Jueves 11 de abril 2024

Conocer a quienes hacen la investigación científica

Redacción 07/07/2015 - 03.29.hs

Señor Director:
No diré que es curioso porque no es cosa nueva: que los científicos consagrados a la investigación sean seres anónimos. Cuando realizan un hallazgo suelen irrumpir en el plano público y conocen la fama, al menos por un tiempo.
Podría decir que es penoso que así suceda, pero solamente en el sentido de que es conveniente que la comunidad esté informada de que existen, que son legión y que constituyen de hecho una cadena mundial. Un tema de investigación científica ocupa a personas de una multitud de universidades y centros especiales, las cuales trabajan coordinadamente comunicándose por revistas que solamente ellas leen. Por ese medio dan cuenta de los casos en que han podido realizar un avance importante (o también) si han abandonado una línea de investigación por considerarla errónea. Cuando se llega al "descubrimiento" determinante (de un premio Nobel) la notoriedad es de uno o de muy pocos, pero la verdad es que la meta alcanzada es la suma de los aciertos y errores de esa legión que trabaja en laboratorios o en escenarios sociales o de la naturaleza. Ha habido conflictos por el ocultamiento de algún nombre, pero en general el científico obra como si sintiese que esos reconocimientos valoran a todos ante la opinión. La razón de esta conducta es que no se trabaja por un premio sino por esa obcecación humana de saber, de entrar un poco más en lo desconocido, de ganar otra batalla por la salud, la previsibilidad y la seguridad, esas carencias que hacen tan incierta la aventura del hombre.
Nuestro país ha sufrido un constante éxodo de científicos. Se van (o se quedan allá si han hecho estudios en el exterior) porque son requeridos, se sienten apreciados y valoran la oportunidad de disponer de medios adecuados para su tarea. Van a los países más desarrollados cuyos dirigentes entienden bien que la inteligencia es tanto o más valiosa que los arsenales. En la Argentina ese éxodo ha sido constante, pero también ha conocido momentos de intensificación por factores políticos, como sucedió en los años 70 y 80 del pasado siglo. Muchos de estos exiliados retornaron a partir de 2003, llamados por el gobierno y desde entonces han podido ser un factor de creciente de importancia para la investigación y la enseñanza y, significativamente, para apuntalar los programas de restablecimiento de la industria, luego del retroceso que suportó desde los 70 y especialmente en la década de los años 90. En menos de doce años han reconstituido centros de investigación y participado activamente en programas de industrialización. Los éxitos en materia de fabricación de satélites y su puesta en órbita alcanzaron resonancia. Menos conocidos son los avances en el conocimiento y las técnicas para el uso de la energía atómica, para reconstruir la industria ferroviaria, para la manipulación de las nanopartículas, para desarrollar la industria alimentaria, para acompañar a la ganadería y la agricultura y para la formalización de proyectos de todo tipo. Un trabajo de investigación y desarrollo tecnológico con relación a sustitución de importaciones provee medios para tratar de superar la extrema dependencia que hemos llegado a tener en esta materia.
Días pasados, al entregar algunos premios Houssay (los mayores en nuestro país) a hombres de ciencia, la presidenta pidió que las cámaras se detuvieran en enfocar a esas personas, porque necesitamos que sean conocidas y que se conozca esa lucha secreta, silenciosa, de millares de investigadores.
Nos hemos distraído demasiado a este respecto y en la misma proporción perdimos posiciones en medidas de bienestar y de autonomía. Nuestras exportaciones primarias tienen precios inferiores a lo que debemos importar como productos terminados o para reanudar la producción propia, gravemente lesionada por las políticas que nos condujeron fatalmente a la crisis de 2002.
Atentamente:
JOTAVE

 


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