El reino del revés en la final
Miércoles 13 de marzo 2024

El reino del revés en la final

Redacción 04/12/2017 - 02.03.hs

El Auriazul se impuso 2-0 como local, pero se fue renegando de las situaciones perdidas que, de haber concretado, prácticamente lo hubieran consagrado campeón. El Lobo sólo se defendió y terminó sonriendo porque la diferencia no fue mayor. El domingo, la revancha en Darregueira.
Si uno de los tantos santarroseños que en la tardecita de ayer paseaban por la Avenida Spinetto hubiera entrado al estadio Dr. Ramón Turnes en el momento en que terminaba la primera final del Torneo Oficial de la Liga Cultural de fútbol, no hubiese dudado en afirmar que Gimnasia y Esgrima de Darregueira le había ganado al local All Boys.
Los jugadores del Lobo, agotados y en algunos casos emocionados, que saludaban a su hinchada mientras eran ovacionados a rabiar por el puñado de simpatizantes que habían llegado desde la pequeña localidad bonaerense, daban la imagen de un equipo que había conseguido algo histórico en un reducto tan importante como el alboyense.
Los locales, con la cabeza gacha, renegando entredientes las situaciones perdidas mientras recibían unos tibios aplausos de sus hinchas -de los que prefirieron saludar a los suyos mientras otros elegían insultar a los rivales-, connotaban un equipo derrotado y hasta golpeado.
Pero en la cancha se acababa de ver otra cosa. All Boys había dominado todo el partido y, aún sin jugar bien -y por momentos mal-, había mostrado una jerarquía inmensamente superior a Gimnasia, un equipo que había llegado a defenderse, a ensuciar el partido cortando permanentemente y haciendo tiempo.
El resultado también había sido favorable al local (2-0 con goles de Gonzalo Turri y Alejandro Morettini), que además había jugado gran parte del juego con uno más por las expulsiones de dos jugadores claves en la visita (Gastón Akerman y Martín Sánchez), contra uno de la propia casa (Yael Ferreyra), en un incidente ocurrido a los 29 minutos.
Todo había sido favorable al local, pero a la hora del balance en caliente luego del silbato final del bahiense Leopoldo Gorosito (de muy flojo arbitraje), pesaba más el hecho de no haber aprovechado la oportunidad para dejar la serie prácticamente resuelta.
Y quizás sea esa imagen, la del cierre, con unos festejando -pese a que perdieron dos hombres de los más importantes de su andamiaje- y otros lamentándose, la única llave que haya dejado abierta la final para la revancha, a disputarse el próximo domingo en Darregueira.
Es que All Boys se mostró muy superior, pero en el fútbol -y principalmente en una final- influyen mucho los estados de ánimo. Por eso, solamente por eso, habrá que esperar el desquite para conocer al campeón.

 

Un equipo.
El partido en sí fue un unipersonal de All Boys. Gimnasia sólo pateó una vez al arco, con un tiro libre de Juan Abdo a los pocos minutos que contuvo Braian Roston. No inquietó más y en el complemento apenas pisó una vez el área rival. Todo fue del Auriazul, campo y pelota, principalmente luego del tumulto que dejó a los locales con 10 y a la visita con 9 (ver aparte).
En el primer tiempo, con juego asociado y simple, directo cuando era necesario y por las bandas cuando la visita se cerraba, parecía que All Boys iba a definir la serie sin la necesidad de jugar la revancha. Pero en el complemento equivocó los caminos, entró en el juego rival, falló individualmente en la creación y en la definición, y terminó lamentándose.
La diferencia en la red la marcaron dos golazos: el primero de Turri, cerrando con una definición baja y contra un palo una linda jugada colectiva; el segundo de Morettini, con un zapatazo desde fuera del área que se clavó en un ángulo. La ventaja en el campo, más allá de los goles concretados y los fallados, fue notoria de principio a fin. Los rostros del cierre son los únicos que "emparejaron" en algo la final.

 


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