Jueves 28 de marzo 2024

Una villa turística inaccesible y con servicios malos

Redacción 28/11/2015 - 04.25.hs

Desde hace años el lugar no para de perder visitantes. La ruta que lleva hasta allí está intransitable y ya dejó de ser una buena opción para viajar al sur. La villa carece de servicios básicos y encima el lago está muy bajo.
Mientras gestiona créditos para reforzar su potencial turístico de la villa de Casa de Piedra, el gobierno provincial ha abandonado la villa turística Casa de Piedra a su suerte. Llegar hasta allí es prácticamente imposible por el pésimo estado de la ruta nacional 152, hecho que, junto con la bajante del lago ha obligado que viajeros y turistas opten por evitar ese tramo. Desde entonces el lugar no para de perder visitantes. La villa no cuenta con cajero automático, la estación de servicio de Pampetrol tiene problemas reiterados con el posnet y toda la infraestructura del lugar ha quedado sobredimensionada. Hasta el propietario del único hotel privado pensó en cerrar.
Años atrás Casa de Piedra era la esperanza turística de La Pampa, una provincia donde este tipo de recursos no abundan. A su cercanía con un enorme espejo de agua -en una provincia donde el agua es un bien muy escaso- se sumó el dato anecdótico pero atractivo de ser la localidad más joven del país. Todo esto ocurrió durante el primer gobierno de Carlos Verna (2003-2007), período en que la villa vivió su apogeo. Fueron años de muchas inversiones en el lugar, en los que se consolidó prácticamente el 90 por ciento de lo que hay ahora.

 

La decadencia.
En los últimos años el atractivo de la villa disminuyó en forma significativa por dos problemas principales, quizá tres.
Todas las fuentes coinciden en que el problema principal es el pésimo estado de la ruta nacional 152 en el tramo entre el paraje El Carancho y las cercanías de la localidad de Puelches. Esta ruta es la vía obligada para llegar a Casa de Piedra y su intransitabilidad complica la comunicación con una amplia franja del sur y sureste pampeano.
A medida que el deterioro se acentuaba, la cantidad de turistas disminuía en forma proporcional y la villa reflejaba esa caída con una pérdida continua de visitantes.
La ruta 152 es de jurisdicción nacional y corresponde al distrito 21 de Vialidad Nacional, con sede en Santa Rosa. Sus responsables tardaron más de la cuenta en poner en marcha el mecanismo para su reparación y cuando lo hicieron, recurrieron a parches de dudosa efectividad. Son reparaciones pobres que, coinciden todos, durarán menos que un suspiro.
El gobierno provincial hizo poco para reclamarle a Nación la reparación urgente e integral del camino. De hecho, cuando una empresa pampeana le pidió respaldo para encarar los arreglos, desde Casa de Gobierno no hubo ni la más mínima reacción.
Si ahora hay alguna tarea en marcha es por la queja que hizo una empresa de colectivos -publicó una solicitada amenazando con cambiar de trayecto-, de viajantes y vecinos de la zona, y por una triste estadística de accidentes fatales.

 

El lago más bajo.
El segundo factor es la retracción del lago artificial a raíz del bajo escurrimiento que desde hace años tiene el río Colorado. Esto produjo que la línea de costa se retirara muchos metros y el lago quedara muy alejado de lo que eran sus playas habituales. Es un fenómeno natural y como tal, la mano del hombre poco puede hacer.
La recuperación del río Colorado, que parece estar saliendo de un sexenio de caudales pobres, ya se está sintiendo en el lago, que incrementa su nivel a razón de unos centímetros por día. Pero aún hoy el agua está lejos de la villa y la imagen es poco agradable, menos aún desde un punto de vista turístico.

 

Inversiones.
Aunque se han realizado inversiones millonarias en el lugar, Casa de Piedra sigue desprovista de servicios básicos para cualquier población, más aún una que está alejada de los grandes centros y que pretende ser un destino turístico. ¿El principal? No tiene cajero automático ni hay ninguna forma de proveerse de dinero en efectivo en el lugar. La única opción es viajar los 100 kilómetros hasta General Roca, provincia de Río Negro, y allí extraer dinero. Es lo que deben hacer los empleados públicos que hay en el lugar, que son la casi totalidad de sus habitantes, para cobrar su sueldo.
La estación de servicios de Pampetrol también viene sufriendo las consecuencias de la pérdida de turistas. Su volumen de actividad comercial ha disminuido en forma significativa y sus prestaciones también. Un dato preocupante: la mayoría de las veces no funciona el sistema posnet y no se puede pagar con tarjeta de débito. La única opción es abonar en efectivo.

 

El petróleo no anduvo.
El petróleo no colaboró con la reactivación de la villa. En su momento aparentó ser una alternativa pero el tiempo dijo que no, por lo menos hasta ahora.
En las cercanías del lago tanto el gobierno provincial como la empresa Pampetrol licitaron trabajos exploratorios en áreas hidrocarburíferas de la zona, generando un importante movimiento de personas que, en muchos casos, recurrieron a los hoteles de Casa de Piedra para hospedarse. Alguna empresa incluso instaló su "campamento" en la periferia de la villa.
Pero los trabajos exploratorios no lograron detectar la presencia de petróleo en la zona, y luego de un tiempo los equipos petroleros se fueron del lugar.

 

Cascarón vacío.
Durante la gestión de Oscar Jorge se siguió invirtiendo en infraestructura para la villa pero no al ritmo de su antecesor, Carlos Verna. En estos años se terminó el edificio para el Centro Comercial y se construyó una moderna pista de aterrizaje para aviones.
Sin embargo, el centro comercial es un cascarón vacío en el que solo hay dos oficinas ocupadas, una por los bomberos voluntarios del lugar, y otra por una persona que dicta clases particulares de artes plásticas. El resto del edificio está desaprovechado.
La pista de aviación ha tenido un uso limitado y esporádico ya que está pensada principalmente para emergencias sanitarias.
Entre los puntos a favor de la villa -además de los senderos y cartelería presentados días atrás- cabe señalar que la proveeduría del lugar, que estuvo cerrada durante casi un año, se reactivó y al día de hoy sigue funcionando; que cuenta con la estación de servicio de Pampetrol -aunque no estaría funcionando la gomería- y que para alojarse, el lugar dispone de tres posibilidades: el albergue de la provincia, un par de cabañas privadas y el hotel de Lorca. El albergue, como tal, está destinado a delegaciones y contingentes; las cabañas y el hotel, para visitantes particulares.

 

"Pensé en cerrar el hotel".
"La villa está muy triste". Sin eufemismos y con tono resignado, el empresario Rodolfo Lorca contó que el panorama del lugar dista del de años atrás, cuando era el orgullo de la mayoría de los pampeanos. El fue uno de esos pampeanos que decidió invertir en ese enclave turístico en medio de la inmensidad patagónica y construyó en el lugar un hotel, el único hotel privado del lugar.
"El problema es que es imposible llegar a Casa de Piedra", diagnosticó Lorca cuando se le preguntó cuál es el origen de la crisis que vive Casa de Piedra. "Se están haciendo algunas reparaciones -reconoció- pero son pan para hoy y hambre para mañana". De hecho, sostuvo, hubo una tanda de arreglos hace unos 20 días "y ya está igual que antes".
"Para los que hemos apostado a Casa de Piedra, es un grave problema, un problemón", reflexionó el empresario, que deslizó, con algo de cautela, que "al gobierno provincial le faltó ponerse la pilas y reclamar un poco más por la ruta 152".
A eso se suma, dijo, "que los servicios son mínimos, porque no hay infraestructura como para que la gente que viene a pasar un fin de semana tenga todo lo que necesita". "No hay cajero automático, hay una única proveeduría, un solo restaurante...", enumeró.
El hotel de Lorca se encuentra junto a la estación de servicio de Pampetrol y es un coqueto y moderno establecimiento de 23 habitaciones con capacidad para 57 visitantes. En sus mejores épocas se nutría de tres tipo de visitantes: los que iban a pasar un fin de semana en la villa, los que viajaban hacia el sur del país, y algunos trabajadores petroleros. Hoy no ha quedado prácticamente nada de ello.
Con pocas esperanzas, Lorca confesó que las expectativas para este verano no son muy alentadoras. Quizá un poco mejor que el año pasado, pero no mucho.
Por ahora, el empresario revalidará su esperanza en la villa y en que vengan mejores tiempos. "Vamos a intentar tenerlo abierto, pero es cierto que por un momento se nos pasó por la cabeza cerrarlo. Si, pensé en cerrarlo", confesó.

 


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