Viernes 15 de marzo 2024

"Vine más confundido de lo que salí"

Redacción 02/01/2009 - 03.48.hs

Gabriel Storcchi está en Santa Rosa donde pasó el Año Nuevo. Se queda para ver la competencia del Rally Dakar. Durante su travesía, en el colmo del "fierrero", participó como extra en el rodaje de "Rápido y furioso IV".
Ocho meses de viaje. 35 mil kilómetros recorridos. Una travesía por 14 países, hasta llegar al estado más nórdico de uno de ellos. Casi 30 mil fotografías. Otro tanto de historias y anécdotas. Quién sabe cuántas ciudades y pueblos visitados. Y hasta la participación, como extra, en dos escenas de Rápido y Furioso IV, en la ciudad de Los Angeles. Todo lo enumerado formó parte del sueño cumplido de Gabriel Storcchi: unir en su Chevy (modelo '78) a nuestro país y Alaska.
El joven, de 37 años, está de regreso y se quedó en la casa de la familia De La Arada, en esta capital, para recibir el año nuevo y despuntar su pasión por los "fierros" siguiendo el paso del Rally Dakar por La Pampa. Toda su travesía está contada en un sitio web -www.alaskaacaballo.com.ar- donde se lo puede ver en fotografías junto a "El Pibe" Valderrama o René Higuita, en Colombia; buena parte del staff de "El Chavo", en México; o durante el rodaje de la cuarta parte de la película de Hollywood, en los Estados Unidos, junto a los actores Paul Walker y Vin Diesel, entre otros.

 

Pedido póstumo.
Gabriel había pasado por Santa Rosa el 12 de diciembre de 2007, a tres días de iniciar su viaje en el barrio porteño de Congreso, donde dejó a su familia. Venía a cumplir el pedido póstumo de su padre: que sus cenizas fueran esparcidas en un campo de nuestra provincia, en el monte. Llegó a Alaska en el mes de setiembre. Volvió en barco, junto a su auto hasta Punta Arenas, en Chile. Desde allí regresó a esta capital.
Los De La Arada son parte de la familia de este Licenciado en Sistemas que se tomó un año sabático para recorrer el continente de punta a punta, enlazando Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Estados Unidos, Canadá y Alaska. A más de un año de su partida, Gabriel dialogó con Radio Noticias en la casa de la calle Guayaquil donde se encuentra descansando. "En los próximos días cerraré el viaje llegando a Buenos Aires", explicó.
-¿Cómo fue el regreso?
-El regreso fue muy duro, traté de conseguir algún sponsor que me diera una mano para mandar el auto en barco. Un argentino me dijo que me iba a ayudar con el pasaje en avión hasta Buenos Aires, entonces me decidí a afrontar el gasto de embarcar el auto. Me corría el tiempo porque se venía el frío y la nieve en Alaska. Además no podía bajar manejando porque me había quedado sin frenos en una rueda y el auto se pone muy inestable. Después que largué el auto en barco, el argentino me dijo que no me podía llevar hasta Buenos Aires. Así que tuve que ingeniármelas para regresar.
-¿Qué recuerdos trajiste?
-Conocí gente rica, gente pobre, gente buena, gente mala. Participé como extra en la película "Rápido y Furioso IV", les di las llaves del auto para que lo usaran pero finalmente no lo utilizaron, pero sí aparezco como extra en dos escenas. Estuve mirando como filmaban algunas escenas de la película. Estaba en Los Angeles, en medio de toda esa gente y un día, el mecánico, me llevó a tomar algo con ellos, yo no tomo, pero ellos se emborracharon, entonces tuve que manejarles la camioneta. De golpe estaba con una camioneta enorme, del doble del tamaño de las que vemos por acá, manejando en Beverly Hills o en Hollywood. Estuve con El Chavo (Roberto Gómez Bolaños), doña Florinda (Florinda Meza), el profesor Jirafales (Rubén Aguirre), "el Pibe" Valderrama, René Higuita...
-¿Creés que cualquiera puede hacer un viaje de estos?
-Desde el más pobre hasta el más rico. Tenés que acomodar tu viaje a tus posibilidades. Soy Licenciado en Sistemas y hago administración de bases de datos. Busqué ayuda de un montón de empresas y sobre todo de los concesionarios y agencias Chevrolet. En Perú, en una agencia, le cambiaron gratis al auto todos los amortiguadores y elásticos. Lo mismo ocurrió a lo largo de varios países donde me ayudaron a reparar el auto y mantenerlo. Dormía en la Chevy o en las casas de las personas que me invitaban, casi no gasté un peso en alojamiento.
-¿Tuviste miedo en algún momento del viaje?
-Mi sensación es que Argentina es el país más inseguro de todos. Sólo en Tucumán me robaron y también en Usuhaia. En Canadá me quisieron llevar unos bidones de combustible. Pero en los otros países, no. Tuve miedo en Perú, donde la gente me decía: "En esta ciudad no pares porque es peligrosa, pero en esta sí". Llevaba una hoja donde me había anotado en qué lugares podía detenerme y en cuáles no. Tuve mucho miedo pero nunca me pasó nada. Luego, cuando ingresé a Ecuador, me relajé y sólo me siguió el temor a que el auto se rompiera. En Colombia entrené con el equipo de fútbol de Magdalena, donde está "el Pibe" Valderrama.
-¿Volverías a hacer un viaje de estos?
-Para ir otra vez tendría que acomodar temas familiares y de trabajo y buscar sponsors. Mi sueño es unir Suecia con Australia, que para mí, es la otra parte del mundo. También con la Chevy. En el sitio hay un botón de donaciones y pienso sacar un libro.
-¿Qué conclusión sacaste de esta experiencia?
-Vine más confundido de lo que salí. En el camino te encontrás con que la gente humilde es la que te da todo. Había un tipo en México que no tenía ni baño en la casa, no sólo que me invitó a comer y no me dejó pagarle ni un solo peso, sino que me regaló una camiseta de México 86. Me dijo que era muy especial para él, entonces le regalé la mía de Argentina. Hicimos un intercambio de camisetas y seguí viaje. Después, más al norte, te encontrás con gente que tiene todo pero a la vez tiene miedo de perder un dólar, mucho más fríos y temerosos. Creo que nosotros somos más ricos que ellos.
-¿Cuándo te reencontrarás con tu familia?
-Supongo que en unos días me reencontraré con mi familia. Ahora me entusiasma quedarme en La Pampa para ver el Rally Dakar.

 

Vieja y nueva tecnología.
El auto de Gabriel es una mezcla de vieja y nueva tecnología, como él mismo gusta de explicar. “Tiene un panel solar en el baúl que alimenta una segunda batería, que la uso en paralelo con la principal. Esa batería me salvó en Ecuador cuando se me rompió la principal. Si no era por eso me quedaba de a pie. Además le coloqué un conversor de energía, de 12 a 220 voltios, y con eso puedo alimentar las pilas para la cámara de fotos y cargar la filmadora”.
También incorporó a su Chevy un rastreador satelital que le regaló una empresa. El dispositivo va conectado a una computadora que lo acompañó encendida durante todo el recorrido. “Se bancó desde el frío extremo hasta el calor más agobiante, que lo pasé en el desierto de Arizona, llegando a Las Vegas. Para darse una idea de la temperatura que hace ahí habría que tomar el día más caluroso de Argentina y multiplicarlo por dos”, aseguró.
Su pasión por la Chevy nació en su infancia. Su padre siempre tuvo ese modelo de auto. En una oportunidad, el padre llevó a toda la familia, incluido Gabriel, hasta Jujuy. Fueron en la coupé, con la cual llevaban una casa rodante. “Siempre me dije por qué no seguir más allá de Jujuy”, había contado el aventurero durante su paso por Santa Rosa en diciembre de 2007.

 


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