Viernes 12 de abril 2024

Destacan a investigador pampeano

Redacción 16/01/2018 - 00.46.hs

En una de sus últimas publicaciones del mes de diciembre, el portal oficial del Conicet dedicó su artículo principal a un joven científico chaqueño que desde hace cinco años está radicado en nuestra provincia. Se trata de Luciano Merini, investigador que se desempeña en el INTA Anguil, donde desarrolla estrategias para biorremediar suelos contaminados con agroquímicos, y en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNLPam.
El motivo central del artículo del Conicet fue la incorporación de Merini al Programa Nacional Ciencia y Justicia del Conicet, donde integrará el Consejo Asesor y aportará sus amplios conocimientos en ciencias que, a priori, surgen como inconexas. "¿En qué se parecen un centenar de plantas adentro de un invernadero criadas como promesa para remediar suelos contaminados, con un puñado de pelos que es la única prueba extraída de una escena del crimen y podría ayudar a resolver un caso?", planteaba aquel artículo en su primer párrafo. "En que ambos pueden estar bajo la lupa de Luciano Merini, un científico híbrido, bioquímico, toxicólogo, doctor en biotecnología e investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de La Pampa", respondía. Faltó en esa enumeración decir que también es docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNLPam.
Según Conicet, "Luciano Merini es un científico híbrido, porque con su formación de base se dedicó a estudiar desde la física, la química y la bioquímica muestras forenses, y luego, en su doctorado, se volcó hacia la ecotoxicología, en la resolución de problemáticas ambientales ofreciendo soluciones ecológicas para la remediación". Su incorporación al Programa Nacional Ciencia y Justicia del Conicet implica un regreso "al primer amor": rastrear muestras para asesorar como perito al sistema judicial y aportar su experticia en temas ambientales que lleguen a la Justicia.

 

Curiosidad.
"Es verdad que tengo dos líneas: una es la ambiental y otra la toxicológica, pero son dos líneas alternativas que se construyeron una sobre la otra. Uso ambas líneas en ambos lados", contó Merini al portal de Conicet. Desde niño sentía curiosidad por la mezcla de sustancias: en su casa jugaba a armar explosivos caseros y era reprendido por comerse las espirales antimosquitos. A los 8, le regalaron su primer juego didáctico de química. A los 18, desde Chaco, donde pasó su infancia, decidió mudarse a Corrientes para estudiar bioquímica. Desde allí, al terminar la carrera, dio el salto hacia Capital Federal para especializarse en Toxicología en el Centro de Asesoramiento Toxicológico Analítico (Cenatoxa), que funciona dentro de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). "Hasta entonces, hacía análisis bioquímico. Pero me parecía que le faltaba lo novedoso, era muy rutinario y previsible. Como siempre fui muy curioso, en el análisis toxicológico de sustancias encontré mi verdadera vocación", valoró.
Es que las muestras toxicológicas pueden ser muchas: desde un papel, una fibra o un pelo, hasta cualquier objeto, en apariencia intrascendente, que puede ser vital y plausible de analizar en pos de resolver un caso forense. "Esa diversidad hace que los conocimientos que uno tiene y que parecieran ociosos o misceláneas, empiecen a tener sentido: la naturaleza química de las cosas, por ejemplo. Todo te sirve para hacer inferencias. Por eso yo digo que la toxicología forense es una disciplina en la que se puede aplicar todo".

 

De regreso al interior.
Después de Buenos Aires, llegó La Pampa. Desde hace cinco años el joven investigador está radicado en la zona de quintas interurbana entre Santa Rosa y Toay, allí donde la ciudad y el campo se superponen. Esa elección de su nueva patria chica no es casual: "En Chaco me crié frente al campo; entonces vivir en Buenos Aires, donde la naturaleza se limita a un metro cuadrado, ya no era una opción, y menos cuando tenés hijos pequeños", contó en una comunicación telefónica con LA ARENA. "Con mi esposa decidimos que era tiempo de mudarnos". Por diversos motivos, el Norte del país "no era una opción" para la familia así que la alternativa de La Pampa apareció con fuerza. El hecho de que su esposa sea oriunda de General Pico influyó en la decisión.
Para Luciano, el cambio fue bastante fuerte. "En Chaco yo estaba acostumbrado a otro paisaje. Pensá que frecuentaba mucho el río Paraná, un río de 3 kilómetros de ancho y 20 metros de profundidad. Y acá no hay mucha agua que digamos", contrastó el investigador, risas de por medio. "Igualmente, ahora estamos recuperando el Atuel, y eso es bueno...", acotó, hablando ahora en primera persona.
Los inviernos chaqueños no son tan duros como los pampeanos, pero los veranos sí que son más intensos. "Allí tenés todos los años dos semanas continuadas de 43 grados para arriba", contó.
La ciudad de Resistencia, con su radio periférico, suma unas 800.000 personas, más del doble de lo que tiene toda la provincia de La Pampa. "La cuestión poblacional se refleja en la dinámica social", analizó el joven. "El hecho de que mi mujer sea de Pico me ayudó a incorporarme a los círculos sociales, porque acá al fin y al cabo, todos se conocen. Si no hubiera sido así, seguramente habría costado un poco más".
Lo que valora sobremanera Merini es la apertura y la cordialidad de la sociedad pampeana. "En estos pocos años he hecho verdaderos amigos", remarcó.

 

Biorremediación de suelos.
En Buenos Aires, donde vivió durante 13 años, Merini se desempeñaba como investigador en el Conicet con lugar de trabajo en la Universidad de Buenos Aires. En la UBA tenía además cargos en tres materias, todas del área de Química.
Cuando decidió mudarse a La Pampa, Merini pidió el pase de su cargo de investigador al INTA Anguil, el que le fue otorgado. Ahora se desempeña en la Laboratorio de Malezas y Herbicidas de la Estación Experimental. "Mi área de trabajo es la biotecnología aplicada al agro. Diseño estrategias biotecnológicas para fitorremediar herbicidas en el contexto del agro", explicó. Esto significa "utilizar plantas y microorganismos para degradar los contaminantes del suelo", precisó.
Para esa misma época, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNLPam llamó a un concurso para designar profesor en la materia Química Ambiental, una asignatura que se había creado a la luz del nuevo plan de estudios de la Licenciatura en Química. Merini se postuló y ganó el concurso. Desde entonces está al frente de esta cátedra como profesor adjunto.

 

"Chochos".
A fines de diciembre de 2017, fue la decana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Graciela Alfonso, quien replicó el artículo publicado en el portal de Conicet y expresó sus felicitaciones al docente de esa casa de estudios por la publicación en Conicet y por su incorporación al programa de Ciencia y Justicia.
"Nosotros estamos chochos con la decisión de habernos venido, no nos arrepentimos para nada", reiteró el investigador, hablando en nombre suyo, de su esposa y de sus dos pequeños hijos, Vicente de 8 años, y Benicio de 5.

 

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