Viernes 19 de abril 2024

Fuertes cruces en la audiencia por el proyecto inmobiliario

Redacción 01/07/2015 - 04.18.hs

El presidente de General Belgrano, Horacio Rosales, desestimó cualquier sospecha en torno al proyecto inmobiliario por el que se viene consultando a socios y vecinos. Molesto ante la actitud de algunos participantes de la audiencia pública realizada ayer por la mañana -que impugnan la iniciativa-, el dirigente dijo que "si quieren que todo siga como está, que todo siga igual, dejemos de usar celular, volvamos a la época de las carretas", ironizó.
Ante una consulta de LA ARENA expresó que en general los clubes funcionan "porque los dirigentes ponen plata de su bolsillo, y cuando se cansan de hacerlo tienden a desaparecer. Nosotros queremos que el club tenga recursos genuinos, pero evidentemente no es la idea generalizada de lo que ocurrió aquí", señaló en alusión a la frustrada y ahora postergada audiencia.

 

Aportantes nacionales.
Ante una nueva consulta, con respecto a los inversores, y a posibles sospechas que pudieran esconder algún lavado de dinero, se mostró fastidiado y respondió que a los inversores los tienen "evaluados. Son aportantes nacionales, que han trabajado en distintos lugares, como por ejemplo en Deportivo Morón, donde se hizo algo parecido, aunque no era el mismo grupo inversor. Este grupo sí tuvo participación en el Alto Palermo Shoping", agregó, a la vez que señaló que hay "un coordinador del grupo y distintos inversores que aportan los recursos, para los departamentos, el hotel o los salones comerciales".
Rosales acompañó en la mesa de cabecera al subsecretario de Ecología, Darío Mariani, y a los arquitectos Oscar Fuentes y Gimena Binaghi, contratados por el grupo inversor.
Los vecinos habían sido convocados ayer a las 9 de la mañana para que expresaran sus opiniones, referidas al posible impacto ambiental que el megaproyecto edilicio podría producir en el barrio de Villa Alonso. Mariani escuchó a algunos participantes de la audiencia y admitió que se vuelva a realizar el 1 de agosto próximo, a las 5 de la tarde. Unos 40 vecinos del barrio estuvieron ayer y manifestaron su disconformidad con el día y horario elegido para la reunión. Horacio Rosales, presidente de la entidad, admitió que "evidentemente" el momento elegido no era el conveniente, y aclaró que no fue elegido por el club sino por la Subsecretaría de Ecología, que "exigió la publicación en el boletín oficial y el diario LA ARENA, y en dos radios locales y esos fueron los pasos que dimos", completó.

 

Negación y duda.
Fue evidente la actitud negativa de algunos vecinos con respecto al proyecto, y hubo quien pidió que se priorizaran obras en el barrio, y se mejorara la seguridad. En realidad no parecía ser el motivo de la convocatoria, pero de igual manera recibió la adhesión de buena parte de la concurrencia.
Horacio Rosales no confirmó ni desmintió que la concreción o no del emprendimiento pudiera derivar en su renuncia, pero era evidente el enfado que tenía por el manifiesto desconocimiento -y casi podría decirse pocas ganas de conocerlo a fondo- de algunos de los participantes de la audiencia.
En un momento dio la pauta que dudaba de su continuidad al frente de la entidad tricolor. "Lo vamos a evaluar con la comisión directiva en la semana. Pero si esto sigue por estos carriles, por allí sería bueno que asuma otra gente".

 

Sí o no, esa es la cuestión
Muchos clubes languidecen, y sus dirigentes buscan alternativas para que se mantengan al menos; o para que sigan creciendo en el menor de los casos. Y de verdad la cuestión no es fácil, sino más bien sumamente complicada. Los clubes fueron entidades entrañablemente ligadas a lo barrial, con un fuerte sentido de identidad, pero con el tiempo algo se fue modificando en la composición social de la ciudad y también aquella situación cambió. Los amplísimos barrios que albergaban a General Belgrano (Villa Alonso), General San Martín (Villa Santillán), Domingo Faustino Sarmiento (Villa del Busto), o Argentino (Villa Tomás Mason) -por ejemplificar con algunos-, se fueron subdividiendo y aparecieron otros nuevos. Y, también, la construcción de populosos complejos en distintos puntos de la ciudad, se llevó a los hijos de los viejos pobladores que, naturalmente, perdieron esa sensación de identificación con aquellas instituciones.
Por eso algunas empezaron a decaer, y perdieron la atracción que representaban. Eso fue parte del problema, pero además aparecieron nuevas ofertas -no sucede en los pueblos, donde el club suele seguir siendo muy potente-, hubo una fuerte mengua societaria y sobrevino, innegablemente, la carencia de dirigentes. Ya no aparecieron aquellos hombres y mujeres que dedicaban muchas horas de sus vidas a administrar una institución; y la crisis se hizo evidente.

 

Clubes robados.
Le pasó a muchos clubes, y algunos se vieron sometidos a malos dirigentes, que metieron la mano en las tesorerías y los devastaron. El ejemplo más claro, y más cercano, es el del Club Atlético Santa Rosa, y quizás sea el que sensibiliza a algunos de los que hoy se oponen al proyecto.
Además alguna sospecha desde el sentir popular vendría advirtiendo sobre la necesidad de conocer puntillosamente el origen de los fondos que se utilizarían para concretar la operación.
Es evidente que no se puede mantener una estructura institucional sólo con alguna cena -que en el mejor de los casos puede servir para adquirir un juego de camisetas, botines o pelotas-, o algún bono contribución apelando a la buena voluntad de los vecinos.
Es cierto, no alcanza. Se necesitan ideas nuevas, ingenio y dirigentes con ganas de afrontar nuevos desafíos.

 

Proyecto.
Desde hace varios meses el Club General Belgrano, de la mano de una joven dirigencia presidida por el ex jugador de la entidad, Horacio Rosales, trabaja en un proyecto edilicio que, de entrada, produjo resistencia en un grupo de socios y simpatizantes tricolores.
¿Cuáles son los temores que expresan? Algunos, agitados por vecinos que aducen que le cambiaría la fisonomía al barrio, plantean entre otros posibles problemas de inseguridad, y prefieren el statu quo, que nada cambie, que todo siga igual. Primero que hagan cloacas y desagües y que asfalten las calles, piden altisonantes.
Sin dudas una aspiración que como vecinos sería legítimo que reclamen, aunque en este caso el club poco tendría que ver con esas obras que no se definen. En todo caso podría pensarse que la concreción del proyecto podría contribuir a que esos emprendimientos públicos se hagan realidad. Y podría suceder, además, que el barrio se convierta en un polo atractor, con una revalorización de inmuebles y terrenos que hoy es difícil imaginar tal cual están las cosas.

 

Evaluación puntillosa.
Naturalmente habrá que realizar el estudio de impacto ambiental antes de empezar cualquier obra, pero también se deberá evaluar con serenidad, con inteligencia -aún considerando todos los temores que los vecinos pudieran tener- para saber si se da el consentimiento para que algo empiece a cambiar.
Los temores que puedan existir tienen que ser absolutamente aventados, que si hay dudas en cuanto a la procedencia de los fondos sea la AFIP, o el organismo que corresponda, el que ponga la lupa sobre el emprendimiento. Y además, en caso de avanzarse, que se exijan todos los controles para que nada sorprenda la buena fe de los socios.
Hay que pensar que sólo la idea de permanecer pareciera no alcanzar para que un club se desarrolle. Belgrano tiene ambiciones -de hecho participa en el torneo más importante que disputan los clubes del interior, y aspira a más-, pero hará falta tomar la mejor determinación para que esos anhelos se tornen realidad.
Evaluar acabadamente cada detalle y decir sí o no, pero con sostenes serios. No es cuestión de oponerse porque sí; sino de fundamentar cuáles son las razones por las que se pretende que nada cambie. (M.V.)

 

"No tener miedo al cambio"
El arquitecto Oscar Fuentes, contratado por el grupo inversor para desarrollar el proyecto inmobiliario con el Club General Belgrano, dijo que "los vecinos están mal informados", y que en el país "ya hay otros emprendimientos parecidos, que generaron actividad, trabajo y oportunidades para los vecinos".
"Un proyecto urbano grande siempre genera un impacto, positivo o negativo, y pasa que los vecinos pueden tener una resistencia al cambio y crean que siempre es negativo. Y no evalúan los aspectos positivos, que son muchísimos", indicó.
Descalificó una queja vecinal, que había señalado que no quería más inseguridad en el barrio. "En todas las ciudades el aumento de la densidad es la forma que se aumenta la seguridad, porque en las zonas más densas la ciudad puede ofrecer más estructura, y es mucho más viable".

 

Otros proyectos.
Recordó que él mismo participó en el proyecto del parque central de Mendoza, que son 13 hectáreas que contienen un centro de convenciones y un hotel, obra que comenzó a construirse en el 2000 y fue inaugurado en 2005. De la misma manera comentó que también tomó parte del proyecto Hipólito Yrigoyen, en la ciudad de Rosario; y agregó que en Buenos Aires se concretaron "muchos proyectos, aunque no exactamente de estas características. Creo que aquí es factible, porque Santa Rosa necesita inversiones que generen actividad y trabajo. Los aspectos positivos son muchos más que los negativos, y la idea acá es que si se aprobara el proyecto se pondría en marcha de manera inmediata, con un plazo de realización de tres años y medio", informó.

 

Sospechas infundadas.
Esbozó una sonrisa cuando se le indicó que existen algunas sospechas que algún inversor pudiera pretender realizar lavado de dinero. "¡La gente cree que se lava dinero en cualquier actividad!", manifestó. "Acá hay una actividad absolutamente lícita que es la construcción, se evalúo el proyecto, se hizo un estudio de que hay gente en Santa Rosa que quiere una oferta de servicios que hoy no tiene, que quiere vivir en un complejo con acceso comercial, deportivo y cultural. Es algo que hoy la sociedad de Santa Rosa no tiene, y si no se concretara aquí supongo que se hará en otro lugar. Creo que no hay que tenerle miedo al cambio, porque aquí de lo que se trata es de hacer un centro de convenciones y un auditorio cubierto que la ciudad no tiene", completó.

 


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