Jueves 18 de abril 2024

Ramón Cabrera, un futbolista de Oro

Redaccion 26/05/2020 - 21.50.hs

«¡Sabés qué jugador hubiera sido yo si no me hubiese drogado!», reflexionó un día a su manera Diego Maradona, dejando boquiabierto a su interlocutor, nada menos que Víctor Hugo Morales, a quien en ese momento pareció caerle una ficha que ampliaba a un mundo infinito las cualidades de un futbolista que, aún con sus problemas, había sido el más grande de todos.
En un tono más bajo, en su caso lejos de las adicciones y haciendo referencia exclusivamente a las travesuras de un joven de barrio, Ramón Cabrera se sincera cuando habla de su vinculación con el fútbol. «Si me hubiera cuidado creo que hubiese llegado a otro nivel», dice el talentoso mediocampista que, aún con su bohemia, en los inicios de los ’90 brilló en La Pampa y se convirtió en el único futbolista de la historia en ser reconocido como el mejor deportista de la provincia en una temporada: en diciembre de 1993 recibió el Caldén de Oro.

 

El único.
Ramón Eleuterio Cabrera tiene hoy 56 años. Vive en Florencio Varela, cerca de la casa en la que se crió, y se dedica al rubro textil. Desde que colgó los botines montó una empresa familiar (Slam Indumentaria) que, más allá de los vaivenes económicos del país, aún lleva adelante junto a su mujer Isabel y sus tres hijos, Nahuel, Mauricio y Jorgelina. «Ahora disfruto de mis nietos», dice en referencia a los pequeños León, Baltasar y Fidel.
Pero no todo es trabajo y familia en la vida de Ramón. Hasta el inicio de la pandemia seguía mostrando periódicamente su talento en las canchas bonaerenses jugando para un equipo de la categoría Súper Veteranos. «Nos juntamos, jugamos, hablamos de fútbol, de política, discutimos un poco y después se va cada uno a su casa», expresa con una sonrisa.
– Vamos al grano: en La Pampa hubo grandes futbolistas en diferentes épocas, pero el único que levantó el Caldén de Oro fue Ramón Cabrera… ¿Eras tan bueno?
– … (Risas) Me fue muy bien en La Pampa, creo que encajé justo en ese equipo de Atlético Santa Rosa y fuimos bicampeones. Y me sentí muy reconocido.

 

Un talentoso.
Cabrera habla con LA CHUECA de su carrera, de lo que fue y de lo que pudo ser, y nunca deja de lado ese perfil bajo que lo marcó en toda su vida. Recuerda sus inicios, habla sin lamentos de las posibilidades perdidas y se le endulza la voz cuando hace referencia a su llegada a Santa Rosa.
«Arranqué a jugar a los 13 años en San Telmo, que en esa época estaba en Primera A, y estuve hasta los 16 en inferiores», cuenta Ramón sobre sus primeros pasos como futbolista. «Pero como me quedaba lejos, porque vivía en Florencio Varela, me cansé un poco y me fui a un club que se había formado hacía poco, Claypole, que jugaba en Primera D porque eran recién afiliados», agrega.
«Ahí jugué diez años y nos fue bien; ascendimos a la C, que en ese momento era la tercera categoría de Argentina porque no estaba el Nacional B. Y conocí al Pocho Soria, que después me llevó a Santa Rosa, y que en aquella época me consiguió para ir a jugar a Atlanta. Era una buena posibilidad, pero yo era un terrible vago, un pibe de barrio que no me tomaba en serio el fútbol», reconoce Cabrera.
– ¿No entrenabas como un profesional?
– Entrenaba, sí, pero no tenía el cuidado de un jugador profesional. Recién cuando tendría unos 24 años y jugamos unos amistosos con equipos importantes de Primera, me di cuenta que estaba a la altura. Pero cuando lo empecé a tomar en serio al fútbol ya era un poco grande.
– ¿Y no tuviste más oportunidades?
– Sí, Rodolfo Talamonti (históricamente vinculado a River y que fue DT de Santa Rosa) me llevó a Chile, primero a Coquimbo y después a La Serena, pero hubo un problema con el cupo de extranjeros. Estuvimos un tiempo entrenando y me fue muy bien. Incluso tengo una anécdota que una vez Talamonti, después de un partido en el que jugué muy bien, me dice ‘¿dónde estuviste escondido todo este tiempo?’. Pero no se dio y me volví…
– ¿Es cierto que te comparaban con Maradona?
– Ja… Algunos me decían que tenía cosas de Maradona, pero era una locura. El Loco (Carlos) Enrique siempre me jode y me dice Mago. Pero yo era tímido, no me la creía. Una vez, cuando jugaba en San Telmo y era un pibe, me llegó una carta de AFA para que me presente a un preseleccionado; se estaba empezando a armar el equipo Juvenil del ’79. Pero mi viejo no me pudo acompañar y cuando llegué a la puerta de AFA, como me daba vergüenza, me volví… Después, de grande, me di cuenta que podría haber llegado a otro nivel con el fútbol.

 

Un equipazo.
Luego de su experiencia trunca en Chile, Ramón Cabrera jugó un tiempo en Olimpo de Bahía Blanca; hasta que en 1992, por intermedio de Pocho Soria, llegó a Atlético Santa Rosa. «Fue para una segunda rueda de un campeonato que Santa Rosa peleaba con Macachín. Se armó un equipazo», recuerda hoy sobre aquel Atlético que se coronó bicampeón de la Liga Cultural en 1992 y 1993.
«Yo estaba acostumbrado a jugar en el ascenso, que era un juego áspero, rústico, con mucho roce, con las canchas feas… Y cuando llegué a Santa Rosa me adapté enseguida porque era un campeonato difícil, las canchas complicadas, la pelota te picaba mal…», repasa el volante creativo, y no tarda en reconocer a varios de sus compañeros para explicar el éxito de aquel equipo.
«Mis características no eran de correr mucho, sino más bien buscar los espacios, habilitar a mis compañeros, y encajé justo en ese equipo porque había muy buenos jugadores. Y adelante mío tenía a dos pibes como (Miguel) Giuliani y (Mario) Castillo que eran dos crack, volaban; me marcaban un pase y ya sabía dónde ponerles la pelota. Me hicieron lucir», destaca Cabrera, que también jugó en Costa Brava de General Pico (fue campeón de la Liga Pampeana) y volvió al Albo en el ’98 para tirar sus últimos cartuchos como jugador.
Y vuelve al bicampeonato: «Yo anduve bien porque era un muy buen equipo, con muchos jóvenes con ganas y algunos con experiencia. En el fondo estaban Marusich, que era un pibe también; Romero; Alecha, que sacaban todo; Ponsone, que era muy completo. En el medio también, Montigni… Era un equipazo, insisto, porque un jugador solo no hace la diferencia».
– ¿Qué te quedó de tu paso por La Pampa, además del Caldén de Oro?
– Me sentí muy reconocido por todos; me sentí jugador de fútbol. Fijate que hay muchos jugadores muy buenos que juegan muchos años y no pueden salir campeones. Y yo en Santa Rosa gané dos campeonatos seguidos en un torneo que era muy difícil. Fue un tiempo maravilloso, hermoso, de buen fútbol, de entrenar con ganas, de hacer amigos… Yo ya era grande, pero aprendí mucho de ellos; eran pibes pero jugaban como grandes. De La Pampa tengo los mejores recuerdos.

 

El mejor de 1993
Ramón Cabrera se convirtió, en diciembre de 1993, en el primer futbolista (y hasta ahora el único) en recibir el Caldén de Oro, al ser considerado por el Círculo de Periodistas Deportivos como el mejor deportista de la temporada en La Pampa.
Bicampeón con Atlético Santa Rosa, el mediocampista compartió aquella fiesta realizada en el Club Estudiantil de Eduardo Castex con figuras destacadas del deporte pampeano. Entre otros, el Caldén de Plata en básquet fue para Facundo Sucatzky, el de automovilismo para Heraldo Medrano, el de cestoball para María Lidia Pisano, el de tenis de mesa para Roberto Petit de Meurville.
En la misma fiesta, por su trascendencia fuera de la provincia, fueron reconocidos Carlos Javier Mac Allister, Claudio Biaggio y Nelson Rosane (fútbol); Jorge Racca (básquet); Carlos Giavedoni (automovilismo); Alicia Barrancos (natación) y Verónica Costabel (padel).

 

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