Lunes 15 de abril 2024

Argentina sumó otra profunda decepción

Redacción 27/06/2016 - 01.45.hs

El seleccionado argentino de fútbol sumó anoche una nueva decepción, que significó la tercera final consecutiva perdida, con la caída por penales por 4-2 ante Chile, tras el empate sin goles, en el último partido de la Copa América Centenario que se disputó en Nueva Jersey, Estados Unidos.
En la tanda de definición rápida, el astro Lionel Messi y Lucas Biglia marraron sus disparos y el volante Francisco Silva anotó el gol clave para el bicampeonato de Chile, otra vez conducido por un argentino como Juan Antonio Pizzi, como ocurrió el año pasado con Jorge Sampaoli.
El encuentro se celebró en el estadio MetLife de Nueva Jersey y fue controlado por el brasileño Héber Lopes, de mala labor, quien expulsó al volante chileno Marcelo Díaz a los 27 minutos y al defensor Marcos Rojo a los 42.
Argentina volvió a sufrir otro duro golpe, por segunda vez consecutiva ante el mismo rival y por penales, en un partido donde Messi no tuvo socios en el juego, Nicolás Otamendi fue la figura y Gonzalo Higuaín marró una oportunidad inmejorable. Ante uno de los mejores equipos del mundo, que estuvo lejos de su nivel, el seleccionado argentino perdió la chance de cortar la sequía de 23 años sin títulos y de un reconocimiento a esta generación de jugadores que acumuló la tercera final perdida incluido el Mundial Brasil 2014.

 

Peleado.
El primer tiempo fue muy disputado, con el reparto en la posesión de la pelota, esa idea que comparten ambos equipos en otra batalla librada desde los últimos enfrentamientos por Eliminatorias y Copa América.
La Argentina, con el sistema 4-3-3, dispuso la ocasión más clara con otra definición errónea de Gonzalo Higuaín, quien fue oportuno en el error del pase atrás de Gary Medel (20). A la mente volvieron esas imágenes de la situación marrada en la final ante Alemania en Brasil 2014 y aquella del último minuto ante Chile en la edición pasada de la Copa América.
El equipo de Gerardo Martino, con presión alta, anuló el juego de Marcelo Díaz y por momentos fue superior a Chile, que encontró en Arturo Vidal un salvavidas. El volante de Bayern Munich de Alemania relució su categoría y su presencia en cada espacio de la cancha.
Con Messi enchufado, buscando resquicios y eludiendo la marca de hasta cuatro jugadores que le impuso Chile, Argentina mostró actitud, pero no lo aprovechó, con Di María y Banega contenidos en el juego, en los primeros minutos ni aun cuando Díaz, en una avivada del crack rosarino, se fue expulsado por doble tarjeta amarilla exhibida por el árbitro Héber Lopes, que pareció exagerada porque el argentino buscó la infracción.
El equipo de Juan Antonio Pizzi se rearmó con José Pedro Fuenzalida a la línea de volantes y con Eduardo Vargas y Alexis Sánchez, incisivo por ráfagas, como puntas.
La tarea discreta de Lopes dejó a la Argentina, que entró en el roce innecesario con Chile, con diez jugadores cuando juzgó como roja directa el quite de Rojo ante Vidal. Desde entonces, Javier Mascherano, un pulpo en la mitad de campo y un león en instancias decisivas, bajó a la línea de central, con Ramiro Funes Mori como lateral por la izquierda.

 

Ocasiones.
En la segunda parte, Argentina perdió la pelota y el "Tata" decidió el ingreso de Matías Kranevitter, que le dio más libertad y juego a Banega, por un Di María ofuscado que pateó una botella de agua cuando dejó la cancha. Así, el partido se equilibró, pero sin llegadas a los arcos.
En el terreno del "el que hace gol gana", las llegadas a los arcos se dieron al final con el remate cruzado de Eduardo Vargas, el goleador del certamen con seis tantos, que despejó Romero con dificultad y luego Messi se encendió en un segundo y habilitó al ingresado Sergio Agüero (38 minutos) quien definió por encima del travesaño. Poco después, Funes Mori (43) salvó a la Argentina ante la arremetida de Alexis Sánchez y un disparo de Messi, en la contra, pasó cerca del primer palo de Bravo.

 

Cuidadosos.
El suplementario observó a dos equipos con pocas reservas desde lo físico y mental, cuidadosos porque cualquier error podía ser fatal. En el golpe a golpe, Chile lo tuvo primero con el remate de cabeza de Vargas que atrapó Romero y Argentina después con el disparo de cabeza de Agüero que propició una atajada notable de Claudio Bravo.
Argentina, que nunca perdió ante Chile en Copa América con 19 triunfos y ocho empates, también falló en la definición por penales y la gloria estuvo otra vez cerca, demasiado cerca para este plantel que llora con bronca y tristeza una nueva decepción.

 

Las lágrimas de Messi.
El astro Lionel Messi se llenó de fastidio, bronca y desazón cuando marró su penal, el primero de la serie para la Argentina, en una nueva derrota ante Chile, pero ahora en la final de la Copa América Centenario.
El crack rosarino fue impotencia pura luego de ese momento, cuando la pelota no ingresó al arco y se fue por encima del travesaño. El 10 regresó abatido, sin consuelo, más allá del ánimo que quiso imprimirle el arquero Sergio Romero al oído, y del recibimiento de su amigo, Sergio 'Kun' Agüero.
Se reintegró a sus compañeros, pero en segundos se desplomó en la cancha. Cuando la cámara de televisión quiso retratar ese momento, Agüero lo levantó del piso, pero la bronca permaneció en Messi, con mirada perdida en el horizonte.
El turno de Lucas Biglia y otro penal fallado derrumbó la ilusión de Messi, quien volvió a arrojarse al piso en una muestra de otra oportunidad perdida, de otra chance que se escapa de las manos como arena entre los dedos.
Con muchas lágrimas, en el banco de los suplentes y fuera de él, recibió el nuevo logro de Chile. Sus ojos evidenciaron un dolor en el alma que se extendió a la hora de la entrega de medallas y de la Copa América Centenario.
Sentado, con los brazos sobre las rodillas y rodeado de sus compañeros, a Messi se lo vio conmovido, herido profundamente. Cuando recibió la medalla en un escenario armado en tiempo récord en el campo de juego, le dio un apretón de manos al flamante presidente de FIFA, Gianni Infantino, y serio se quedó a un costado para observar la alegría del plantel bicampeón con sumo respeto.
Su postura y su rostro fueron decepción pura; otra final perdida con la Argentina, una más y la tercera no fue la vencida.

 

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