Domingo 14 de abril 2024

Un emotivo homenaje en Bahía Blanca

Redacción 07/05/2017 - 01.30.hs

Carlos Rivada tenía 27 años, cuando junto a su esposa María Beatriz Loperena, fueron secuestrados en Tres Arroyos. A 40 años de su desaparición fueron homenajeados en la Universidad Nacional del Sur.
Carlos Rivada se había lucido una vez más con la camiseta de su querido Huracán de Tres Arroyos, y había regado la cancha con su talento esa noche del 3 de febrero de 1977. Estaba contento, habían ganado, iba a compartir un asado con sus compañeros de equipo, y volvería a su casa un par de horas más tarde.
Su familia era sumamente conocida en la zona, y su padre supo tener un comercio de venta de artículos de deporte que se llamaba "Los mellizos Rivada". Carlos tenía motivos para sentirse feliz, porque con María tenían dos hijos, Diego que por entonces tenía 3 años, y Josefina de sólo 4 meses de vida. Pero esa noche todo habría de cambiar para siempre en esa familia: un grupo de tareas irrumpió en la madrugada y se llevó a la pareja. Los pequeños fueron hallados llorando en la puerta de un hospital en horas de la madrugada. Una escena simplemente conmovedora.
Carlos Alberto Rivada, reconocido jugador de fútbol de Tres Arroyos, y su esposa María Beatriz Loperena fueron dos de los 30 mil desaparecidos durante la última dictadura militar, y ambos fueron reconocidos en emotivos actos realizados esta semana en la ciudad de Bahía Blanca.

 

Darío Hernández presente.
Entre ex compañeros y amigos presentes en el homenaje estuvo el diputado provincial Darío Hernández (Frente Renovador), quien compartió cinco años la vivienda con Rivada, y también su paso como jugadores de fútbol en Liniers de la ciudad sureña, y en Huracán de Tres Arrojos, ciudad de donde eran oriundos Rivada y Loperena.
El legislador provincial, quien llegó hasta Bahía Blanca para participar de la ceremonia hizo uso de la palabra para evocar al matrimonio secuestrado en Tres Arroyos por un grupo de tareas. La noche del 3 de febrero de 1977 después que Rivada disputara un partido del torneo de la Liga Tresarroyense de fútbol -y luego de compartir un asado con sus compañeros-, al regresar a su casa junto a su esposa fueron levantados por fuerzas de la policía y del Ejército. Nunca más se sabría de ellos.

 

Un gran futbolista.
Darío Hernández, quien mientras estudió en Bahía Blanca convivió con Rivada, lo recordó como una excelente persona, dueño de firmes convicciones que militaba en la JP, y que además era un extraordinario futbolista. "Carlitos jugaba de wing derecho, y aquí en Bahía jugó en Liniers, y más tarde en Huracán de Tres Arroyos, donde también compartimos equipo en algún torneo Regional. Pero no sólo eso, sino que también jugaba muy bien al básquetbol. Con lo que nos pagaban por jugar al fútbol nos ayudábamos para pagar el alquiler de una vivienda en la que vivíamos cinco estudiantes", rememoró.
Darío Hernández, después del golpe del 24 de marzo de 1976, debió dejar sus estudios -a cuatro materias de recibirse de ingeniero-, mientras se desempeñaba como ayudante de cátedra en la Universidad bahiense. "Tuve miedo", confesó en el acto homenaje a Carlos Rivada.

 

Secuestro en Tres Arroyos.

 

Ya de regreso en Tres Arroyos Carlos Rivada fue compañero de Ramón Palacio (padre de Rodrigo, el ex jugador de Boca y el seleccionado argentino, hoy jugando en el Inter), quien en un momento del acto de homenaje rememoró que "la noche de su desaparición Carlitos se había lucido otra vez, se quedó al asado posterior, y después se fue en su camionetita Fiat multicarga que había comprado hacía poquito".
Carlos Rivada se recibió de ingeniero electrónico en la Universidad Nacional del Sur (UNS), en Bahía Blanca; en tanto su esposa María Beatriz Loperena era profesora de Letras. Una vez obtenido el título volvió a Tres Arroyos, donde ejercería su profesión y seguiría jugando al fútbol y al básquet.
Según dicen Andrés Vergnano y Guillermo Torremare, en su libro "22. Los tresarroyenses desaparecidos", los servicios -se menciona al policía Julio César Videla, quien sigue en libertad en Tres Arroyos- fotografiaron a Carlos Rivada en el momento en que, junto a sus compañeros, festejaban el título de campeón con Huracán de su ciudad natal. Esas fotos le servirían después a sus captores para individualizarlo.

 

Homenaje.
Fueron infructuosas las gestiones de Héctor Rivada -el padre-, enviando telegramas al dictador Jorge Rafael Videla, al entonces ministro del Interior Albano Harguindeguy, y al propio cardenal Raúl Primatesta. Postrado de dolor habría de fallecer en 1982, sin tener noticia alguna de su hijo y de su nuera.
El mencionado policía y fotógrafo Videla militó en política junto al ex subcomisario Luis Abelardo Patti, y no fue preso por su actuación genocida.
Los hijos de Rivada, Diego y Josefina -acompañados de otros familiares llegados de Tres Arroyos- recibieron múltiples muestras de afecto de los amigos y compañeros de sus padres, tanto en la Universidad -donde se descubrió una placa en honor a Carlos-, como en el colmado Centro Cultural donde se desarrolló una emotiva charla organizada por la UNS y el Club Liniers de Bahía Blanca.

 


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