Viernes 05 de abril 2024

«No fue obra de improvisado»

Redaccion 01/07/2020 - 22.03.hs

Felisa Acevedo falleció como consecuencia de «una hemorragia interna por traumatismos múltiples», provocados por «puntapiés y golpes muy fuertes, que le rompieron el diafragma y le fracturaron costillas», afirmó Juan Carlos Toulouse. El médico forense ofreció el primero de siete testimonios con los que ayer continuó el juicio oral por el crimen de Acevedo (86 años), ocurrido el 31 de octubre de 2018, en un departamento del Barrio Calfucurá, y por el que están imputados Pablo Daniel O’Lery y Melody Cecilia Martines, presuntos autores de «homicidio criminis causa, en concurso real con robo» (Art. 80 inc. 7 del Código Penal).
Durante la tercera jornada del juicio, el tribunal integrado por los jueces Andrés Olié, Daniel Sáez Zamora y Gastón Boulenaz, escuchó previamente al defensor particular de Martines, Gastón Gómez, quien planteó que Juan «Toto» Gómez estaría radicado en Santa Fe y no podrá testificar hoy, como estaba programado. La presencia de este testigo podría resultar clave en el proceso oral, luego de que Franco Nicolás Ríos declarase el martes que Gómez también escuchó a Martines confesar que había golpeado a Acevedo con una barreta.
Sobre estas lesiones cerebrales (la víctima recibió al menos cuatro golpes en el cráneo) Tulouse consideró que si bien pudieron provocar un «estado vegetativo», no fueron determinantes para el fallecimiento. La mujer fue hallada inconsciente por su nieta varios días después del ataque y permaneció internada tres semanas en el hospital, hasta su fallecimiento, el 21 de noviembre.

 

«Inteligente, pensante».
La investigación policial concluyó que O’Lery y Martines serían materialmente responsables de asesinar a la abuela, con el fin de encubrir el robo perpetrado en su departamento, donde la joven trabajaba periódicamente como doméstica. De acuerdo a la acusación del fiscal Facundo Bon Dergham, ambos ingresaron a la casa con fines de robo y golpearon brutalmente a Acevedo para evitar que reconociera a Martines.
También testificaron ayer cuatro efectivos policiales, Damián Alberto Torres, Marcelo Enrique Calderón, Horacio José César Cabrillana y Jorge Eduardo Haim; un técnico en alarmas, Juan Manuel Abt, y un conocido de los acusados, Miguel Angel Ferreyra.
Calderón y Cabrillana explicaron que empezaron a conocer algunos detalles del crimen a partir de las declaraciones de Ríos. Cabrillana aseguró además que un episodio como éste «no es obra de un improvisado» y agregó: «en algún allanamiento vi handies» en el domicilio de O’Lery. También comentó que a Ríos no lo conocía de antes pero se dedicó a chequear y confirmar los datos que había ofrecido para «saber si su aporte era real». Ambos policías afirmaron que Ríos les contó que aquella noche vio llegar a Martines a su propia casa, llorando y ensangrentada. Ella confesó entonces «me las mandé, me las mandé», provocando que Ríos se fuera enseguida, asustado.
Calderón también recordó que O´Lery estuvo involucrado en robos a una escribanía y a un carnicero. «En la jerga policial no lo calificaríamos como un ratero, sino como un ladrón. Es una persona inteligente, pensante, con quien se puede hablar, que supera lo que consideramos un delincuente común», aseveró. También afirmó que tiene capacidad para desarrollar tareas de inteligencia y planificar su trabajo. Entonces, el defensor de O´Lery (Gastón Gómez) le preguntó sí conocía bien a Franco Ríos: Calderón dijo saber que «siendo menor cometió varios delitos».
El juicio oral comenzó el lunes, cuando los imputados eligieron guardar silencio, y continuó el martes con una serie de testimonios que fortalecieron la hipótesis de la fiscalía y comprometieron a los acusados, quienes podrían recibir una pena de hasta reclusión perpetua si se demuestra que fueron culpables.

 


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