Martes 23 de abril 2024

Testigos de un crimen temen por la liberación del homicida

Redacción 20/08/2013 - 06.31.hs

El "caso Creado" fue el crimen más recordado y macabro después del de Gonzani. El homicida está detenido en un pabellón de la Unidad Penal 4 y podría quedar libre en días por su edad. Los testigos se sienten amenazados.
Testigos del juicio que llevó a la primera condena por reclusión perpetua que se dictó en La Pampa temen por la liberación del homicida, hoy alojado en la Unidad Penal 4. El homicida es Saúl Honorio Ferrari, de 73 años, el que luego de transcurrir su pena en varias cárceles del país y pedir en distintas oportunidades su libertad, su caso lo estaría tratando el juez Martín Saravia. Fuentes judiciales indicaron que podría quedar libre y que radicaría su domicilio en General Roca, en Río Negro.
Sin embargo, los testigos del caso temen por su seguridad, ya que ha el preso habría hecho llegar amenazas de distinta manera. Fuentes policiales indicaron a LA ARENA que se trata de una persona de "mucha peligrosidad" y que ya había tenido una condena a prisión perpetua previa por otro homicidio.
El hecho que llevó a Ferrari a la reclusión perpetua fue conocido como el "caso Creado" y ocurrió en 1987 en un quinta de Toay. Allí el acusado decapitó e incineró a la víctima. El homicidio tuvo mucha repercusión por entonces a partir de los detalles del crimen y el desarrollo de la investigación que llevó a su esclarecimiento. De hecho, la prensa habló entonces "del homicidio más tenebroso en la zona desde el recordado caso Gonzani", el funcionario provincial que mató y descuartizó a su mujer en 1969.

 

Descubierto.
Las fuentes indican que el 3 de abril de 1987 fue detenida una mujer de 24 años y un joven de 18 años en Toay que iban en un Jeep y llevaban un televisor que había sido robado. Al no poder acreditar su propiedad, la policía los detuvo y allanó la casa de la mujer en la zona de quintas, ubicada sobre la avenida Perón. Allí convivía con Juan Cruz Cárdenas -también llamado Juan Cruz Ceballos o Juan Andrés Cárdenas Ceballos-, quien no estaba en el lugar. Sin embargo, se encontraron otros elementos producto de robos, entre ellos tres camisas y un reloj Rólex. La mujer afirmó que se los había regalado Ferrari a Cárdenas.
Fue el subsecretario general de la Gobernación de entonces, Cándido Díaz, el que dio la pista a la policía que condujo a Juan Pedro Creado, empleado de ese organismo de 36 años, que vendía camisas de esa marca y tenía un reloj similar, ya que identificó los elementos como suyos. El hombre había desaparecido días antes.
El 4 de abril fue detenido Ferrari, un hombre que había estado preso con una condena de prisión perpetua por homicidio en Neuquén -un secuestro seguido de muerte- y que había salido en libertad en diciembre de 1984 al reducírsele la pena. Durante los dos años que estuvo libre, había sido involucrado en el crimen de un menor de edad en 25 de Mayo.

 

Detalles macabros.
La investigación estuvo a cargo de la Seccional Quinta de Toay que estaba bajo las órdenes del comisario Tomás Díaz, y la instrucción la llevó el Juzgado Número 3, a cargo del juez Abel Depetris. Allanado el domicilio de Ferrari, en la sección quintas al norte de Toay, se secuestró una valija que pertenecía a Creado y otros elementos que la víctima vendía. El homicida lleva puestos los zapatos del vendedor, que tenían una mancha de sangre.
En la quinta, poco después, se encontraron restos óseos calcinados. Ferrari había incinerado el cuerpo de Creado utilizando varias cubiertas. Poco después aparecieron varios testigos que contaron algunos pormenores del hecho, como que la víctima había sido decapitada.
Según las conclusiones de la Policía y la Justicia, se probó que hubo ensañamiento en el crimen. La investigación determinó que Creado había ido a la quinta de Ferrari portando una valija. Había llegado en micro desde Santa Rosa. La muerte se produjo cuando en la madrugada del 4 de abril ambos preparaban un asado. Ferrari le pidió a Creado que diera vuelta la carne y cuando le dio la espalda le aplicó un garrotazo en la nuca. Tambaleante, se dio vuelta y Ferrari lo volvió a golpear. Caída la víctima en el piso, el homicida tomó un hacha y le seccionó la cabeza. Luego empezó a quemar el cuerpo, trámite que duró toda la noche.
El juicio lo llevó adelante la Cámara del Crimen Número 2 en 1988. Sus integrantes fueron los encargados de dictar la condena más grave aplicada hasta ese momento en la historia judicial de la provincia y que fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia.

 


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