Jueves 28 de marzo 2024

"Lo maté porque estaba sufriendo mucho y gritaba"

Redacción 30/06/2018 - 08.00.hs

El impactante crimen que en la semana conmovió a la provincia y que acabó con la vida del empleado municipal santarroseño Diego Loza sumó en las últimas horas confesiones escalofriantes respecto a cómo actuaron los dos jóvenes que están imputados de un homicidio "triplemente agravado", según la figura judicial impuesta.
El cadáver de Loza, de 34 años, fue encontrado en su departamento de Emilio Zola y Avenida Luro el lunes a la noche, alrededor de las 22. En su cuerpo tenía un tiro en el codo izquierdo, otro en el tobillo izquierdo y uno más en la boca (que fue el que le produjo la muerte).
Según afirmaron a este diario fuentes ligadas a la investigación del hecho, uno de los detenidos habría confesado que le dio el tiro del final "porque estaba sufriendo mucho".
"Lo maté porque estaba sufriendo mucho y gritaba", habría sido la frase de uno de los detenidos por el aberrante crimen y al responder las preguntas de los investigadores respecto a las causas del tiro mortal a Loza.
Vale recordar que a las pocas horas del hecho la policía detuvo a Walter Rojas Pedraza, de 22 años, y a un menor de 17 años, que fueron formalizados por la Justicia.
Las características espantosas del crimen que se conocieron a las pocas del hallazgo del cadáver se suman ahora las palabras de uno de los implicados.

 

El hecho.
El homicidio se habría perpetuado el sábado, mientras la víctima estaba en el baño. Lo sorprendieron, y después de un forcejeo, le propinaron un disparo que le rozó el pie, y otro que le atravesó el codo.
Esto provocó que Loza cayera al piso, y desde ahí, lo habrían rematado de un disparo en la boca con un arma calibre 22. Lo curioso es que los homicidas pasaron todo el sábado y el domingo en ese domicilio, junto al cadáver que, posteriormente, depositaron en el balcón.
Incluso, según diversas fuentes, durante esas horas llegaron a vender, entre otros objetos, el televisor a través de la red social Facebook; y se dieron tiempo para comprar empanadas en una rotisería, y volver al domicilio.
El domingo por la noche habrían sentido algo extraño, y decidieron finalmente abandonar el lugar. Además, se especula que, en un principio, eran tres las personas decididas a atracar, pero luego uno se habría arrepentido.

 

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