Sabado 20 de abril 2024

Puccio: "Yo no me arrepiento de nada"

Redacción 22/11/2009 - 01.11.hs
El ex convicto dice que el jefe de esa organización fue el coronel retirado Rodolfo Victorino Franco. Además, asegura no tener patrimonio y se queja porque la Justicia no le permite viajar a Buenos Aires.
"Si hemos de seguir los mandatos de nuestro Señor y Salvador, debemos de sembrar semillas de bondad donde quiera que vayamos", dice el primer párrafo de un folleto que lleva en el maletín Arquímedes Puccio, el hombre que fue condenado a reclusión perpetua por comandar en la década del '80 una banda dedicada a secuestrar y asesinar empresarios.
Por primera vez en casi 25 años Puccio accedió hablar en un reportaje concertado. Por espacio de más de tres horas describió aspectos de su vida y mostró documentación personal.
LA ARENA es el único medio que logró entrevistar al hombre que fue señalado como jefe de una banda criminal. En libertad condicional, pero con un férreo control por parte de la Justicia, Puccio vive en esta ciudad, pero no puede salir de ella. El magistrado Sergio Delgado, titular del Juzgado de Ejecución penal 1, con sede en Capital Federal, no ha permitido que viaje a Buenos Aires. Puccio busca radicarse allí, pero también quiere jurar su titulo de abogado, carrera universitaria que concretó mientras estuvo como interno en Devoto.

"Infierno".
"La cárcel es la representación misma del infierno", dice Puccio al referirse a sus años en distintos penales. Asegura que fue el principal impulsor de la iniciativa para que los internos puedan estudiar carreras universitarias o cursar el secundario. "Yo cumplí con creces con la justicia", agrega al evaluar la cantidad de años tras las rejas. La libertad condicional le fue otorgada cuando el fiscal subrogante de Ejecución Penal, Jorge Andrades, dictaminó a favor de otorgarle el beneficio. Entre otras cosas, tuvo en cuenta el tiempo que llevaba detenido, la conducta y el concepto "ejemplar 10" en prisión, y el hecho de que se haya extinguido la "temibilidad" y la "peligrosidad". Andrades consideró que Arquímedes llevaba 53 años detenido, ya que le computó el tiempo que estuvo preso sin condena en cuatro causas, que luego se unificaron al momento de dictarle la condena de reclusión perpetua en 1995.
Durante la entrevista Puccio repasa casi toda su vida y resalta todas las "actividades" ligadas a la política y al peronismo desde su juventud. Con 80 años mantiene lucidez sobre nombres, fechas y lugares. También mantiene una pétrea expresión cuando debe abordar las zonas oscuras de su vida.
-Cuando mira hacia atrás ¿de qué se arrepiente?
-De nada me arrepiento, todo lo hice con mi convicción, todo lo hice con patriotismo y con mi verdad.
Para Arquímedes Rafael Puccio -nombres que heredó de un tío materno- los secuestros de los empresarios por los cuales fue procesado y condenado no fueron tales. "Fueron apropiaciones", dice. Además, asegura por primera vez que él no era quien comandaba la banda que operaba en su casa de San Isidro. La organización estaba compuesta por sus hijos, Daniel Puccio y Alejandro Puccio; el militar retirado Rodolfo Franco y sus amigos Guillermo Fernández Laborde y Roberto Oscar Díaz. A casi 25 años de ser atrapados, Puccio afirma: "Yo nunca fui jefe de esa situación, lo era el coronel (Rodolfo) Franco, un hombre patriota, con personalidad. Siempre me señalan a mí, pero yo no hablé nunca".
Puccio recuerda que luego de recibirse de "perito mercantil" en la Escuela Superior de Comercio 3 y cuando todavía no había cumplido 19 años, ingresó a la Cancillería, por influencia de su padre, Juan.
Al año siguiente lo destinaron a la Embajada Argentina en Madrid como correo diplomático. Tiempo después se vio involucrado en una causa al encontrar en una valija diplomática 250 pistolas Beretta provenientes de Italia. El proceso se atenuó porque las armas eran de calibre 22, pero le valió la exoneración años más tarde. "Mi hermano era quien vendía armas, eran sólo unas pistolitas, y por ese hecho estuve nueve años con captura recomendada, una barbaridad, una causa fabricada", explica Puccio.
La hostilidad se desata en el entrevistado cuando recuerda la muerte de su hijo Alejandro, fallecido en junio de 2008 cuando gozaba de libertad condicional. Puccio, asevera que su familia "nada tuvo que ver" con los secuestros. Además, dice no tener patrimonio propio y que donó en vida su casa de San Isidro -a la que denomina "lugar histórico"- a familiares y amigos.
"Vivo de la generosidad de mis amigos y la bondad de los hermanos evangelistas", asegura.
Luego vuelve a cargar contra el juez que no le permite viajar a Buenos Aires y revela que en poco tiempo se harán presentaciones judiciales que sorprenderán. "Yo fui traicionado por mi abogado defensor, Pedro Bianchi, que se vendió a la querella y no me dejaron defender", agrega.
Antes de marcharse extrae del maletín documentación, notas presentadas ante la justicia y otros organismos, como el consejo de Ciencias Económicas, que integró de joven apenas se recibió de contador público. El último papel que desembolsa y rubrica se titula "bondad", lleva una frase de Juan Wesley y una cita de Jesús, del evangelio de Mateo.

 

Conocían las víctimas.
Arquímedes Puccio nació en el barrio porteño de Barracas, un 14 de septiembre de 1929. Es el mayor de cuatro hermanos, tres varones y una mujer. Afirma que su abuelo era un "hombre rico" y que él nació en "cuna de oro". Se casó con la profesora de contabilidad y matemática Epifanía Angeles Calvo, con quien tuvo cinco hijos: Alejandro, Silvia, Daniel, Guillermo y Adriana. Con los años, compró una casona en San Isidro, en la calle Martín y Omar esquina 25 de Mayo, lugar usado como "cárcel del pueblo". De acuerdo con la investigación judicial, la organización que secuestró y asesinó a empresarios estuvo compuesta por Arquímedes Puccio, Alejandro Puccio, Guillermo Fernández Laborda, el militar Rodoldo Victoriano Franco, Gustavo Contepomi, Daniel Puccio y el albañil Herculeano Vilca.
Entre las víctimas figuran Ricardo Manoukian que tenía 24 años y era amigo de Alejandro Puccio. Fue secuestrado el 22 de julio de 1982, en San Isidro. Se lo llevaron cuando salía de un depósito de los supermercados de la familia, en Martínez. Por él se pagó un rescate de 500.000 dólares. Pero igual lo asesinaron. Eduardo Arlet: ingeniero industrial, fue secuestrado el 5 de mayo de 1983 en Barrio Norte. Estaba casado y tenía 25 años. Se conocía con Alejandro Puccio porque jugaba al rugby. Su familia pagó 100.000 dólares. Pero lo asesinaron.
En 1987 hallaron su cadáver en General Rodríguez. Emilio Naum: dueño de dos casas de ropa, tenía 38 años. El 22 de junio de 1984, vio que Arquímedes Puccio -a quien conocía- le hacía señas y paró con su auto. Se resistió, le pegaron un tiro en el pecho. Fernández Laborda confesó haberle disparado. Nema Bollini de Prado tenía 58 años cuando la secuestraron, en 1985. Su familia era dueña de una concesionaria de autos. Estuvo 32 días en el sótano de la casa de los Puccio, atada con una cadena al tobillo. Fue la única sobreviviente.
El descubrimiento de la trama delictiva comenzó a concretarse el 23 de agosto de 1985, cuando un grupo de la División Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal, comandado por el comisario Mario Fernández, detuvo junto a la cancha de Huracán a Arquímedes, su hijo Daniel y Guillermo Fernández Laborda, que se aprestaban a cobrar el rescate exigido por la empresaria Bollini de Prado, que estaba encerrada en el calabozo del sótano de los Puccio. Arquímedes les dijo a los policías que su casa estaba dinamitada, para evitar que fueran y ganar tiempo. Fue inútil. Cuando la partida llegó a liberar de su calvario a la viuda de Prado, Alejandro festejaba a su novia, Mónica Sorvik, en el estar del primer piso.

 


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