Sabado 20 de abril 2024

"Ahora tengo tiempo para mirar el cielo"

Redacción 18/01/2015 - 03.29.hs
MARIO VEGA - A mano con la vida. Así supongo que puede sentirse alguien que trabajó mucho, que conformó una linda familia, y que espera ansioso la llegada de los nietos. "Chamaco" Schab tiene historias para contar.
Es un tipo especial Jorge. Porque tiene siempre a mano frases donde se conjugan la ironía, la sorna y algunas verdades. De su lenguaje se hace necesario desbrozar, todo el tiempo, la charla seria y sentida de la anécdota, del chiste, el cuento o la broma que siempre tendrá a mano. Un tipo jodón que a veces se pone serio. Eso es.
Lo conozco hace tantos años... para muchos fue siempre el "Chamaco", identificándolo con el nombre del comercio de venta de ropa de su hermano, Tony (en realidad el verdadero "Chamaco").
Por estos días camina cansino -en realidad así lo hizo siempre, como si una pierna le pidiera permiso a la otra para moverse-, el pelo más blanco que el rubio que lo distinguía, la barba crecida, los ojos celestes y la nariz prominente. Un aspecto que algunos quieren emparentar con Arturo Puig -pero flaco-, y que lo distingue en el diario transitar de la ciudad. Aunque cada vez anda menos por el centro y prefiere quedarse en su quinta, "acomodando cosas, buscando abono para las plantas", en una actitud más campestre que aquella que tenía cuando era un comerciante exitoso.

La evocación permanente.
Pero más que eso Jorge Horacio Schab (65), disfruta evocando aquella Santa Rosa de nuestra niñez y nuestra adolescencia, con sus calles de tierra, con ese paisaje casi bucólico de un pueblo de provincia. Lo recuerda todo: lugares, nombres y anécdotas que en algunos casos serán más o menos ciertas y que, en otros, suenan disparatadas.
Jorge se crió en la Villa cuando era la Villa. Cuando ese enorme barrio de diagonales y casitas bajas tenía como gran referencia al Club San Martín... cuando el progreso no se había llevado aquellas casitas bajas, dando paso a departamentos y nuevas viviendas; cuando más allá de la Avenida Uruguay-España todo era la Villa Santillán.
Hijo de don Antonio, que falleció en 1983, era chapista y trabajó en Equipos y Talleres -"junto al papá de Carlitos Fortuna, y de ahí que somos amigos con él", agrega-, y de Fanny, que sobrelleva bien sus gloriosos 83. Eran tres hermanos, Tony, el mayor, Gloria fallecida en 2001, y Jorge.
Es casado con Graciela Noemí Díaz, "hija de Antenor Díaz, que jugó fútbol en Independiente y Deportivo Penales", aporta. Tienen tres hijos, Analisa, ya casada, Federico (Tato) que reside en México; y Julieta; y aunque están en pareja aún no los hicieron abuelos: "Tenemos una ansiedad con Graciela", confiesa Jorge.

 

La Villa, un viejo amor.
"Vos preguntame", estimula. "Es importante que nombrés la Villa -devuelve ante la primera pregunta-, porque de ahí era una banda de vagos: los Grandón, los Villa, los Loyola, los Sequeira, los Pérez... un barrio de gente humilde, pero con mucho humor. Y sino tendrías que conocerlo al 'Meme' Villa, que tiene cien mil anécdotas, y ahí pegadito el 'Nino' Loyola...".
Y cuenta: "Fui a la Escuela 180 y no hice secundario ¿sabés por qué? En 1957 pusieron despensa en casa y la vieja nos puso detrás del mostrador". Nada más que 8 años tenía ese comerciante.
Y sigue con esos recuerdos que tiene atesorados: "Los picados en la Capilla y frente a la plaza Martín Fierro... Yo hasta la colimba jugué de 4, que es el puesto más fácil de la historia del fútbol... El viejo Cafardo que iba a venderme alfajores a la despensa me fichó en Mitre, y los Veloso eran los técnicos, y en vez de darnos indicaciones se reían a carcajadas de lo malos que éramos. Poné que mi carrera futbolística se frustró porque era malo", admite.
"Se hacían los baby que organizaba Camilín Van de Putte. Armaba entre 10 y 12 equipos él solo, y después venían otros de afuera... ... Yo jugaba de Carpintería Alcala, y venía uno de Toay, de la Vieja Zelarrayán, donde jugaba 'El Manija' y pegaban como locos", castiga.
Habla de su admiración por uno donde estaban "El Gaucho Díaz, Quiche Sombra, El Bomba Carluche, El Negro Cejas y Huguito Sombra. Nos ganaban por goleada. Eran imbatibles y te daba impotencia jugar con ellos", y larga la carcajada.

 

El comerciante.
Siempre estuvo vinculado al comercio, y la despensita se convirtió en un almacén por mayor. "Lo llevé hasta 1977, que me fui a Mar del Plata, donde me vi el Mundial 78. Estuve un año sin laburar, andaba con guita y me compré un auto 0 y un departamento 3 ambientes. Después me dediqué a lo textil, a hacer y vender suéter...".
Después del mundial volvió. Ya conocía a Graciela desde 1974. "Salía con una piba que se lastimó un tobillo jugando voley y le pedí que me presentara una amiga porque quería bailar... En Kascote me mostró algunas y le dije esa: era Graciela. Y acá estamos. Me costó muchísimo conquistarla, si hasta la seguí a una misa en la Catedral: me levanté a las 7 y fue la única vez que fui. Aunque te digo, igual soy creyente", aclara.
"Mi hermano Tony me tiró una gran mano, me vendió la mitad de su negocio: me quedé en 9 de Julio 178 y él se instaló en Lagos 120. Me fue bien, y con Graciela llegamos a un acuerdo: ella criaba nuestros hijos y yo me la bancaba... No me gusta eso de que llegás a la casa y nadie te hizo la comida y se arman unas peleas terribles. ¡Ponelo a esoooo!!!, exagera.

 

Comerciante 55 años.
Después vendría "Imagine", el comercio en Avenida San Martín. "Me fue bárbaro, y fueron muchos años. Pero el 10 de mayo de 2012, un jueves porque no me gustaba el viernes, cerré. Tomando mate con Gracielita en Calamuchita le dije de cerrar, hicimos cuentas y no abrí más", relata. Algunos dicen que ese "de un día para otro" era para que los que debían alguna cuota no especularan y pagaran.
"No cerré por cansancio de trabajar, porque que no se hagan las víctimas los demás porque es un laburito liviano... El problema son los días anteriores y posteriores a las compras, cuando empapelas de cheques y no sabés si vas a tener un verano o un invierno bueno", razona.
Alguna vez estuvo en la JP, con Pirincho Figueroa, "El Sangre Santamaría", Mario Folmer, Tony, Luis Giles, El Pelado Rodríguez (que después fue ministro). "Era 1972 y hacíamos reuniones clandestinas. Perón mandaba de Madrid casetes con instrucciones, pero nos sentimos defraudados cuando nos trató de tontos e imberbes. En la época de Regazzoli apresaron a varios de la JP que no eran de aquí, vino Dante Gullo y Obeid y ayudamos a que zafaran. Un tío que trabajaba en la Federal nos dijo que estábamos fichados y nos abrimos", rememora.

 

El fútbol y el reloj despertador.
"Dale, preguntame del fútbol en la canchita del IPAV", azuza. "Me invitó Carlitos Fortuna y medio nos hicimos los dueños: se formaban varios equipos y el que ganaba seguía. Iba Estergidio Pérez -gran jugador de All Boys-, y un día ganó con su equipo y lo sacamos de la cancha... ¡cómo protestaba el tucumano! Pero lo sacamos igual".
"Estergidio decía que nunca había jugado con un reloj en una planta... resulta que alguien que esperaba afuera tomaba el tiempo pero hacía trampas, y se jugaban varios minutos menos. Así pusimos un reloj despertador en una planta y cuando sonaba la chicharra se terminaba... pero al final también hacían trampas con el despertador...", ríe con ganas.

 

A pagar la rifa.
Se vinculó al atletismo, convocado por el fallecido Juan Carlos Vega. "La humildad y el sacrificio de los atletas y los padres son increíbles... me fueron a buscar con Dante Castro y Lito Benítez porque habían hecho una rifa de tres cifras, que nunca sale... ¡pero esa vez salió!!!. Ganó la abuela de un atleta de Toay: '¡Yo quiero mi cocina!', decía, pero el premio no estaba y los muchachos no podían comprarlo. Terminé comprando en el comercio del 'Soplete' Nemesio y pagué en cuotas y me incorporé a AJYD... Era re-mala la vieja que ganó el premio, y amenazaba con venir a LA ARENA", sigue riendo.
"¿Qué hago ahora? Tengo tiempo para mirar el cielo, para fijarme si va a llover, o cómo va a estar el día... y si quiero me voy a un montecito cerca y me hago un asadito con Graciela un lunes. Un poco de quinta, arreglar un poco y disfrutar de la familia tan linda que tengo... qué más querés que haga, si estuve atrás de un mostrador desde 1957... ¿Te parece poco?".

 

La música y la solidaridad.
Jorge siempre tuvo un costado altruista. Alguna vez Raúl Suárez -hoy en España- se vinculó con unas monjas que atendían una reserva indígena en Formosa. Lo interesó a Jorge, juntaron ropa -pasada de moda pero nueva-, alimentos y junto con Raúl y Omar Cayre llevaron todo a aquel lugar. También con Guito Gaich fueron a Loventué, con una misión parecida.
"Chamaco" tiene pasión por la radio. "Escuchaba Los Pérez García, El Glostora Tango Club, Odol Pregunta. Tiene una magia que no puede superar nadie", indica cuando le digo que parece comentarista llamando a Guito a su programa, o al de Julio Chiri y Tato Tesseyre. "Ponele el nombre para el diablo, así se calientan... ¿cómo se llama? 'Música para el recuerdo', 'Música de ayer'... ¿a quién le ganaron?", expresa, aunque seguro, el sábado volverá a salir al aire para hablar de las calles de la Villa. "¿Te fijaste que son las más cultas? Lope de Vega, Ameghino, Edison...". Cualquiera, ¿no?
Lamenta tener cosas por cumplir: "En el barrio Néstor Alcala, Tito Soria, el Cabezón Saavedra, El Ruso Kaplun. Héctor Aymú y otros fueron a la banda, pero yo no podía por laburo. La música me enloquece, sobre todo la de película, como 'Un hombre y una mujer', 'Vivir por vivir', 'Perdidos en la noche'... tengo más de 1.200 long play, que paso en un tocadiscos. Por eso debe ser que Tato se enganchó con la música", analiza.
Fue un comercialmente exitoso, pero se queja porque le quitó la música, o hacer radio... "Porque la radio tiene algo que ni la tecnología puede romper: esa magia que tiene que ver con la imaginación del que escucha", concluye.

 

Un arquero y tres cuotas.
Se jugaba un torneo de fútbol barrial en cancha de la Colonia Penal -la que hoy usa Deportivo Penales-, y el equipo de Jorge perdía 1 a 0. En un corner "Chamaco" se acercó al arquero y todos pensaban que estaba ansioso por hacer el gol de la igualdad, pero no... Mario Chaves, que también jugaba, no podía creer lo que escuchaba: "Estás tres cuotas atrasado en el negocio", reclamaba al arquero el rubio delantero. "Vos sabés que el tipo me dijo que había decenas de lugares y maneras para cobrarle, pero no en medio de un partido de fútbol. Se ofendió y nunca más me pagó", suelta la risotada Jorge.

 


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