Sabado 16 de marzo 2024

Crece la violencia de la represión policial

Redacción 23/01/2017 - 01.44.hs

En un año de gobierno la gestión de la coalición Cambiemos ha puesto en muy clara evidencia que la protesta y la movilización social, de cualquier signo, tiene una misma respuesta por parte del Estado: la represión. Ese accionar se ha podido ver ante jubilados, estudiantes, trabajadores, aborígenes y cuantos sectores intenten reclamar por sus derechos vulnerados y pretendan manifestarse en las calles.
Por supuesto que la represión no es una herramienta nueva ni fue inaugurada por el macrismo, pero sí son llamativas las formas actuales, con sus despliegues escénicos y elevado nivel de violencia. Algunos analistas de la realidad nacional no han vacilado en señalar que esas metodologías represivas actuales tienen una notable semejanza con las doctrinas antidisturbios promovidas y alentadas por los gobiernos de Estados Unidos y de Israel.
Todo indica que ha sido superada la época en que la tarea corría por cuenta de la policía montada, que hoy ha sido reemplazada por fuerzas de infantería notablemente entrenadas y coordinadas para su accionar, protegidas con escudos y dotadas de armas de fuego que -en una primera instancia- disparan proyectiles de goma pero no descartan los de plomo como se denunció días atrás en Chubut.
No es ninguna novedad que el proyectil de goma puede cumplir una doble función: disuadir por medio del dolor o provocar un daño físico incluso irreparable. Por el modo en que se está utilizando pareciera que no hubiera demasiado empeño en separar ambas alternativas como se pudo ver en los últimos días en más de un operativos de represión y en distintos puntos del país. Una protesta gremial en Buenos Aires y otra por un reclamo de tierras en Chubut tuvo víctimas con impactos en la cabeza y en el rostro. Las imágenes divulgadas mostraron secuelas de brutalidad inconcebible.
En el caso de la represión desatada contra las comunidades mapuches patagónicas se pudo apreciar claramente que las balas policiales y de gendarmería en más de un caso estuvieron dirigidas a partes muy sensibles del cuerpo, incluso vitales. Las fotografías y la televisión mostraron personas heridas en la cabeza, con rotura de los tejidos y sangrado profuso y -lo que es peor- ubicadas a la altura de los ojos y los oídos. En resumen: quienes dispararon aquellas armas no lo hicieron necesariamente hacia el torso y las piernas sino que apuntaron directamente a la cabeza con altísimo riesgo para la salud -incluso para la vida- de las víctimas de un ataque con tan alto grado de salvajismo.
Cabe preguntar si esta metodología obedece a alguna estrategia previamente calculada, si los blancos corren por cuenta de quienes disparan el arma o bien, como en este último caso, si el detalle no importa mayormente ya que se trata de gente paisana, "indios" y "negros" según el lenguaje que algunos funcionarios suelen usar despectivamente.
Por cierto que, además, subleva volver a ver una escena que se pensaba superada para siempre: el uso de fuerzas armadas nacionales para agredir a ciudadanos argentinos que protestan contra una empresa multinacional por la propiedad de la tierra.

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?