Viernes 29 de marzo 2024

Cortocircuito producido en Argentina por el enviado del Departamento de Estado

Redacción 19/12/2009 - 01.18.hs

El chileno-estadounidense Arturo Valenzuela provocó un cortocircuito en las relaciones bilaterales con Argentina, luego de afirmar que aquí existe inseguridad jurídica y los inversores de EE UU tenían mejor onda en 1996.
EMILIO MARÍN
Arturo Valenzuela es el secretario de Estado Adjunto para América Latina, o para "Asuntos Hemisféricos", como traducen las agencias con asiento en Washington.
Es un chileno-estadounidense, más estadounidense que chileno, ubicado en el sector de derecha del partido demócrata. Recién pudo asumir su cargo bajo la administración Obama, luego que el presidente comprometió el voto a favor del reconocimiento de las fraudulentas elecciones en Honduras, organizadas por el golpista Roberto Micheletti. Recién allí los demás senadores, sobre todo republicanos, dieron su consentimiento a la designación.
Dicho en otros términos, su asunción fue fruto de un entendimiento entre demócratas y republicanos en torno al golpe fascista en Honduras. Esa manera de llegar a la máxima designación en el Departamento de Estado para la región no honra precisamente al designado ni a sus designantes.
Para los argentinos interesa refrescar un dato que este cronista consignó hace años: Valenzuela era el presidente fundador del sitio en Internet Nuevamayoria.com, de clara orientación pronorteamericana. Hace tiempo, en su ausencia, lo administra Rosendo Fraga, el columnista habitual de La Nación y otros medios favorables al neoliberalismo.
Así las cosas no debió extrañar que, en su reciente visita a Buenos Aires, el enviado de Obama hiciera declaraciones contrarias a la situación política y económica argentina, y nostalgiosas de lo que aquí ocurría en 1996, durante el menemismo.
Dijo don Arturo: "escuché que existe preocupación por temas de seguridad jurídica y de manejo económico en Argentina y que, a menos que haya cambios, no podrían realizarse las inversiones que se planean. Noté una diferencia con una conversación que tuve aquí en '96. En '96 había mucho entusiasmo e intenciones de mucha inversión".
En este punto el funcionario se hacía eco de las manifestaciones de los empresarios estadounidenses asentados en estos lares, que viven llorando miseria a pesar de que los balances de sus compañías muestran números robustos. Esos ejecutivos están agrupados en la Cámara de Comercio Argentino-Americana (Amcham), cuyo directorio es el siguiente: Presidente: Rolando Meninato-Dow Argentina; Vicepresidente I: Alejandro Bottan-General Electric International; Vicepresidente II: Francisco Crespo-Coca-Cola Argentina; Secretario: José María Zas-American Express Argentina; Tesorero: Enrique Alemañy-Ford Argentina; Pro secretario: Juan Bruchou-Citibank, N.A.; Pro tesorero: Manuel Aguirre-CH2M Hill; Vocal: Miguel Becerra-IBM Argentina; Vocal: Guillermo Fiad-Duke Energy Internacional; Vocal: Ezequiel Gómez Berard-Wal-Mart; Vocal: Fernando Jurado - Cargill.
¿Alguien que esté en su sano juicio piensa que estas empresas de Amcham tienen dificultades como las planteadas por Valenzuela? Al revés, muchos lectores asociarán varios de estos nombres con la lista de los grandes responsables de la gran crisis argentina de 2001, comenzando por el Citibank y otros de turbios negocios, como IBM.

 

Ya lo había dicho Vilma.

 

Los dichos de Valenzuela enojaron mucho al gobierno argentino, que salió a contestarle por medio de Aníbal Fernández, jefe de Gabinete; Florencio Randazzo, ministro del Interior; Julio de Vido, ministro de Infraestructura; Jorge Taiana, canciller y otros como Néstor Kirchner, que formalmente no ocupa cargo en el Ejecutivo pues es diputado recién asumido.
Cada uno de ellos opinó que la intervención de Valenzuela había sido "lamentable", una reivindicación del neoliberalismo y el menemato, "poco feliz", etc. En la lista de criticones también se anotó el embajador argentino ante EEUU, Héctor Timmermann, quien opinó que esas declaraciones habían cambiado la política de la Casa Blanca hacia Argentina sin que su embajada hubiera sido notificada.
Los reclamos de Taiana fueron volcados en un comentario con Hillary Clinton, en Copenhague, donde ambos están participando de la conferencia sobre cambio climático.
Esas críticas de la parte argentina son muy justas. Pero cabe puntualizar que la postura norteamericana no fue estrenada por Valenzuela sino que viene de mucho tiempo antes, sin que se hubieran escuchado críticas ni réplicas oportunas por parte de las autoridades argentinas.
Más aún, se podría decir que hubo algunos silencios y en cierto modo aceptación de aquellas injerencias. Por ejemplo, a poco de asumir la nueva embajada estadounidense en la legación de Palermo, Vilma Socorro Martínez, tuvo expresiones públicas favorables a la empresa Kraft-Terrabusi, que había despedido a 156 obreros de su planta de General Pacheco.
En ese momento los trabajadores libraban una dura pelea por la reincorporación de esos empleados, entre los que había delegados y miembros de la Comisión Interna gremial, legalmente protegidos por la normativa laboral argentina.
Los dichos de Martínez, haciéndose eco de Pedro López Matheu (directivo de Kraft) y demás directivos de AmCham, contradecían la ley laboral del país, configurando, por añadidura, una grave intromisión en los asuntos internos argentinos.
Sin embargo, luego de una breve suspensión de la audiencia prevista entre Martínez y el jefe de Gabinete, finalmente aquella fue recibida por la presidenta de la Nación. En el ínterin la embajadora había sido escrachada en la Universidad de Cuyo. Cristina Fernández la desagravió el 13/11, diciéndole: "en todas partes hay gente intolerante".
Si en ese momento el Ejecutivo le hubiera puesto "la tapa" a la embajadora por sus dichos panegíricos de la multinacional Kraft, quizás ahora Valenzuela se hubiera cuidado de decir lo que dijo...

 

La injerencia.

 

La sucesora de Earl Wayne en la embajada contigua a la Sociedad Rural no se limitó a aquella partida pues volvió a tomar partido a favor de sus multinacionales y en contra de los controles del Estado argentino.
El domingo 13 de diciembre, en un reportaje concedido a La Voz del Interior, la embajadora señaló: "antes de venir para la Argentina me reuní con varios empresarios de mi país y claro que hablan de la necesidad de previsibilidad y reglas claras".
Al día siguiente, lunes 14, el mismo reportaje era amplificado a nivel nacional por Clarín, que por algo es el holding controlante del diario cordobés y tantos otros.
A la hora de zambullirse en la política doméstica, tanto Martínez como Valenzuela, buscaron de escudo a los empresarios estadounidenses, como si ellos fueran la fuente de verdad. ¿Acaso no son los mismos que llevaron a la crisis más grave del imperio y trasmitida a todo el mundo, a partir de setiembre de 2008, habiendo duplicado la tasa de desempleo estadounidense?
La embajadora y el secretario de Estado adjunto se tomaron el cuidado de citar en nombre de quién hablan. Martínez afirmó en esos reportajes que "en Argentina hay 500 empresas estadounidenses que dan trabajo a más de 155 mil argentinos".
En eso se quedó corta pues la página de la cámara mencionada pone números más altos: "actualmente, AmCham nuclea a más de 780 empresas estadounidenses, argentinas y de otros países, que emplean directamente a 320.000 personas en más de 200 plantas distribuidas en todo el país y en todos los rubros de la actividad económica".
O sea que las 500 firmas yanquis son el corazón de un emprendimiento mayor, compartido con otras empresas y socios locales. Por supuesto, estos últimos claman contra la "inseguridad jurídica" con más decibeles que sus socios mayores. Así se disipan las dudas sobre quién es la potencia mundial controlante de la economía argentina...
Hablando claro, de esas compañías las que más se deben haber quejado de la política kirchnerista deben haber sido los bancos y aseguradoras que tenían el control sobre la docena de las AFJP succionantes de los fondos provisionales. Haber dado fin a ese curro fue un gran acierto, uno de los pocos del gobierno de Cristina; el único que meneó esa razón de la polémica actual, justo es reconocerlo, fue Julio de Vido.
El problema político del gobierno es que ahora protesta frente a dichos que considera lamentables. Pero Valenzuela fue recibido por el jefe de Gabinete, así como la embajadora por casi todos los ministros y la propia presidente, que a su vez sonrió con Obama en Trinidad y Tobago, en abril, y en la cumbre del G-20 en Pittsburg, en septiembre.
Mejor sería definirse y bajar completamente el tono de la relación bilateral, a juzgar por la forma como paga el diablo.

 


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