Viernes 22 de marzo 2024

El avance de la naturaleza

Redaccion 06/04/2020 - 21.24.hs

A tres semanas de haberse iniciado la cuarentena obligatoria, impuesta con el único objetivo de frenar el avance de la pandemia del coronavirus, las plazas y parques dispersos en toda la ciudad de Santa Rosa comienzan a evidenciar la falta de mantenimiento: césped alto y ejércitos de insectos invadieron estos espacios ante la ausencia de los vecinos.
Con el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio, la capital pampeana sufrió un parate casi total: el movimiento del día a día se limitó y, en algunos momentos, el silencio se adueña de las calles. Sin embargo, hubo un actor que nunca se detuvo: la naturaleza.
Su accionar está a la vista en todos los espacios verdes que tiene la ciudad, donde el pasto comenzó a crecer, aprovechando la ausencia de los vecinos y que la Municipalidad funciona con un limitado grupo de trabajadores.
¿El problema? Además del impacto estético que esto provoca -evidenciando cierto descuido, otro inconveniente son los insectos. Uno de los paseos más utilizados por los santarroseños es el de las vías del ferrocarril y que, en estos días, prácticamente quedó desierto. En este espacio verde, el pasto creció de forma considerable, los brotes de árboles y arbustos están a la vista, mientras que los yuyos son visibles.
Una situación similar vive la plaza Tomás Mason, del barrio homónimo, donde la plaqueta identificatoria quedó «rodeada» por el paso y la maleza. A unas cuadras de allí, la Spinetto, también evidencia este tipo de descuido.

 

Un pedido.
«Esperemos que cuando termine esto, vengan de la municipalidad a cortar el pasto y hacer el mantenimiento de la plaza», explicó una vecina que vive en la calle Joaquín Ferro a LA ARENA, en frente de la plaza Tomás Mason. «Pasó el tiempo y quedó todo abandonado, además de que se ve feo, el problema también son los bichos, especialmente los mosquitos», se lamentó.»No puedo dejar las ventanas abiertas». Esa queja provino de otra vecina que en este caso vive sobre la avenida Alsina, a pocos metros del Molino Werner.
«Cuando atardece, los mosquitos son insoportables. Toda la ciudad debe estar igual pero acá se siente mucho», precisó. Ante la falta de movimiento en la ciudad, nuevos paseantes toman las calles en las que su presencia habría sido impensable tiempo atrás. Se trata de distintas especies de animales que habitan la periferia de los núcleos urbanos y que ahora, al desaparecer el bullicio, llegan a buscar alimento.

 

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