Domingo 14 de abril 2024

"Chispa" López: "la música es mi vida"

Redacción 26/02/2017 - 00.44.hs

Mario Vega - A sus 5 años le atraía la Banda Sinfónica en la plaza, y admiraba a los músicos leyendo partituras. Y decidió aprender teoría y solfeo con el maestro Juan Mecca, precisamente el director de la banda.
En la Villa del Busto de su infancia -entonces barriada de bares donde paraban guitarreros y cantores, y con studs de caballos de carrera diseminados por allí, donde los "burreros" pasaban horas y horas-, no puede resultar extraño que de chiquilín nomás empezara a compartir noches de música y bohemia. Esas en las que se juntaban los noctámbulos de la zona coincidiendo con los musiqueros en largas pernoctadas de guitarreadas y melodías.
Cuántas veces en estas páginas hicimos referencia a la expresión acuñada por Oscar García en su libro "La patria del corazón", cuando definía a ese sector de la ciudad como "el cuadrado mágico" -cuna de cantores, poetas y deportistas de nota-, y últimamente también se conoció de alguna científica de nuestro país nacida en ese sector de la ciudad. Y de allí, de ese lugar es "Chispa" López... porque vivió sus primeros años a metros de la "escuela del churrasco", la número 4, sobre la calle Libertad. Y como tantos otros del "cuadrado mágico" fue mostrando su inquietud por la música desde que era un niño, hasta transformarla, nada más ni nada menos, que en el centro de su vida.

 

El batero que asomaba.
El hombre que está sentado frente a mí es, sin dudas, un artista reconocido, que tocó con la mayoría de los grupos pampeanos -los que más se destacaron-, y que supo desde siempre que la música era lo suyo, que el sonido del bandoneón, los acordes de una guitarra, y la interpretación de una buena canción, lo iban a hacer desistir -temprana y definitivamente- de su futuro como futbolista, para lo que tenía estimables condiciones aunque muchos, relacionándolo con su trayectoria musical ya ni lo recuerden.
El bandoneón, los acordes de una guitarra lo subyugaban, es verdad. Pero cuando escuchaba una melodía era automático: sus dedos tamborileaban en las mesas de los bares acompañando el ritmo que se estaba interpretando. Lo suyo era la percusión, quizás porque nació cantor y bombista ya en la escuela primaria.
Ignacio Rubén López (66), "Chispa" para todos, es un santarroseño quizás un poco raro. ¿Por qué? Porque si bien mantiene con la ciudad esa cercanía propia de quien nació y se crió aquí, tiene una particularidad: le gustaría residir en Victorica. Sí, está enamorado de la localidad oesteña, y cada vez que pasa por allí piensa que sería un buen lugar para vivir. "De allí es mi cuñada Carmen Pescara, casada con mi hermano Julio... La veo ordenada, linda, acogedora, y sí, me gusta mucho Victorica", ratifica.

 

Trabajar y "espiar" los músicos.
Chispa compartió sus horas durante 45 años con Julia -fallecida el año pasado-, y tuvieron dos hijos, Iván Darío (41) y Pablo Federico (34) que es adoptado y tiene problemas de salud (hace algún tiempo fue trasplantando de riñón". Pero además Chispa cuenta en su vida con un personaje muy especial que le arranca una sonrisa todo el tiempo: Lupita (Magali Lupita) es su nieta de 10 años, y sentada en la batería parece seguir los pasos del abuelo.
"Siempre en los bares de guitarra y bandoneón... con Leoncio Ramos cantando, con los hermanos Díaz (Pelusa y Chiquito)... tiempos de ir a tocar a las propaladoras, como la Ranquel de los hermanos Alcántara (en Salta y Catamarca). "Eran otras épocas y no había peligros... por eso cuando en los studs hacían asados y había algún músico le pedían permiso a mi viejo y me dejaban quedarme. Eran otros códigos, de 'atorrantes' buenos, y no había maldad, ni drogas... ni televisión había", se ríe. "Así que laburé de pibe, y siempre espiando a los músicos, escuchando bandoneones y guitarras... milongas, cifras... porque había payadores, y siempre me acuerdo que venía el dueño del Tordillo Pampa y lo dejaba atado en la vereda". ¿Venía montando el Tordillo?, le pregunto incrédulo. Y contesta Chispa con seguridad: "Sí, era increíble, porque Carmona, el dueño, lo tenía como caballo de andar, y cuando lo presentaba en las domas volteaba a todos los jinetes, que apenas se aguantaban unos segundos en su lomo", explica.

 

Se fue de casa muy chico.
Pero además, eran tiempos de pelota, de estar horas en los baldíos que había por todos lados. "¿Sabés?... no la pasé bien en la infancia, sufrí mucho el frío, porque la verdad es que siempre me faltó ropa. El viejo era trabajador de la CPE y herrero en mi casa, armaba cocinas de leña, pero lo que ganaba apenas alcanzaba para comer, porque además había que pagar la casa que se había hecho con un crédito del Banco Hipotecario... No sé, quizás por eso enseguida me fui a vivir a lo de mis abuelos, en una quinta atrás del estadio municipal... Mi infancia se la regalo a cualquiera", me sorprende un poco, porque generalmente muchos pensamos muy distinto sobre nuestros primeros años. Quizás porque no entendemos muchas cosas que a él si lo marcaron.
Igual rememora sus primeros años, "de chiquito trabajé, hacía mandados a la gente de los stud, entraba leña, limpiaba veredas y con eso me compraba zapatillas, o tenía mis pesitos... y después mis viejos no tenían problemas cuando les pedían que me dejaran en esas noches de asados y guitarra".

 

El futbolista que no fue.

 

"¿Te acordás? Había canchitas por todos lados, y jugaban además de mis hermanos los Porcel, los Legarda, los Rincón... jugué al baby fútbol para el Club Santa Rosa, Los Dos Amigos y Sarmiento; y después en la cuarta división de All Boys, dirigidos por 'Chicho' Weis, donde teníamos unos jugadores bárbaros". Y es cierto, porque allí estaban El Mono Carassay, Chori Lang, Caito Durán, Pablito Fernández, y muchos otros. Pero eran las épocas del All Boys que jugó tantos torneos regionales, y a los pibes se les hacía difícil acceder a la primera división. "Me tocó algún partido, pero acordáte que en mi puesto jugaba Edilio Zabala, un fenómeno, y se complicaba", cuenta.
Sí recuerdo que "Chispa" tenía buenas condiciones para jugar como zaguero central, que manejaba las dos piernas, pero a los 18 años se dio cuenta que lo suyo era otra cosa: sí, la música, "mi vida", define.

 

Conocer a Julia.
No se iba a quedar demasiado en la casa de sus abuelos, y ya a los 12 había alquilado por su cuenta en una pensión en la calle Oliver, y poco más tarde conocería al amor de su vida: "Yo tenía 16 años y Julia 14. Estaba haciendo un trabajo en Algás (esquina de González y Avenida Roca), y ella pasó haciendo mandados..." un par de saludos, una breve conversación, y después "la encontré en un baile en el Club Sarmiento y nos pusimos de novios. Fueron 45 años juntos... toda la vida. Después los hijos, compartir todo, porque en la época que integraba Sol Naciente me gustaba llevarla a todos lados", se pone serio "Chispa" al recordar. "No lo puedo superar", agrega por si hiciera falta al mencionar a Julia.

 

El primer grupo, y la batería.
En la época que jugaba en All Boys ya existían "Los Play Boys, que conformaban con Guillermo Mángano, Foreto Chávez, Luiggi Corvalán "que cantaba muy bien", Gori González y, obviamente en la batería, Chispa López.
Evoca que en su casa paterna "se escuchaba música todo el día, y mi madre que era española cantaba pasodobles... y había un tocadiscos en el que se ponían tangos, jazz y folklore. Además ya en 1955 integraba el ballet de la Escuela 4 y tocaba el bombo", refiere.
Con aquel primer grupo tuvieron el atrevimiento de pedirle a Tito Fuertes -personaje de la época, que era árbitro de boxeo, creador del "Puelchito", y músico integrante de una orquesta típica- que les prestara la batería. "Fuimos con mi amigo Oscar Martín y el mismo Tito la llevó a la casa de Pío y Cacho Roveda, en la calle Catamarca. Salí tocando enseguida, porque parece que nací tiempista, y ahí armamos 'Los Play Boys', nuestro primer grupo", menciona.

 

En todos los buenos grupos.
Se ríe cuando le pregunto si es fácil tocar la batería, porque es lo que creen muchos de los que ven un grupo musical: "Es lo más difícil de todo, porque tenés que combinar los pies con los brazos... Cuando estaba en Sol Naciente tomé clases con el Zurdo Roisner, el baterista de Piazzola. Era readmirador de Astor, pero también me gustabann D' Arienzo, Troilo, Pugliese; y tuve la suerte de acompañar a Mario Bustos, a Jorge Valdés y a Roberto Podestá, a veces con Tachi y otras con Foreto...", indica.
Ya instalado Chispa en Buenos Aires se sumó a la banda de Canal 13, y fueron momentos también en que hizo de modelo. "Sí, de los 13 a los 16 pasaba ropa para un importador que la traía de Italia; y con lo que ganaba me ayudaba para vivir", explica.
Cabría preguntarse en qué grupo de los buenos por aquí no participó López. En un rápido repaso se puede hablar de ese éxito que fue Sol Naciente, con Oscar Roldán, Guillermo Mangano, Foreto, Hugo Migliore, Osvaldo Tochi, Alberto Pérez y Fabio Muñoz... "Después en teclados entró Tachi Gaich", señala.
Más tarde conformaron Quetral Instrumental con el mismo Tachi y Jorge Satragno, y "ahí fuimos revelación en folklore en Cosquín (alguna vez acompañó en el escenario allí a Silvia Zabzuk), y trabajamos muchísimo en Buenos Aires, en todos los canales. Después con Tachi, gran amigo y compañero, formamos Acuarela, junto a Omar Saavedra y Darío Gigena".

 

Otros grupos exitosos.
Con el Grupo de Jazz Santa Rosa hicieron dos giras a Europa, tocando en Alemania, Bélgica y Polonia; y completada después por una visita a Chile.
No deja de mencionar el trabajo que realizaron Alba Marín y Pablo Ruggieri, "cuando armaron la compañía Divino Tango; y El Sexteto del Angel, con Beto Cornejo en violín, Caíto Cafardo en bandoneón (después Toti Mansilla), Alberto Echeto en bajo, Foreto en guitarra, Tachi en el piano, yo en batería y cantaba Juan Carlos Corso. Anduvimos por muchos lugares, y actuamos a sala llena en el Lola Membrives. Alba y Pablo son de excelencia; y todo lo que hicieron fue muy bueno", reconoce.
En su momento integró Sampay con Mario Cejas (con el que se junta habitualmente para ensayar), "y si bien siempre fuimos dúo en un momento se integró Raúl Fernández Olivi, hasta que falleció".
Chispa acompañó a músicos de todos los ritmos, y así recorrió el país: "Un verano hice una gira por todo el norte con Carlos Torres Vila; y otra vez con un grupo de rock llegamos a actuar en Venezuela", resume.
Retirado de su trabajo en la provincia, hoy se junta con sus amigos, Jorge Sosa, Bocha Campos, Beto Leguizamón, Daniel Galván y otros en asados que, obviamente, terminan en música y guitarreadas.

 

Se viene "Triada".
Actualmente con Adelma Keller (piano) y Beto Cornejo están ensayando con "Triada", un terceto que interpreta música clásica, y con el que próximamente piensan en una actuación en el Centro Municipal de Cultura.
"La música es mi vida. Es hermosa y si volviera a nacer haría todo lo mismo. Conocés sin pagar boletos lugares que no hubieras soñado, y Argentina es fantástica para recorrerla. Pero además me hizo ganar dinero: me hice la casa, pagué la de mis viejos, ayudé a mis hermanos... ¿Te parece poco?".
Le gusta que aparezcan nuevos intérpretes y agrupaciones. "A veces me entero que hay alguien en La Luna (el bar que está frente a las vías), y voy... pero no entro, oigo desde afuera", dice. Y me pregunto si muchos de los chicos más jóvenes sabrán que ese señor que escucha desde el silencio de la calle es "el batero" más reconocido de la ciudad. ¿Sabrán?
Decía Nietzsche que "sin música la vida sería un error"... y así las cosas podría decirse que no has estado equivocado Chispa. Claro que no.

 

Una llaga en el alma.
Habla pausado, sin levantar la voz... y se le nota la tristeza: ""Me falta mi compañera", dice. Julia Margarita Prost, su novia y su compinche durante 45 años falleció el 25 de julio del año pasado, y su ausencia es en el alma de Chispa una llaga, y a la vez un dulce recuerdo.
"Hoy miro a un costado y no está... no puedo dejar de extrañar. Es duro, muy duro...". Una enfermedad fulminante se la llevó.
Pero no fue lo único que tuvo que afrontar Chispa: "Cuando en el Fleming nos dieron el resultado de los estudios de Julia me desmayé, y estuve 15 días internado", cuenta ahora. "Después de lo de Julia tuve que afrontar un cáncer... perdí un riñón y sigo peleando... tuve que bajar de peso y nada de batería me dijeron. Me operaron en el sanatorio Santa Rosa a principios de 2014 y ahora sí, volví a tocar todos los días", comenta.
Le tocó un esfuerzo ciclópeo, porque -sigue contando- "recién el año pasado terminé de pagar los últimos 6 créditos para la operación y el trasplante de mi hijo Pablo... Fueron 41 créditos que saqué para poder atenderlo", completa.
En el final da paso a una anécdota divertida. Los músicos, los artistas, suelen tener éxito con las chicas, y por supuesto Chispa lo tenía: "Hicimos una gira por Tucumán, Salta y Jujuy, y cuando volví tenía dos valijas con ropa en la puerta de casa.. Julia era muy celosa y no me abrió... Me ayudaron mis suegros a convencerla, y le prometí llevarla a todos lados donde fuéramos con Sol Naciente. Ahí Julia se dio cuenta que por ahí eran las chicas las que se acercaban a los músicos, y por eso un día me dijo: 'Perdoname López'. Siempre me decía López...", dice Chispa, y una sonrisa se le dibuja en el rostro con la evocación.

 


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