Lunes 15 de abril 2024

Los clubes, esos que siempre están

Redaccion 15/05/2020 - 22.04.hs

La crisis desatada por la pandemia de coronavirus tuvo un alto impacto en las instituciones deportivas. En todo el país, miles de clubes están sufriendo desde hace dos meses un parate total de actividades que afectó directamente a sus economías e indirectamente a su razón de ser.
Ya no hay pelotas picando ni gritos de goles; se extrañan las reuniones y las exposiciones y no se ven jóvenes corriendo o adultos moviéndose a su propio ritmo. El carácter social, cultural y deportivo de la mayoría de los clubes argentinos entró en una especie de stand by que, de tanto silencio, hace ruido.
Pero los clubes nunca mueren, o al menos la mayoría de ellos. Los dirigentes, los socios, los vecinos y el propio Estado estuvieron siempre para impulsar su crecimiento, para acompañar su auge en épocas doradas y para garantizar su permanencia en momentos de crisis como este.
Hoy, en La Pampa hay unas 150 instituciones deportivas, muchas de ellas formadas en las primeras décadas del siglo XX, que siguen trabajando día a día para garantizar su continuidad, mientras miles de protagonistas esperan ansiosos por una reapertura de lo que para muchos es su «segunda casa».

 

Un poco de historia.
Los primeros clubes pampeanos surgieron en los inicios del siglo XX de la mano de la sociedad civil, al margen del Estado, que en la década de 1930 comenzó a tener intervención con las primeras políticas públicas sobre deporte y educación física.
A medida que se fueron estableciendo los diferentes poblados en el Territorio Nacional de La Pampa también se fueron organizando las instituciones, entre ellas los clubes o asociaciones, que incluían no solo actividades deportivas, sino también sociales y culturales.
El fútbol fue el deporte que mayor influencia tuvo para la formación de estas instituciones, pero también hubo algunas que nacieron de la mano de entusiastas de otras disciplinas (ciclismo, básquet, tenis, pelota a paleta), de la mano de trabajadores, profesionales o inmigrantes.
La fundación y expansión en esos primeros años, tanto de los pueblos como de los clubes, fue notable. De acuerdo a un relevamiento de la época citado en un trabajo de Stella Maris Cornelis (Hacia una historia del deporte en el Territorio Nacional de La Pampa: los clubes como un actor imposible de soslayar; 2011), en el año 1935 había 81 instituciones deportivas, mientras que para 1939 ese número de clubes había ascendido a 103.
Además, Cornelis destaca que en esos años también aumentó considerablemente el número de socios, y pone el ejemplo de Sportivo Independiente de General Pico (fundado en 1920): contaba con 355 asociados en 1935 y pasó a tener 1.223 en 1942.
En ese crecimiento fue clave la participación del Estado, que comenzó a incorporar al deporte a su estructura a partir del gobierno de Miguel Duval, entre 1939 y 1946. Se realizaron registros de las instituciones, el propio Duval se acercó a los eventos deportivos y se creó en 1943 la Comisión de Fomento, Turismo y Deportes de La Pampa.
A través de ese órgano oficial comenzaron a implementarse las primeras políticas públicas deportivas y los clubes empezaron a tramitar subsidios para mejorar sus instalaciones o garantizar su funcionamiento. Y en ese contexto, el Estado comenzó a tener una participación clave en una actividad en la que hasta ese momento había sido casi exclusiva de la sociedad civil.

 

Eternos.
Muchos de los clubes fundados en aquellos primeros años del Territorio Nacional de La Pampa hoy siguen en pie. Se trata de instituciones centenarias que, más allá de los cambios de épocas y realidades, han mantenido su espíritu social, cultural y deportivo -sin fines de lucro-, brindando un lugar de esparcimiento, reunión, contención y formación tanto física como ciudadana. Y que se han transformado en verdaderos referentes de la historia y el presente de cada una de las localidades.
Hoy, en una provincia con unos 80 poblados permanentes (entre municipalidades y comisiones de fomento), hay casi 150 clubes distribuidos por todo el territorio y protagonizando un rol esencial en casi todos esos lugares.
El «decano» es el Club Villa Mengelle de Jacinto Arauz, la institución deportiva más antigua de la provincia y que aún sigue viva con diferentes actividades. Fundado el 9 de julio de 1910 (está a punto de cumplir 110 años), Villa marcó un camino que siguieron otros clubes en los años subsiguientes (especialmente en los poblados más antiguos del Territorio), decantando hacia Santa Rosa y General Pico como las dos ciudades que mayor cantidad de instituciones albergaron, muchas de ellas también centenarias.
Según la Dirección General de Personas Jurídicas, actualmente hay 144 clubes registrados en toda La Pampa (33 en Santa Rosa), a los que se suman decenas de asociaciones o federaciones deportivas que en muchos casos contienen a los propios clubes y en otros funcionan de manera «autónoma».
Están los más reconocidos por sus logros deportivos, permanencia y gran cantidad de actividades, pero también aquellas instituciones de pueblo que funcionan al ritmo de sus vecinos, no trascienden en los medios y que, al igual que los grandes, cumplen una función única.
En este 2020, ese heterogéneo grupo está luchando contra una crisis inédita por la pandemia de coronavirus. Hace dos meses cerraron sus puertas y sus estanterías económicas se van derrumbando con el correr de los días. Pero una vez más -y como siempre-, con la ayuda del Estado (92 instituciones recibieron subsidios provinciales o nacionales), el esfuerzo de los dirigentes (las gestiones son innumerables para conseguir fondos), el acompañamiento de los socios (la mayoría paga sus cuotas) y la fuerza de sus deportistas (a distancia empujan colaborando y soñando con volver), los clubes se mantienen a flote.

 

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