Domingo 14 de abril 2024

Búsqueda incansable de la abuela mendocina

Redacción 02/09/2015 - 04.13.hs

El anuncio de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, junto a las abuelas biológicas de la nieta restituida, le dio un final feliz a la trágica historia de dos militantes desaparecidos por la dictadura militar-cívica.
IRINA SANTESTEBAN
El 9 de diciembre de 1977 la pareja formada por Walter Hernán Domínguez y Gladys Castro, era secuestrada por una patrulla del Ejército, en la casa que alquilaban en la localidad de Godoy Cruz, en Mendoza. Gladys estaba embarazada de 6 meses, por lo que la restitución de la identidad a la hija que diera a luz durante su detención, cierra una trágica historia de 38 años. A la vez inicia un nuevo camino para una joven que vivió una vida que no era la suya, que comienza con el reconocimiento de su identidad, con una familia que siempre la buscó sin que ella supiera de su existencia.
Con el respeto y la discreción que las caracterizan, y para evitar las manipulaciones de una prensa que no trepida en invadir la intimidad de estas historias dolorosas con tal de dar una primicia, las Abuelas no presentaron a la joven restituida, ni dieron a conocer la identidad con la que vivió hasta ahora. Sólo se dijo que ella no sospechaba que podía ser hija de desaparecidos y que se hizo el análisis de ADN a instancias de la CONADI (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad), desde donde la llamaron en enero de este año, para sugerirle la realización de esos estudios genéticos pues podía ser una hija apropiada.

 

Militantes.
Walter Domínguez y Gladys Castro eran militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), una organización relativamente pequeña dentro de la izquierda, pero muy activa, con base en la ciudad de La Plata y trabajo en otras provincias. El PCML estaba conducido por los hermanos Ríos, alias "Los Cabezones", y en los 70 hizo alianza con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), dirigido por el jefe guerrillero Mario Roberto Santucho. En el marco de esa alianza confluyeron en el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS), que también integró el histórico dirigente sindical cordobés Agustín Tosco.
El libro "Sólo digo Compañeros" de Horacio Rafart, del grupo La Cuarta Pared, relata las historias de militantes secuestrados y desaparecidos de La Plata, Berisso y Ensenada, entre los que figuran numerosos militantes del PCML.

 

Trabajadores y revolucionarios.
Walter era un típico joven de la Generación del ´70, que estudiaba y trabajaba para pagarse sus estudios. Desde los 14 años era empleado en un estudio contable y luego ingresó a Arquitectura, fundando el Centro de Estudiantes de esa facultad y en la que llegó a ser dirigente estudiantil. Gladys estudiaba Diseño pero luego abandonó sus estudios para trabajar en una panadería, un rasgo también de la juventud de aquellos convulsivos años, en los cuales muchos jóvenes abandonaban sus estudios para "proletarizarse".
En diciembre de 1977, la represión militar buscaba al hermano de Walter, Osiris, que trabajaba en la metalúrgica IMPSA, de Enrique Pescarmona, al que fueron a buscar a la casa de sus padres. Al día siguiente cayeron al domicilio de Walter y Gladys y los secuestraron; desde entonces permanecen como detenidos-desaparecidos.
Los padres de ambos los buscaron desde ese día, con el peregrinar que caracterizó a las familias que sufrieron esas pérdidas durante el terrorismo de Estado: juzgados, iglesias, organismos internacionales, etc. Pero la búsqueda no dio resultados, ni por la pareja de Walter y Gladys ni por el hijo que Gladys llevaba en su vientre, que todos pensaban había sido un varón.

 

De ama de casa a Plaza de Mayo.
La historia de María Domínguez, la abuela paterna de la nieta 117, es la de la mayoría de las mujeres que pasaron a ser un emblema de lucha contra la dictadura, y a la vez de un amor más fuerte que todo el odio de los genocidas, capaz de recuperar a los bebés apropiados: las Abuelas de Plaza de Mayo.
De ser un ama de casa, compañera de su esposo trabajador, luego del secuestro de su hijo y su nuera, pasó a convertirse, con un fuerte dolor a cuestas, en la referente mendocina de las Abuelas. Y como tal, dice, no pasó un solo día en que no pensara en su hijo, en buscarlo y en encontrar a su nieto.
En 2001, tuvo una falsa pista, cuando encontró "el rastro de un chico que entregó un militar a su hermana en Córdoba. Estábamos casi seguros de que era mi nieto porque era muy parecido a mi hijo. Después de muchas idas y vueltas logramos que le hicieran un ADN, en un consultorio privado, y dicen que dio negativo. Sigo buscándolo", contó en una entrevista que le hizo el Diario Uno de Mendoza, en el 2011.
En 2012 se realizó el tercer juicio en Mendoza, por los crímenes de la dictadura, en el cual se juzgó a diez oficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Policía de Mendoza. Hubo siete condenas a prisión perpetua, por el secuestro de 32 víctimas, entre ellas figuraban Walter Domínguez y Gladys Castro, los padres de la nieta hoy restituida.
En ese momento, el fiscal de la causa, Dante Vega, al pronunciar los alegatos, dijo que todavía faltaba saber "qué pasó con el nieto de María Assof de Domínguez, pero lo sabremos, confíen que lo sabremos".
Sus palabras tuvieron respuesta 3 años después, gracias al trabajo incansable, a veces silencioso y muchas veces ingrato, de las Abuelas.

 

Discreción en el anuncio.
La joven que hoy es la nieta número 117 no estuvo en la conferencia de prensa y tampoco se reveló la identidad que tuvo hasta el día que conoció su verdadero origen familiar.
En la conferencia de prensa estuvieron presentes sus dos abuelas y un tío paterno, quienes expresaron que, aunque están "ansiosos" por abrazar a la joven, serán pacientes porque un proceso de tantos años no es fácil de asimilar.
Ésta es otra de las características del trabajo de las Abuelas, lejos del sensacionalismo de alguna prensa, que en el caso de Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto de la presidenta de esa organización, fue invasivo y poco respetuoso. Por ello, ahora han reforzado esa actitud discreta, tratando de preservar los procesos de restitución de la identidad, que en algunos casos pueden llevar un tiempo hasta que la persona restituida puede asimilar semejante cambio en su vida.

 

Juicios en Mendoza.
En la provincia de Mendoza se están desarrollando dos juicios contra los responsables de los crímenes del terrorismo de Estado: uno en Mendoza capital, llamado la "megacausa", y otro en San Rafael.
La primera de esas causas lleva más de 17 meses de debate y se adentra en la etapa de alegatos. La fiscal actuante es Patricia Santoni, de la Unidad Fiscal para Delitos de Lesa Humanidad, dentro del Ministerio Público Fiscal que a nivel nacional conduce la Procuradora General, Alejandra Gils Carbó. Santoni participa y colabora en los juicios que se están desarrollando en Mendoza, San Juan y San Luis, con una vasta experiencia en la acusación respecto a los crímenes cometidos durante la última dictadura.
Santoni, que trabaja en conjunto con los fiscales Dante Vega y Daniel Rodríguez Infante, expresó en una entrevista con la radio pública, que se sienten "conformes" con el desarrollo del proceso judicial en la ciudad cuyana. Resaltó la importancia de los testimonios brindados por las víctimas sobrevivientes de los centros clandestinos de detención. Destacó la fuerza probatoria de esas declaraciones, que no sólo aportan los hechos para conocer la verdad de lo sucedido, sino que también son "reparadores" para esas víctimas y los familiares de los desaparecidos.
En el caso de la nieta 117, los casos de sus padres, secuestrados y desaparecidos por la dictadura militar en Mendoza, fueron ventilados en el juicio que se realizó en 2012, pero tal como lo expresara el fiscal Vega, quedaba pendiente saber dónde estaban los restos de la pareja y también encontrar al hijo que Gladys había dado a luz.
La restitución de la identidad a esta joven, así como a los 116 anteriores, es un paso más en la búsqueda de las familias de esos detenidos-desaparecidos, en particular de las Abuelas.
Fueron más de 500 los bebés apropiados por los militares y sus cómplices civiles, pues muchos de esos niños fueron dados a familias con estrechos vínculos con los represores.

 

Iglesia cómplice.
Entre quienes también se mancharon las manos con la apropiación de los bebés, estuvo en lugar importante la jerarquía de la Iglesia Católica.
Así lo revela el caso de Sonia Torres, la Abuela de Córdoba que busca a su nieto, hijo de Silvina Parodi -su hija- y Daniel Orozco, desaparecidos en 1976 en esa ciudad.
En recientes testimonios reflejados por la periodista Marta Platía (Página 12, 31/08/2015), se da cuenta de la complicidad de las monjas de la entonces Cárcel del Buen Pastor, en la apropiación del nieto de Sonia Torres, y que ahora están saliendo a la luz.
Estaría bueno que el Papa Francisco, antes que pedir el arrepentimiento de las mujeres que se han practicado abortos, para acceder a un supuesto "perdón divino", intercediera para que estas otras mujeres -las monjas que participaron en las apropiaciones de niños durante la dictadura- se arrepintieran sinceramente de ese delito y terrible pecado y, lo más importante, revelen a quiénes fueron entregados esos niños.

 


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