Miércoles 17 de abril 2024

Cuando se lleva los amigos en el alma

Redacción 20/10/2019 - 00.21.hs

Es enfermero de profesión, y en breve se acogerá a la jubilación. Jugador de fútbol desde siempre, despunta el vicio en torneos de veteranos. Horacio es de las personas que hace de la amistad un culto.
MARIO VEGA
Debe ser lindo llegar a cierta altura de la existencia y caer en la cuenta que el recorrerla no ha sido en vano... Al momento de un balance poder observar que la columna del haber cuenta con más registros que las del debe, después de ese cotidiano trajinar a los que no somete la vida.
Alguien ha dicho que alguna vez, en la tarde de la vida, le llegan a uno los recuerdos, e imágenes de momentos transcurridos... y es cuando se nos ocurre mirar en derredor, y resulta bueno ver que se tiene el amor de los afectos más cercanos, el cariño de los amigos y el respeto de casi todos. Y el casi todos está referido a lo que siempre digo: nadie tiene toda la tribuna a favor. Nunca.

 

De Villa Tomás Mason.
Horacio Zalabardo (65) -en realidad Jorge Horacio-, es una persona que supo ganarse esos sentimientos que tienen que ver con la familia, los amigos y de quienes lo conocen. Por su desenvolvimiento en diversos ámbitos: en su caso el fútbol -que aún practica regularmente, aunque ahora sea en veteranos-, y en su actividad como enfermero profesional.
Horacio es alguien que conozco desde hace muchos años, aunque no había profundizado la relación por esas cosas de la vida... nos criamos en el mismo barrio, cercano al Club Argentino, en Villa Tomás Mason; pero hubo circunstancias que a lo mejor no hicieron posible un acercamiento que -gradualmente- se fue dando con el paso de los años.

 

De buena madera.
Hace pocos días tuve la suerte de compartir con él -y otro grupo importante- buenos momentos en un nuevo torneo de veteranos de fútbol, que se desarrolló en Cipolletti.
Y fue allí -en esa corta convivencia-, que pude advertir que la imagen que me había forjado de Horacio respondía a lo que venía pensando de él desde hace tiempo: está hecho de buena madera.
Se lo puede advertir en ese estado de ánimo siempre arriba, en esa forma de ser en la que en forma permanente está a mano la frase ingeniosa y divertida, y en un alto sentido de la solidaridad que manifiesta tanto dentro como fuera de la cancha.

 

La familia.
Integrante de un hogar humilde, es hijo de Jorge Antonio, Policía de Territorios Nacionales‚ y de Adelina Mocca (ambos fallecidos). Horacio es el mayor de seis hermanos, y le siguen Olga, Omar, Néstor, Analía y Hugo.
Está casado desde hace por lo menos cuatro décadas con Dora Amalia Kremer, la muchacha entrerriana que conoció cuando cursaba sus estudios secundarios en Villa Libertador General San Martín (Entre Ríos), en la escuela Adventista del Plata. Con la "Rusa" como la menciona frecuentemente tienen tres hijos: Mauro (43), Cintia, y Franco (28). Los dos mayores trabajadores sociales -aunque a la hija le gusta el periodismo y despuntó el vicio, con su tío Hugo y con El Vasco Beascochea en un programa radial-, y Franco es destacado jugador de básquet que estuvo en diversas partes del país, y hoy es fundamental en el plantel de All Boys que disputa el Torneo Federal. Pero además están los nietos, Lautaro (20), Augusto (15), Emilio (8), Alma (7) y Felicitas (4).

 

A metros del Club Argentino.
"Cuando volvimos a Santa Rosa desde Rawson, donde estaba destinado papá, vivimos primero en el Hospital viejo (hoy barrio Güemes), y más tarde fuimos a San Juan 1.032, a metros del Club Argentino", recuerda.
Horacio tiene presente que fue "una infancia linda pero algo complicada por la cuestión económica... pero si éramos pobres no nos dábamos cuenta, porque fuimos felices. Yo era el mayor y siempre trataba de hacer algo para colaborar con la familia".
Y no se queja: "La primaria en la 'gloriosa' ex 314, con maestros como Regino Gómez Luna, Paniego, el director que era Reynaldo Prandi. Era buen alumno, alguna vez fui escolta de la bandera, y me metían en los actos a recitar", se retrotrae con la memoria.

 

"Mamá llevaba las riendas".
Después el secundario en la ENET 1 (ex Escuela Fábrica), que se ubicaba en 9 de Julio y González, edificio al que volvió, porque ahora es el Ministerio de Salud donde trabaja... "Las vueltas de la vida", reconoce, dado que allí está a cargo del Departamento de Enfermería de la provincia.
Vuelve sobre su infancia y señala que la madre era la que ponía los límites, "llevaba las riendas, y el viejo algún consejito que otro... Pero no recuerdo que alguna vez nos hayan pegado: bastaba con que nos miraran", sonríe.
"Salía de la escuela, almorzaba y a la calle generalmente con Omar. Volvía de noche, después de haber pasado por la canchita de la 314, e íbamos a la plaza frente a la Catedral... no vendíamos diarios ni lustrábamos, pero en un cantero jugábamos a la pelota con Marcial Villegas, Justino Heredia, Brujo Cabral, que eran todos un poco más grandes".

 

Siempre el fútbol.
En una barriada humilde, la pelota es el primer juego -sino el único- que tenían los chicos de aquellos tiempos, cuando ni a Julio Verne se le ocurría que habría celulares, tablet y entretenimientos por Internet.
"Sí, por eso siempre el fútbol... antes de irme a Entre Ríos, primero en los 'baby fútbol', en el Club Argentino, San Martín, en Toay, en la Capilla La Sagrada Familia: Jugué para Papelera Omar (equipo que hacía uno de mis tíos, Julio Vega), la 'Crush', que hacía el señor De La Fuente, y jugaban su hijo Carlos, Chachi García, El Vasco Zalabardo (su primo querido) 'El enano' Soria... nos dirigía la Mula Porcel. Era increíble, porque hasta nos hacía hacer una pequeña concentración, almorzábamos todos juntos... tiempos inolvidables", expresa.

 

Debut en primera.
Rápidamente, sumado a los equipos de cuarta división que dirigía "Don Caliba, debuté en la primera de Argentino con Nelson Festa... me puso de wing derecho y me marcó el Ruso Marusich, que era bravísimo... Yo tenía unas canillitas que daba pena, y él era un hombre muy fuerte, y metía miedo...", rememora.
Enseguida llegaría el momento de partir a terminar el secundario en el colegio religioso entrerriano, donde se recibió y hasta llegó a ser presidente del Centro Estudiantes Varones del Secundario. Porque además el instituto tenía un sector de mujeres, donde cursaba quien luego sería primero su novia y después su esposa. "Estuve en el centro de estudiantes y me gustaba, y con el tiempo me fui dando cuenta que era así, que me gusta consensuar, que me salía eso de apoyar al otro, en cualquier circunstancia", puntualiza.

 

Horacio, el vidriero.
En Villa Libertador General San Martín se quedaría -luego de finalizar el secundario- otros tres años, hasta que decidió regresar a Santa Rosa junto con su esposa, "a remarla aquí", dice.
Ya de vuelta "el primero que me dio trabajo fue Germinal Germignani. En su vidriería aprendí, y trabajábamos como locos, en los barrios del IPAV, aquí y en el interior... pero además se portó de manera increíble conmigo, por eso lo llegué a apreciar muchísimo...".

 

Un hombre agradecido.
Y en el reconocimiento menciona una anécdota: "No teníamos nada de nada... Primero con la 'Rusa' estuvimos en mi casa paterna, y después en una quinta muy lejos, atrás del hospital, de donde me venía en bicicleta o caminando... Un día Germignani me llevó a un comercio de artículos del hogar y me dijo: 'llevá todo lo que precisás'. No entendía nada, porque no tenía forma de pagarlo. '¿Sos tonto o te hacés?', insistió. Así compré heladera, cocina, lavarropas... de todo. Me lo iba a descontar en cuotas, pero creo que lo hizo un par de meses y nunca más. Ese gesto no se puede equiparar con nada. ¿No te parece?", me interroga y casi se contesta a la vez.
No quiere dejar de nombrar a Horacio Germignani, quien con el tiempo puso su propia vidriería, y con él Zalabardo se iría a trabajar: "Es también es uno de mis más grandes amigos...", asegura.

 

Y la pelota, otra vez...
En ese entonces tenía 21 años, "jugaba torneos de barrio con el Vasco Zalabardo, 'El enano Soria', pero nada más. Un día me encontré con el 'Gordito' (Jorge) Arias, y me dice: 'San Martín está por hacer fútbol, ¿te querés sumar?'. Le contesté encantado, y volví a la Liga Cultural en un equipo donde jugaba Derlis (Beto) Sánchez, con quien nos cruzábamos toda la ciudad desde Tomás Mason a la Villa Santillán para entrenar; José Miranda, Beto Beanatte, María Bustos, Miguel Miranda, El Indio Felipe Arrieta, Valentín Arce, el Zurdo Gatica... El entrenador era Carlitos Cabrera, 'El Mudo', un verdadero personaje y casi un padre para todos", lo recuerda.

 

Viviendo en "la vecindad"
Horacio señala que Cabrera "hasta alquiló un conventillo entre Civit y Lope de Vega, donde nos metió a todos... incluidos yo y mi señora... Era 'La vecindad' del Chavo", se ríe con ganas. "El club nos pagaba el alquiler, y además podíamos comprar fiado con libreta en el almacén de Pedrito Erns, un querido dirigente de la Villa. De alguna manera San Martín nos ayudaba", admite.
Se lamenta Horacio porque cuando se fue "la Villa salió campeón, con el Negro Salas, mi hermano Hugo, Gustavo Balcaza, Nino Funes. Estergidio Pérez, el más grande jugador que vi por aquí. Y también Alfredito Sauro, el Vasco Beascochea y Dani Pérez. ¿Estergidio? Fue el mejor que vi en mi vida, porque tiene el talento y la seguridad del saber".

 

Con grandes jugadores.
Horacio Zalabardo estuvo después dos años en All Boys, compartiendo con algunos del gran equipo auriazul que se estaban yendo, como Marcelo Urtiaga, Aldo Bafundo, Julio Pérez, Chuleta Cufré y Cacho Ledesma. En ese equipo también estaban César Losino, Baltasar Barrios y Pipi Guzmán", menciona.
Al hablar de los Zalabardo dice que su primo El Vasco -a quien con la Rusa fueron recientemente a visitar en Barcelona, donde vive con Marta, su esposa- era un crack, pero "lo echaban mucho, y a mí también por bocón... Por eso digo que Hugo, mi hermano menor, era el que nivelaba y creo que podría haber llegado más lejos", opina.

 

Por muchos clubes.
En su periplo futbolero vistió la camiseta de la Selección de la Liga Cultural, con "el medio campo que era el de San Martín, con Jorge Arias, Valentín Arce y yo. Fueron partidos amistosos... Más tarde me llevó Nelson Festa para el torneo Mayor y el Regional que jugó General Belgrano", agrega.
Estuvo en varios clubes, y también en Colonia San Juan, Guardia del Monte, Estudiantil de Castex -fue su último año oficial- con Caio Valcarcel y Daniel Petrucci.
Horacio no puede dejar de hablar de "Colores" Facio, que en un momento era el entrenador: "Un personaje... Lo querías tomar en serio pero siempre te hacía reir".

 

Los veteranos.
Más tarde llegarían los torneos de veteranos, y muchos argentinos de esa categoría junto a otros notables ex jugadores: en los primeros jugaban Miguel Díaz, su hermano Gustavo, Cacho Ledesma, Horacio Rosales, Caio, el Ruso Retcher de Winifreda, Petrucci, el Gato Suárez. Esa vez en Villa Mercedes consagraron a Estergidio como el mejor del torneo.
Se habrían de dar un gran gusto, cuando en Paraná salieron campeones dirigidos por Chiquito Rodríguez. Ese plantel sumaba a Manolo Archanco, Negro Rodríguez, Oscar Cerenignana, Callejero Erro, Omar Zalabardo, Ñoqui Lescano, Achi Cosci. "De esos torneos falté a uno solo desde 1994 cuando empezaron. Todos estos campeonatos los disfruté totalmente, más allá de los dolores que siempre te aparecen a esta edad", completa.

 

Trabajador de la Salud.
En 1986 Horacio entró a trabajar -junto con Caio Valcarcel- en el Hospital Lucio Molas, en el sector Mantenimiento Servicios Generales. "Un día nos agarró el director, el doctor Arletti, y nos dice que teníamos que hacer de camilleros; y al tiempo que debíamos estudiar enfermería... y bueno, fuimos a la Escuela 'Joaquín Ferro', donde nos recibimos de auxiliar de enfermería. Después de eso nos capacitamos en la Universidad de Medicina de Rosario -en la subsede en Bahía Blanca-, y de a poco me fue interesando más y más hasta que me di cuenta que era lo mío", admite.

 

La profesión de enfermero.
¿Qué es ser enfermero? "No es todo como dicen los libros, porque alguien lo puede definir como la prestación de un servicio, el cuidado de un semejante... Pero es bastante más, y hay que capacitarse, tener un espíritu contenedor, sacrificado, abnegado,ser solidarios... Diría que es una de las carreras más versátiles, con un abanico de actividades, y más nos capacitamos y más se nos abre. Estoy cumpliendo 28 años en la profesión... y sí, ahora me estoy yendo...", dice con cierta melancolía.
Cuenta que "estuve siempre en el Molas, pero ahora desde 2017 estoy a cargo del Departamento de Enfermería de la provincia, que depende de la Subsecretaría de Salud. Pero además hace 25 años también soy enfermero en la CPE Santa Rosa... así que tuve dos trabajos mucho tiempo", resume.

 

Lo que viene.
Horacio es un tipo afectivo... "y creo que todavía más después de un episodio de hace poco más de dos años: tuve un infarto, me colocaron un par de sten y quedé bien... por eso sigo jugando", explica. "A lo mejor eso también me puso más sensible... me pasan cosas, sobre todo cuando tengo presente mi familia...", dice y se le humedece la mirada. "Me ha pasado que después que falleció mi mamá, hace unos seis años, por un tiempo no pude volver a la casa donde ahora vive una de mis hermanas", amplía.
"Me preguntás por lo que viene y supongo que tiene que ver con los míos... con los hijos, disfrutar los nietos que me vuelven loco. Eso, cosas simples... y si puedo, por supuesto el fútbol. ¿O a vos qué te parece?". Y no se necesita respuesta, claro.
Y también viajar, como le gusta. Hace poco pudo visitar en Barcelona al Vasco, su primo y amigo. "Antes andábamos mucho en el país, junto con una cuñada, Nelda, que falleció... y bueno, esa es un poco la idea: seguir andando", se esperanza.

 

El atardecer de la vida.
Alguien ha dicho que llega un momento que es el atardecer de la vida... y esta es la etapa que atraviesa Horacio. Queda mucho camino por recorrer aún, con la familia en primer plano, pero con el fútbol siempre allí.
En el final menciona que el domingo (hoy) es el Día de la Madre. "así que dejame recordar a la mía... y saludarlas a todas: a mi esposa, a mi hija que es mamá, a mis nueras...".
En el resumen hay que señalar que Horacio es de esa clase de gente que hace de la amistad un culto... "A mis amigos les adeudo la ternura/y las palabras de aliento y el abrazo;/el compartir con todos ellos la factura/que nos presenta la vida, paso a paso"... y efectivamente es, como canta Alberto Cortez, de los que "lleva los amigos en el alma...".

 

El tesoro más preciado.
Si algo no le falta a Horacio Zalabardo son amigos bien ganados en distintos ámbitos. Seguramente son, junto a la familia, el tesoro más preciado que pueda tener un hombre.
"Me voy a olvidar de alguno... pero para zafar te digo que de los muchachos que jugaron, y juegan, al fútbol conmigo, todos fueron buenos amigos... Primero con mis hermanos Omar, Hugo y Néstor y no quiero dejar de lado a mis hermanas... pero del fútbol tengo que mencionar a muchos: 'Pantera' Rodríguez, con el que todos los días, por cualquier motivo, nos hablamos por teléfono. También a Caio Valcarcel, los hermanos Erro (Callejero y Chupete), no me quiero olvidar de Horacio Germignani... Carlitos Aymú, Roberto Forestier, Gasolero García, Puchi González... No nombro más a nadie, y quedo mal con un montón... Y no me quiero olvidar de los que ya no están -y se pone serio-, como Topo Gallinger, el Perro Barreto, Beto Beanatte", resume. Y menciona además a los amigos del barrio, como Timoteo Muñoz, El Laucha Fernández y el Gordito Alfaro: "Andábamos todo el día juntos", evoca.
El grupo futbolero de hoy -el de veteranos- comparte un watsap donde todos los días se cruzan bromas picantes: "Casi siempre el que empieza es mi hermano Omar, y los otros no se quedan atrás", sonríe.
Horacio recuerda como Roberto Forestier se sumó: "Un día teníamos que jugar en Pico un partido de 'las leyendas', o algo así... nos faltaba un vehículo y el 'Calle' (Erro) dice conozco al gerente del Casino. Lo invitamos y que ponga el auto... dicho y hecho: 'Cómo no... pásenme a buscar', nos dice contento. Ahí le contestamos que ya salíamos, que mejor viniera en el suyo: la cuestión es que cuando fue a cargar nafta, en la estación de servicio, de los acompañantes uno agarró para el baño, el otro fue a comprar pastillas... Por supuesto pagó Roberto", se ríe con ganas. "Él pensaba que lo invitábamos porque jugaba bien, pero lo importante era el auto", completa.
Al final se refiere a un suceso triste: "Una vez estábamos jugando en veteranos y se descompuso Huguito Paghouapé... ese día, con Omar le hicimos RCP y logramos sacarlo de un paro cardíaco. Diez años más tarde, en su casa, tuvo otro episodio y no pudo salir... Fuimos al velatorio y su esposa ese día nos dijo: 'esta vez no estaban ustedes'... Nos dolió muchísimo", cierra.

 

"Vivir como corresponde".
"Estoy en ese trámite... ya casi me jubilo. Y espero lo que nos merecemos todos los que trabajamos tantos años: vivir como corresponde", expresó Zalabardo. "Siempre milité en el PJ, y lo de Macri realmente nos pone en una muy mala situación", agrega no sin razón.
Se sabe que jubilación proviene del latín 'jubilare', que significa gritar de alegría, que no les pasa hoy precisamente a quienes acceden a ella.
Es verdad que además depende de cada uno, aunque también del gobierno de turno, porque si toca uno neoliberal es para temer y preocuparse.
Suele suceder que un día, ya jubilada, una persona se levanta y no sabe dónde ir, ni qué hacer con las horas que le sobran... y entonces se puede sentir un enorme vacío.
Por supuesto ese momento debiera ser, en realidad, la oportunidad de desarrollarse en una nueva etapa de la mano de la sabiduría y la experiencia adquirida. "Tengo expectativas que un nuevo gobierno pueda cambiar este estado de cosas", concluyó Horacio.

 

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