurre con la actividad erótica. En «Memento mori» se alude a lo mismo de este modo: «Para disolver mi cuerpo en dios, primero disolví mi cuerpo en vos».
En efecto, el concepto analógico mediante el cual está montada la obra entera llega a su punto más alto al postular que tanto en el arte como en la práctica sexual existe una intuición efímera de infinito, de desdibujamiento de los límites que imponen el tiempo y espacio, convirtiendo ambas actividades en una vía para la experiencia mística. «El aura de los santos/es el umbral que traspasamos/cuando dos cuerpos fugitivos// se deshacen/ disueltos en su luz».
Escribir, metabolizar la experiencia y conocerse son sinónimos en este texto. «No dibujamos mapas en colchones/ Sobre el piso somos el mapa».
En «Perspectivas» el sujeto lírico introduce la discusión respecto a lo que guarda la memoria y la voz se pregunta «Si cambiamos nuestro punto de vista, ¿podremos transformar el pasado como si fuera el objeto que alguien dibujó?». En «Tableau vivant» aparece la necesidad de encadenar unas acciones con otras: la foto se convierte en una herramienta de la película, del devenir. Con ello se refiere a los juegos de seducción que confiesa al decir «me cubro/ solo para descubrirme».
Al hablar de «Punto», la autora revela que el punto del que parte su poesía es el dolor. El punto, inicio de las artes plásticas «nos punza, nos deslumbra, nos duele […] Ese punto sobre las baldosas blancas/ es la marca indeleble/ de nuestras heridas». No será la primera vez que el arte nazca de la perla negra del dolor.
En suma, varias polémicas históricas sobre la creación literaria son reavivadas por un libro que nada tiene de disquisición filosófica. Al procesarlas en un texto lírico que la poeta misma califica de «espejo», la construcción de la voz propia no se reduce a pensar la escritura, ni la intimidad sexual opera como metáfora de esa construcción. En cambio, se procesa en dos planos la búsqueda del equilibrio entre la expresión de la identidad más profunda y particular y la influencia del entorno.
Así, sin querer, el texto se torna un nuevo intento de resolver la polaridad entre tradición (lo aprendido de otros) y novedad (la expresión de las particularidades personales) que no es más que una reedición de la dualidad entre el Ser y el Estar.

 

* Escritora y docente

 

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