Sabado 23 de marzo 2024

Domésticas pampeanas made in Opus Dei

Redacción 21/07/2014 - 00.57.hs

JUAN JOSE REYES
La orden religiosa entrena a chicas para servir como domésticas en la alta sociedad. Los aranceles no son económicos y el Estado apoya con su conocida generosidad. Hoy asisten cinco pampeanas.
El Opus Dei, que en La Pampa mantiene el Instituto Servi Trinitatis, no se ocupa exclusivamente de formar dirigentes de empresas en sus aulas y de alentar instituciones seculares laicas que profesan los tres consejos evangélicos obligatorios (castidad, pobreza y obediencia), sino que también cuenta con una escuela que prepara empleadas domésticas para esos dirigentes. En Bella Vista, oeste del Gran Buenos Aires, se encuentra un Centro de Capacitación de la Obra en la calle Corrientes 1098, de esa localidad. Allí funciona el Instituto de Capacitación Integral en Estudios Domésticos (Icied). Año tras año, entre 40 y 50 niñas con edades que van de los 12 a los 17 años llegan desde diferentes provincias. Hoy hay cinco pampeanas de familias reconocidas del cursillismo de Santa Rosa, General Pico, General San Martin, Jacinto Arauz y preferentemente de Intendente Alvear, que estudian un secundario de cuatro años en el Icied. Con ese tiempo de instrucción, las alumnas egresan, por ejemplo, como técnicas, programadoras, empleadas administrativas o secretarias. Pero al parecer, también se las capacita para ser empleadas domésticas; eso sí las mejores del país, independientemente de que después prosigan o no una carrera universitaria.

 

Fidelidad vitalicia.
Hace años las autoridades del Opus Dei percibieron que las actividades de la organización dependían en gran medida del comportamiento eficaz del personal auxiliar. Comprendieron que las buenas mucamas, cocineras, gobernantas, planchadoras, y las "buenas" esposas no abundan, son la clave para el crecimiento de la clase empresarial, pero deben proceder de las mismas clases altas y con deseos de servir. Ante ese análisis, surgió una idea que solucionó definitivamente el problema del personal de servicio y permitió a los miembros de la Obra dedicarse a sus asuntos y estudios: contar con un centro propio de capacitación de domésticas para cubrir las necesidades de las residencias universitarias y de las casas de las familias más destacadas del Opus Dei. Como lo importante es lograr una fidelidad vitalicia, la cuestión fundamental consiste en producir un verdadero lavado de cerebro, tipo Servi Trinitatis aquí nomás, convenciendo a las jovencitas de que "se santificarán por su trabajo" y por su clase dirigencial.
Seleccionadas las postulantes más "díscolas" de familias de muy alto rango económico (cobran cifras muy elevadas) dentro del mundo profesional, empresarial o político, las hábiles manos de las instructoras consiguen transformarlas en dóciles servidoras, en mujeres con un conocimiento preciso de las necesidades de los hombres que deberán servir, en verdaderas "monjas-geishas", como las denominan algunos investigadores de la vida interna eclesiástica. Toda discriminación, sometimiento y violencia de género es repudiable, pero al parecer cuando es auspiciado por una secta reconocida por la propia Iglesia, está permitido.

 

Ventanas enrejadas.
En el año 1989, en las dos manzanas del Icied de la localidad bonaerense de Bella Vista, se entrenaba para domésticas, en un curso de cuatro años (tres en el lugar y uno de práctica), a 38 chicas cuyas familias pagaban sumas altísimas para esa "capacitación" y además como parte de un secundario pre universitario para aquellas con mayores capacidades. En aquellos años, 20 estaban cursando primer año; 10 segundo; y 8, tercero. Todas eran del interior del país: 9 de Salta, 7 de Tucumán, 5 de Entre Ríos, 4 de Corrientes, 2 de Jujuy según escribe el periodista Héctor Ruíz Núñez en su libro "La cara oculta de la Iglesia" de Editorial La Urraca. Hoy ya el número de participantes es mucho mayor, llegando en los tres años de la carrera entre 44 y 55 chicas, entre ellas pudo saberse que hay cinco pampeanas procedentes de Intendente Alvear, Santa Rosa y General Pico, Arauz y General San Martín. Se sabe que en su mayoría son hijas del cursillismo pampeano y una de ellas es hija de un ex funcionario político muy reconocido. Funciona en Bella Vista el principal, pero también en San Isidro (9 a 11 años) y Caballito (de 7 a 13 años).
Según el investigador las clases son "teóricas" durante la mañana -literatura, biología, inglés, historia, religión- y "prácticas" durante la tarde -taller y artes del hogar; siete horas diarias de lunes a sábados-. Así aprenden a distinguir las diferentes telas de las camisas masculinas, o a saber cómo se deben alcanzar las pantuflas y llenar una pipa. Las alumnas viven en el lugar todo el año. Como en una prisión, las ventanas están enrejadas y las puertas exteriores se manejan por un sistema electrónico. Usan, para acostumbrarse, delantales de mucamas: color rosa, las del primer curso; celeste, las demás. Cuentan con 20 días de vacaciones por año, para visitar a sus familias, pero la mayoría de las chicas prescinde de esas visitas pues prefieren participar de un tour con sus compañeras, que las propias autoridades del Icied organizan para esos mismos días de vacaciones.

 

Para clases altas.
En un folleto que se envía a los padres de las chicas interesadas, puede leerse: "El fin principal del Icied es dignificar el trabajo de la empleada doméstica no en clases populares sino en aquellas de relativa solvencia económica, revalorizando las tareas que le son propias, dándole la categoría de auténtica profesión". Quien se sienta sorprendido por la existencia de esta escuela, se sentirá peor cuando complete su información: el Icied es un instituto incorporado a la enseñanza oficial, registro B-741, dependiente de la Superintendencia Nacional de Enseñanza Privada (SNEP). El Estado financia el 80 por ciento de los gastos del Icied. El pueblo argentino, por lo tanto, es el que colabora en la capacitación de las empleadas domésticas del Opus Dei.

 


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