Viernes 15 de marzo 2024

Un trabajador de la cultura

Redacción 18/02/2018 - 01.20.hs

Pensar la política en la poética o la poética en la política nos remite a intensas tradiciones europeas y americanas. En este artículo, la autora reflexiona desde el pensamiento de Roberto Jorge Santoro.
Nilda Redondo *
Se entiende que estamos hablando de una política de izquierda, rebelde, anticapitalista, subversiva. Esta aclaración es válida porque nunca faltan dos: o los que te dicen que todo texto es político -lo cual es tan cierto y general que no dice nada-, o los que te dicen que el arte y la poética y la literatura para ser buenos deben ser asépticos. En general, los que sostienen esta última perspectiva son los que están del lado del orden establecido y trabajan con sus producciones intelectuales y artísticas para garantizar la continuidad de la cultura individualista y opresiva del gran capital.
De las tradiciones europeas que remiten a la política, en el caso de Roberto Jorge Santoro (1939-1977), podemos pensar en el surrealismo de Bretón quien en sus proclamas renegó del estalinismo, reivindicó el marxismo, el psicoanálisis, a Marx y a Rimbaud. En 1938, en México, junto a Diego Rivera y León Trotsky, se declaró "Por arte revolucionario independiente". Es decir, se vino para nuestros pagos a pensar lo subversivo en el arte y la política.
De las tradiciones europeas americanas debemos pensar en los anarquistas que supieron desplegar una de las formas de la lucha de clases más creativas que conozcamos contra la oligarquía, que se autoconstituyó como argentina en las últimas décadas del siglo XIX e inicios del XX. Esa oligarquía finalmente los aniquiló, pero, en nombre de la idea, la libertad y la creatividad, los anarco comunistas levantaron las primeras consignas internacionalistas, no sólo en Buenos Aires sino también en el Litoral, la Pampa central y al sur.
Por la represión nacional, esta tradición estaba apagada en los 60 y 70 del siglo XX; la Revolución de octubre de 1917 producida en Rusia le había dado la razón a los marxistas leninistas; el triunfo de Francisco Franco contra la República española les significó una profunda derrota. Luego, no tuvieron respuesta ni análisis ante el primer peronismo.

 

El FAS.
Sin embargo, participan en el proceso de ascenso de la lucha de clases del los 60 y 70 en particular a través de algunos núcleos que confluyeron, entre 1973 y 1974, en el FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo), con el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), y con el Frente Revolucionario Peronista y maoístas del PC (M-L) (Partido Comunista Marxista-Leninista).
Cuando hablamos de marxismo no hablamos del Partido Comunista sino de cómo se plasman las experiencias de la nueva izquierda en la Argentina en la década del 60: su común río de peronistas revolucionarios, anarquistas, marxistas, trotskistas e indoamericanistas, hacia el FAS y el PRT, en el que finalmente confluye Santoro en la década de los 70.

 

Autonomía en el arte.
Al analizar el tipo de poesía que cultivó Santoro y los grupos que supo generar, llama la atención el alto nivel de autonomía que tuvieron, de manera tal que enfrentaron a las instituciones productoras de la cultura oficial.
Primero intentaron ganar las elecciones en la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en 1965, 1973 y 1975. Pero el hecho de perder no les quitó iniciativa. Supieron desarrollar la editorial y revista El Barrilete (1963-1974); y realizaron los Informes poético- pictóricos (sobre Lavorante (1963), sobre el Desocupado (1963), sobre la Esperanza (1963), sobre Discépolo (1964), sobre Santo Domingo (1965), sobre el País (1966), sobre Trelew (1974). Este último les costó el señalamiento público por parte de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) en 1974.
Santoro provenía de una familia obrera de tradición anarquista. El no necesitó proletarizarse porque fue proletario, fue trabajador de diversos oficios y trabajador de la cultura. Trabajó para la revolución. Su último oficio fue el de preceptor en la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 25 "Tte. Primero de Artillería Fray Luis Beltrán", del Barrio del Once de Capital Federal. Allí lo secuestraron civiles armados ante los ojos de sus compañeros de trabajo docente, el 1° de junio de 1977.

 

Estallido e idea.
En su poesía se puede observar el hastío por lo que se vive en el presente de los 60, y la impaciencia revolucionaria, el todo o nada. El ganaremos. Estos que nos venden, oprimen y explotan serán derrotados por nosotros. Se acusa a los militares y a los políticos burgueses de la entrega del país, la represión y el uso no sólo de los golpes de Estado, sino de la máscara democrática como forma de distraer las expectativas populares.
En esta poesía no sólo está presente el concepto del estallido revolucionario y el reemplazo de un sistema por otro de manera necesaria y abrupta: la gran insurrección de las masas que derriban las estructuras del sistema de poder, una vieja utopía de los rebeldes. Está también la preeminencia de la autonomía y de la libertad asentadas en términos ideales, inmateriales: la esperanza, la alegría, la capacidad creativa del poeta y artista; pero de un poeta y artista que realiza su oficio junto a todos los demás trabajadores; que organiza cooperativas integrales para producir sus propios materiales y que está en el cotidiano y en la calle, con los hombres y mujeres comunes.
El arte y la poesía que se pergeñan en la obra de Santoro es antiinstitucional. No a los museos, los señoritos de la cultura oficial, a los que no se meten en el barro de la revolución.

 

Lo popular.
Otra tradición presente en esta poesía es la marcada inclinación por el tango y el fútbol. En este sentido fue muy semejante a Leónidas Lamborghini, Francisco Urondo, Juan Gelman, por nombrar a algunos. Eran los gustos del pueblo del cual ellos mismos formaban parte y creían acercarse al hombre de la calle -no sólo al proletario obrero-, a través de la mostración de esos juegos y esos nombres.
Su poesía tiene el corte de la canción popular y de poesía de verso corto y marcada rima, con mucha redundancia y estribillos; es ajena, en este caso, al surrealismo y su verso de fluir de conciencia.

 

Lo teatral.
La representación que Santoro hacía de las poesías está vinculada al circo y al teatro, otro de los hallazgos de esta vanguardia. Se buscaba la puesta en acto del momento creativo, la abolición del espectador; la convocatoria a la toma de conciencia a través de la acción colectiva y comunitaria. No puede dejar de recordarse el Circo del Arca de Mascaró, la novela de 1974 de Haroldo Conti, otro integrante del FAS y del PRT. Recordemos cómo el circo había despertado en los pueblos una inspiración a leer, a danzar, a alfabetizarse; a las armas. Esas sesiones del circo en la que terminaba participando como actor todo el público y que expresaba un arte en permanente cambio y movimiento.

 

Vanguardia clandestina.
Augusto Boal, quien desplegó en los 70 este tipo de arte teatral a través de su Teatro del Oprimido, dijo: en América latina toda vanguardia es necesariamente clandestina. Las tomas de conciencia, las formas de teatro invisible, de abolición de la dicotomía actores y espectadores, van insertas, no acompañadas, en los procesos revolucionarios. Los artistas y poetas se autonomizan del Estado, de los patrones y de las instituciones del arte y la política, pero avanzan en la construcción de otro poder.
También debemos recordar el intenso debate de esta época guevarista, centrado en el concepto de que para ser revolucionario hay que tener una revolución.
Quiero decir que no se es revolucionario por declamación ni tampoco se puede pensar la vanguardia de ruptura sin estar efectivamente en la construcción de otra sociedad. Así lo trabajaron los de El Barrilete, y para nuestro caso, Roberto Santoro. Vaya el homenaje al compañero de trabajo docente: el preceptor raptado por las oscuras fuerzas del terrorismo de Estado.

 

Genocidio y resurrección.
Tan efectivo fue ese terror como para haber borrado durante tres décadas la obra del poeta. Recién fue reeditada completa por Razón y Revolución, en 2008. Antes, inhallable. Sólo pequeños retazos. En 2015, el Ministerio de Educación de la Nación publicó una pequeña antología en el marco del Plan Nacional de Lectura, a distribuir el 24 de marzo.
Miguel Martínez Naón de la Agencia de Noticias Paco Urondo, nos recuerda que el 3 de junio de 1976, a pocos meses de iniciada la dictadura en Argentina, Santoro envió una carta a la Confederación de Escritores Latinoamericanos con sede en México, denunciando una amplia lista de escritores y periodistas que habían sido secuestrados, entre ellos Pedro Lucero, Antonio Di Benedetto, Amílcar González, Daniel Moyano y Haroldo Conti. Denuncia también la detención del escritor Alberto Costa y el asesinato del periodista y ex senador uruguayo Zelmar Michelini.
La carta concluye diciendo: "Hasta aquí los datos que poseo. El presidente, no obstante habla de la libertad y la democracia. Se liberan los precios. Hay cesantías en masa. Distribuyen una cartilla para prevenir actividades subversivas en las escuelas (...) EEUU acepta el plan del ministro de economía, hombre ligado a los monopolios; los obispos hablan de la paz y rezan. Borges declara que la literatura y el arte son formas de placer (...) Lo cierto es que los compañeros siguen presos, y es necesario que ustedes, a través de la Confederación de Escritores Latinoamericanos nos den una mano, la de la solidaridad (...) Y a favor de la causa popular testimonien el atropello de las burguesías sobre el proletariado (...) Hermanos, discúlpenme la letra; no tengo máquina donde estoy. Compréndame, compréndanos. De todas maneras somos optimistas. Esto recién ha comenzado. El presente es de lucha, el futuro es nuestro".

 

* Magister en Estudios Culturales, UNLPam
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