Lunes 15 de abril 2024

Una familia resumida en un campeón

Redacción 25/08/2019 - 00.11.hs

"De mi viejo saqué el carácter; somos bastante parecidos, nos gusta estar felices todo el tiempo. Mi hermano Lucas fue siempre mi modelo a seguir en el pitcheo, fue mi base en los movimientos y en la técnica; incluso hasta tenemos un parecido físico. Mi hermano Manuel siempre decimos que es el cerebro de la familia; de él aprendí a ser más frío, más inteligente. Y de mi vieja la garra, sin dudas; mi vieja es una luchadora y eso lo saqué de ella".
A Huemul Mata Carabajal le brillan los ojos cuando habla de su familia. Su mirada revela complicidad mientras menciona a su papá Orlando, expresa admiración cuando se refiere a sus hermanos mayores y se nubla por algunas lágrimas en el momento de destacar la entereza de su mamá Mónica. "Soy una mezcla de todos", resume el joven de 24 años que viene de coronarse campeón del mundo y de los Juegos Panamericanos con la Selección Argentina de sóftbol.
Quien para muchos es el mejor lanzador del planeta comenzó el 2019 en la competitiva Liga Japonesa defendiendo los colores del Daiwa Act de Hiroshima (volverá el próximo mes); luego llegó el Mundial de República Checa con una consagración histórica, el oro en los Juegos Panamericanos de Lima (Perú) y el reciente subcampeonato en el Mundial de Clubes de Estados Unidos con el canadiense Kitchener Hallman Cubs.
Fueron ocho meses girando por todo el globo, desparramando talento y cosechando medallas que hoy muestra orgulloso en el regreso a su casa en Santa Rosa, donde lo esperan con su comida favorita: pastel de papas. "Soy fanático; no sabés cómo lo extrañaba", asegura con una sonrisa y la humildad de siempre el día después del reencuentro familiar, mientras se muerde los labios como si aún estuviera saboreando su plato predilecto.

 

El campeón.
"Me cuesta caer que somos campeones del mundo y panamericanos. Trato de no creérmela, pero siento el orgullo de haber dejado a Argentina en lo más alto", destaca Huemul en una visita a Radio Noticias, mientras repasa sus históricos juegos en las dos competencias que ganó siendo figura de la Selección.
"Nuestro entrenador siempre nos decía que teníamos que creer que podíamos ser los mejores y que juguemos al ciento por ciento. Y después del parido que jugamos con Nueva Zelanda el equipo se la creyó de verdad; fue el quiebre definitivo y nos hizo cambiar la cabeza a todos", resume el santarroseño al recordar el paso a paso en el Mundial.
"Sabíamos que teníamos el potencial. Nos faltaba ese quiebre en lo mental que en este juego es lo primordial. Las piezas se unieron y se dio el campeonato", agrega el pitcher que en Praga lanzó los diez episodios de la final (3-2) ante Japón.

 

- ¿En esa final del Mundial encontraste tu mejor versión?
- Sí; contra Japón y contra Canadá sentí que estaba en mi máximo nivel.

 

- ¿Cuánto tuvo que ver la cabeza?
- El sóftbol es más mental que físico. Si te agarran muy bien de la cabeza, disfrutás el juego y estás fino, es muy difícil que te ganen. Y uno, como pitcher, sabe que cuando estás bien, al rival se le hace muy difícil.

 

- ¿Te sentís el mejor pitcher del mundo?
- No, no me siento el mejor porque en mi cabeza ronda que todavía tengo que mejorar varios puntos. No llegué a ganar lo que ganaron quienes hoy pueden ser los mejores del mundo, todavía me falta mucho.

 

- A los Panamericanos llegaron como campeones del mundo, ya convencidos del potencial y como favoritos...
- Sí, pero sumamos presión porque teníamos que ganarlos. Nos favoreció cómo se fueron dando los partidos, porque tuvimos algunos complicados (1-0 a Venezuela y 4-3 a México) y el entrenador nos bajó a tierra. A partir de ahí mejoramos y pudimos cerrar bien el torneo.

 

El deportista.
"La verdad es que nunca se me pasó por la cabeza hacer otra cosa que no sea jugar al sóftbol", se sincera Memu cuando habla de su familia, históricamente ligada a este deporte. "Uno, cuando es chico, quiere ser como ellos y sigue sus pasos", agrega, aunque admite que jugó dos años al tenis sin mayores resultados: "Sacaba fuerte; pero no corría mucho...".
"Me encanta el levantamiento de pesas y el rugby. Hago levantamiento olímpico, que me da potencia; también crossfit, que es potencia pura, porque mi movimiento necesita eso", añade al hacer referencia a otras actividades que le permiten complementar su condición de softbolista.

 

- Sos uno de los pocos "profesionales" del país. ¿Se puede vivir del sóftbol en Argentina?
- Es muy difícil porque es totalmente amateur. Tenés que mantener un altísimo nivel como para poder vivir tranquilo, pero sin ningún lujo. La mayoría de los jugadores de la Selección tiene su laburo aparte. Yo hoy puedo pensar en el sóftbol solamente, pero sé que en algún momento se va a terminar y tendré que buscarme un trabajo como cualquiera, porque vivir del sóftbol no creo...

 

- ¿Pueden ayudar estas actuaciones de la Selección para el crecimiento del deporte?
- Sí, esa es la idea. Esperemos que se expanda en el país y que consiga un poco más de apoyo ahora, más que nada en la difusión porque en lo económico sabemos que está muy difícil. La repercusión que tuvo ahora fue increíble; terminó el Mundial y me explotaba el celular. Ojalá lo podamos aprovechar.

 

- ¿Y en La Pampa?
- La Pampa es un motor del sóftbol nacional. Hay muchos juveniles con potencial (entre ellos su sobrino Valentín, hijo de Lucas); acá hay sóftbol para rato.

 

Selección en un club.
“El Mundial de Clubes es durísimo, incluso el nivel es superior al Mundial de selecciones”, explica Mata al referirse al reciente torneo que disputó en Estados Unidos, en el que terminó como subcampeón con su equipo, Kitchener Hallman Cubs, de Canadá. “Hay equipos que tienen a los mejores de diferentes selecciones. El que ganó tiene al mejor pitcher de Australia, dos buenos lanzadores de Argentina, jugadores de la selección de Estados Unidos, otros de Canadá, tres o cuatro neozelandeses que son los mejores...”, señala.

 

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