Domingo 21 de abril 2024

Marchán debe trabajar para pagar su prisión en Miami

Redacción 13/01/2011 - 00.54.hs

¿Qué es de la vida de María Rosa Marchán, la pampeana que cumple una condena a 15 años en un cárcel de máxima seguridad de Miami? A la mujer de 31 años aún le quedan seis años de encierro porque en el estado norteamericano de Florida -donde ella está presa- no existe la libertad condicional.
Sus días pasan entre la rutina carcelaria y las salidas a clínicas médicas y hoteles a pintar murales, ya que está comprendida dentro de un programa laboral extramuros. Ocurre que al menos en esa zona de los Estados Unidos los reclusos deben trabajar para pagar su propia permanencia en una celda. A esta altura María Rosa -que siempre alegó inocencia- sabe que casi no tiene chances de revertir la condena ni de completarla en la Argentina. Y muy pocas de que algún día su familia, que vive en General Pico, pueda verla.
Ayer este diario habló con su abogado, Miguel Pierri, quien estaba en Nueva York. El profesional explicó que hoy viajará a Miami para realizar trámites relacionados con la causa y que la próxima semana podría dar información. La ex embajadora, Zelmira Mireya Regazzoli, alguien que se ha comprometido con el caso, en cambio se mostró mucho más escéptica. Recordó la negativa de la embajada norteamericana a otorgarles las visas a la madre de Marchán y a dos hermanas para que puedan visitarla, y dijo que un pastor evangélico y su esposa son quienes suelen concurrir al presidio. También es visitada por personal del Consulado de la Argentina en Miami.
Marchán fue detenida el 1 de febrero de 2002 por el homicidio del joyero cubano Agustín Morales, un hombre de 61 años cuyo cuerpo fue encontrado dentro del baúl de su auto el 12 de enero en estado de descomposición porque había sido asesinado dos semanas antes. Para la policía yanqui el principal sospechoso era su entonces novio, el cordobés Roque Esteban Calafell, pero él se embarcó a la Argentina el 16 de enero y dejó a la piquense sola en Miami. Hoy Calafell permanece detenido en la cárcel de Bouwer desde que fue arrestado por la justicia federal de Córdoba -en respuesta a un pedido de Interpol- el 4 de febrero de 2008, pero dos veces la Cámara Federal de Córdoba rechazó su excarcelación.
María Rosa, asesorada por el defensor oficial de Miami, el abogado Howard Jeffrey Lubel, fue acusada de asesinato en primer grado, un delito sancionado con pena de muerte. Además le imputaron robo a mano armada. Al final no hubo juicio y ante la posibilidad de recibir la pena capital, aceptó declararse culpable de homicidio en segundo grado y terminó negociando con la fiscal del condado de Dade, Gail Levine, una pena a 15 años. El caso quedó formalmente cerrado el 29 de julio de 2005.

 

"Dentro de todo..."
En todos estos años la piquense solamente pudo ver una vez a un familiar. Fue en diciembre de 2002, cuando se encontró con su hermana Susana, quien pudo viajar luego de superar incontables trámites burocráticos y trabas económicas.
Ayer Regazzoli se encargó de recordar que hace tres años la Embajada norteamericana les negó las visas a ella, otra hermana y a la madre de Marchán. Directamente le respondió que no eran aptas, lo que según la ex embajadora implica una prohibición permanente. Susana creyó en ese momento que pensarían que podían intentar quedarse como inmigrantes ilegales porque su madre es viuda y su hermana figura como soltera en el pasaporte. Recién a fines de 2008 mamá Martina pudo hablar telefónicamente con su hija presa.
"Aquella vez está todo arreglado para que viajaran y estuvieran cinco días en Miami. Las tres tenían los pasajes, la autorización de las autoridades de la prisión, y hasta un pastor evangélico que las alojaría y se haría cargo de ellas. Pero así y todo se lo impidieron", remarcó Regazzoli.
"Este es un caso donde no hubo una investigación ni juicio, y tampoco intervino el Estado argentino. María Rosa firmó un acuerdo y debe estar 15 años en la cárcel porque en Florida no se otorga la libertad condicional -acotó-. Actualmente está saliendo de la prisión a pintar paredes y murales en clínicas médicas y en hoteles porque allá el preso paga el costo de su encierro con trabajo. No voy a decir que está bien, pero dentro de todo..."- En algún momento se habló de revisar la sentencia y de que termine de cumplir la condena en el país. ¿Es posible?
- No. Sólo podría haber alguna negociación para que sea visitada si cambia el gobernador de Florida (Nder: es Rick Scott, un republicano multimillonario).
- ¿Quiénes la visitan?
- Un pastor evangélico y su esposa. Y también gente del consulado argentino en Miami. Yo suelo llamar a Cancillería. El cónsul adjunto, (Gustavo) González Pandiani me prometió que iría. El consulado siempre se portó muy bien.

 

"Un complot de la mafia"
María Rosa trabajaba como auxiliar de enfermería en el Instituto Cardiovascular de General Pico. Allí conoció a Roque Esteban Calafell, quien es instrumentista quirúrgico. La pareja se fue a vivir a Córdoba, de donde él es oriundo. Su ex novio tiene un pedido de extradición solicitado por los Estados Unidos, que comprende los delitos de homicidio en primer grado y robo a mano armada con arma letal.
Calafell cuando regresó al país, días antes que la piquense fuera detenida, defendió la inocencia de ambos y admitió que conocía a Agustín Morales porque concurría a la cafetería donde trabajaba Marchán. También dijo en ese momento, mediados de febrero de 2002, que quería regresar a Miami para estar junto a su pareja, pero nunca cumplió con esa palabra.
En una nota enviada a un diario cordobés afirmó que ambos fueron "víctimas de un complot de la mafia neoyorquina" y que quedaron "en medio de una disputa entre policías de Migraciones de Miami y la víctima", el joyero cubano. De acuerdo a ese relato, Morales habría sido el reclutador de una red de tráfico de personas comandada por los oficiales del gobierno norteamericano, quienes habrían matado al cubano en un ajuste de cuentas. Calafell sostuvo que el caso fue «armado» con pruebas falsas, entre ellas una caja de herramientas de su novia, hallada en el automóvil Pontiac del muerto.

 


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