Jueves 11 de abril 2024

Apertura global para afianzar la alternativa

Redacción 28/04/2015 - 04.10.hs

Señor Director:
Con la gestión cumplida en Moscú la pasada semana, la Argentina ha avanzado en su política de apertura global.
Esta política fue intentada ya en el siglo pasado. El presidente Frondizi estuvo en China y buscó aperturas comerciales en momento poco propicio para ambas partes. El gobierno argentino estaba asentado sobre bases políticas frágiles (había ganado sumando el voto del peronismo proscripto) y China pasaba por un difícil proceso de adaptación después del triunfo maoísta. Transcurrieron años antes de que China eligiese un capitalismo de cuño propio que ha terminado llevándola a ser una de las grandes potencias económicas con el poder político internacional consiguiente. Frondizi no tardaría a abandonar la presidencia por golpe militar (con el habitual apoyo civil) y la Argentina seguiría soportando la era golpista hasta la dictadura. Recién al final de ésta la presidencia de Alfonsín reinició la búsqueda de un camino propio que permitiese completar el proceso de independencia.
Alfonsín avanzó de manera significativa al cambiar la relación con Brasil (de hipótesis de conflicto a aliado estratégico) y la formalización del Mercosur como punto de partida para acuerdos regionales cada vez más abarcadores (ahora ya Unasur y Celac). Las presidencias siguientes causaron retrocesos en esta línea de integración regional y autonomía creciente con respecto a imperios sucesivos: España, después Inglaterra, más tarde Estados Unidos.
La II Guerra Mundial y la guerra fría no desembocaron en un mundo multipolar, pero los cambios se fueron dando. Rusia y China, dejando de lado la revolución de cambiar todo de un solo golpe, habían virado hacia formas más compatibles con Occidente, aceptando reglas del capitalismo predominante sin renegar de su pasado reciente. Ambas naciones tienen base territorial, población y recursos para avanzar rápidamente en el nuevo camino. Rusia es la nación territorialmente más extensa y China, casi tan extensa, es la más poblada. Cuando el presidente Kirchner, instalado en 2003, sintió (en 2005) el acoso de la potencia dominante y de los sectores argentinos que seguían creyéndose expresados por la nación americana y la Unión Europea, contó con alternativas que no se daban de la misma manera cuando los radicales Frondizi y Alfonsín. Kirchner exploró la relación con el tercer mundo y avanzó algunos pasos en esa dirección, pero luego el kirchnerismo volvió a intentar la relación con las grandes potencias emergentes, China y Rusia, que ahora sí ofrecen alternativas con las que pueden operar los países en desarrollo sin que esto implique cerrar las puertas al viejo ámbito internacional.
Tal es el sentido de los viajes de la actual presidenta a China y ahora a Rusia y siempre que se da la oportunidad (la sede de la ONU está allí) también a USA. La política externa toma forma con esta relación múltiple y se complementa con la integración regional y con la reconstrucción de la economía nacional, favorecida por el acierto de haber atraído a la inteligencia argentina dispersa por el mundo.
Éste es el esquema dentro del cual cobran sentido tales viajes y los consiguientes acuerdos con las nuevas grandes potencias sin cerrar ninguno de los canales con las naciones con las cuales tenemos un vínculo de sangre, por la caudalosa inmigración recibida desde Europa. Las recientes emisiones de bonos por el Tesoro y por YPF han obtenido una respuesta singularmente auspiciosa de inversionistas de este ámbito tradicional. Esas inversiones tienen aplicación a políticas de desarrollo: el petróleo, favorecido por la existencia de reservas no tradicionales, la generación de energía y avances industriales de base, todo lo cual tiende a dar tiempo para que maduren los efectos de las políticas de inclusión social y las inversiones en lo educativo, científico y tecnológico.
Atentamente:
JOTAVE

 


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