Martes 26 de marzo 2024

Una mujer pampeana donde confluyen la política, la poesía y China

Redacción 08/04/2018 - 18.18.hs

Lucía es poeta, pero pensándolo bien Lucía es politóloga, aunque también es docente. En realidad se dedica a la investigación, es decir, haciendo honor a la verdad, Lucía es china, o ha estado en China y sabe hablar el idioma, "la verdadera patria es el lenguaje" dijo un escritor argentino alguna vez.

 

Si de informar se trata, Lucía Fernández es pampeana, Licenciada en Ciencias Políticas y acaba de publicar un libro de poesías llamado "Para otra soledad", que presentó rodeada de amigos y familiares en un lugar de Buenos Aires el pasado sábado 30 de marzo.

 

"Todavía tengo un cosquilleo bonito cuando me acuerdo", le confesó la joven a LA ARENA.

 

Lucía explicó que su familia y su adolescencia la condujeron a ser y hacer todo lo que es y hace hoy en día. "Desde pequeña leo obsesivamente, con mucho placer. Recuerdo haber devorado filas enormes de libros sentada en la Biblioteca de la Cámara de Diputados de La Pampa a los diez años. En mi familia priorizamos tempranamente el relato de los acontecimientos, la narrativa, la palabra pesó siempre, supongo que todo empezó por contagio".

 

"Creo que el conocimiento integral robustece mucho más la personalidad que especificarse hasta lo infinito en una disciplina, de modo que intenté seguir con ambas siempre. Temí que la academia aplacara o "domesticase" el goce que tengo por la literatura, y seguí leyendo vorazmente mientras me dediqué formalmente a estudiar ciencias políticas. En la adolescencia me di cuenta de que no sabía muchas cosas del país, de Latinoamérica, de historia, de sociología, de geopolítica, y decidí abocarme a eso", amplió.

 

La mujer asegura nutrirse de "los mismos temas que conmovían a Pessoa o a Olga Orozco, a los griegos y a los chinos. La muerte, el amor, el paso del tiempo, la trascendencia, el dolor. En "Para otra soledad" confluyen poemas de mucho paisaje, amor y tensión de las emociones o el pensamiento. El arte, en este caso la poesía, resuelve el falso antagonismo de la contradicción entre lo individual y lo colectivo. Un libro es social, político, la palabra lo es y, aunque el que escribe o lee casi siempre está solo, no lo está en absoluto. Hay en el poemario un ruido de cauce de río que no pasa y sí, ¡como en La Pampa!", cerró Lucía su idea del por qué de su escritura, haciendo uso de una clara analogía que denuncia a su modo el conflicto de nuestra provincia por la recuperación de sus recursos hídricos.

 

A poco de haber comenzado la universidad, la Lucía adolescente también comenzó a estudiar chino. Cuando consideró que la academia ya no tenía nada para enseñarle sobre ese idioma, consiguió una beca del gobierno del país asiático y se fue a seguir su formación a China.

 

"Pensé que iba a durar dos días, y me quedé casi tres años. Dos años estudiando y varios meses viajando y viviendo en el interior. Después de tanto tiempo, volví por las milanesas y la tortilla de papas de mi abuela. Un profesor entrañable me sugirió volver a la UBA, y desde entonces hago investigación en un Centro de Estudios de la Facultad de Ciencias Sociales. Sin embargo no vivo de eso, sino de traducciones, clases en distintas instituciones, escuelas. Enseño chino a argentinos, español a chinos y demás. Aunque aprendo mucho más de lo que enseño, y vivo así, de sueño en sueño", describió su experiencia en el gigante asiático.

 

Regresó a Shanghái el año pasado para asistir a un congreso de jóvenes sinólogos y eso lo ve como un nuevo sueño cumplido. También estuvo en Florencia (Italia) y en unos meses brindará una exposición en la Universidad Autónoma de México.

 

Una persona como Lucía no puede más que tener proyectos a futuro de lo más variados, que exceden lo literario quizás pero que asimismo lo incluyen, pero siempre dentro de la vida.

 

"La vida me escribe a mí. Tengo mucho material escrito y presentado, literario y académico. Relatos de viaje, cuentos, poemas, artículos de actualidad política china. Me gusta pensar que nací siendo un punto entre millones, y que ese punto fue atravesado por líneas hasta convertirme en el asterisco de hoy. No veo los días en orden jerárquico sino como una superposición de valores, principios, acontecimientos. El tiempo prioriza o hace foco en unos sobre otros, pero laten a la vez. Me gusta pensar que todos tenemos sueños y nos lastiman cosas de igual tenor, que nos urge ser mejores. La vocación docente se despertó y se sostiene alta por eso, los niños tienen que recibir un mundo menos bravo, menos mezquino. Trabajo mucho, sufro, soy precaria, crezco. Mis proyectos se disfrazan de causas personales pero son colectivos, intentan siempre contagiar algo noble, genuino, solidario y justo. Si llego a uno, dos, o mil, es igual, sirve, hace sentido", se despidió Lucía, mostrando en qué está trabajando y en qué estará de aquí en más.

 

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