De la autonomía relativa al realismo político
Jueves 01 de febrero 2024

De la autonomía relativa al realismo político

Redaccion 29/10/2020 - 22.33.hs

La crisis sanitaria y económica ha puesto al gobierno en una encrucijada de final incierto mientras que la oposición derechista, los mercados y los medios hegemónicos colocaron al oficialismo a la defensiva.
EDUARDO LUCITA*
El gobierno tiene abiertos frentes en lo económico, en lo político y en lo social. En casi todos los casos se ve empujado a salir de esas disputas asumiendo posiciones que lo escoran a derecha.
Se trata de un giro que va de los intentos de «autonomía relativa» frente a los poderes fácticos a la llamada «real politik» (política realista) que, según la definición más usual, es aquella que se sustenta en «consideraciones de circunstancias y factores dados, en lugar de nociones ideológicas explícitas o premisas éticas y morales».

 

Cara y cruz.
La negociación de la deuda externa con los acreedores privados, aplaudida y votada por todos, con excepción de la izquierda, ha quedado totalmente desdibujada, por la caída de las cotizaciones de los nuevos bonos. La gestión de la pandemia y la formación de un consejo asesor de científicos que era considerada un éxito, ahora es vista como un gran fracaso, en el mejor de los casos como una muestra de impotencia pendiente de la vacuna. La emisión monetaria, recurso necesario para atender la crisis sanitaria, evitar el desempleo y quiebras empresarias en cadena, es señalada ahora como responsable de la corrida cambiaria y el riesgo hiperinflacionario. Los intentos de ordenar la economía resultan frustrados por presiones devaluatorias del «mercado» (productores y consumidores) que llevan la brecha entre el tipo de cambio oficial y los alternativos a valores superiores al 100 por ciento. El superávit comercial que muestra el éxito de la política de control de cambios y administración de reservas, es ahora limitado por clásicas maniobras de «mercado» en el comercio exterior (adelanto de importaciones, postergación de exportaciones, sobre y subfacturación).
Así el combo de crisis sanitaria y económica ha instalado al gobierno nacional en una encrucijada de final incierto que lo expone en sus ambigüedades y contradicciones. Mientras que la oposición derechista, los mercados y los medios hegemónicos, han puesto al oficialismo a la defensiva.

 

Poco espacio.
El resultado más general es que la imagen del gobierno está cayendo, la figura presidencial ve cuestionada su autoridad y su gabinete muestra manifiestas dificultades de gestión. Todo redunda en que el gobierno ha perdido iniciativa política, o si se quiere le queda poco margen de maniobra. Esa suerte de vacío político no es ocupado por la oposición derechista que es mucho más homogénea ideológicamente que la coalición oficialista y tiene la capacidad de montarse sobre los errores, incongruencias y contradicciones del gobierno, pero tiene sus límites. Esos límites están impuestos por la propia pandemia. En todo el mundo hay la convicción que para esta situación mundial el mercado no ofrece soluciones, por el contrario se necesita del Estado. Esto es lo contrario de lo que está inscripto en el ADN de Juntos por el Cambio, por eso mismo el capital más concentrado aprovecha los espacios que esta abre pero no le da su pleno apoyo.

 

Giros y contragiros.
En un contexto de debilidad extrema y de fuerte crisis muchos integrantes del Frente de Todos y no pocos funcionarios han hecho suyo el razonamiento que didácticamente expresara el analista Martín Rodríguez: «La agenda kirchnerista no organiza hoy al país. No hay margen para lo que no sea la reconstrucción socioeconómica». Léase apenas administrar la crisis. En esa línea el gobierno no tiene más margen que hacer propios algunos puntos de la agenda derechista dejando de lado sus intenciones de autonomía relativa del poder económico, lo que no significa que sea expresión de ese poder.
El cambio de denominación «impuesto a la riqueza» por el menos irritativo «aporte solidario y obligatorio por única vez» es más que emblemático del giro hacia la real politik. Antes había sido el pasaje de la expropiación de Vicentín a un acuerdo con lo más concentrado del complejo agroindustrial, luego la participación en el coloquio de IDEA, que se completó con el recibimiento en Olivos de los dos principales dirigentes del grupo Techint y la renovación del Plan Gas (que implica grandes subsidios a las petroleras y el posible reingreso de Tecnopetrol a Vaca Muerta), de la decisión de no volver a endeudarse a emitir bonos, en pesos ajustables por el tipo de cambio y en dólares para facilitar la salida de deuda en pesos que detentan algunos fondos de inversión. En el plano político sobresalen el cambio frente al FMI, de negociar un nuevo stand by que reemplace al actual, se pasaría a uno de facilidades extendidas (podría incluir un nuevo aporte de dólares), apoyo al informe Bachelet sobre los DDHH en Venezuela (en parte compensado por la negativa a firmar el documento del Grupo Lima), las concesiones a los amotinados de la bonaerense (en salarios y equipamiento), el archivo del informe del BCRA solicitado por el propio Presidente (sobre el ingreso y fuga de divisas en el período Macri).

 

En el desfiladero.
En el horizonte cercano se perfila una suerte de «tormenta perfecta», todos los esfuerzos del gobierno en estos días están concentrados en controlar la crisis cambiaria, cerrar la brecha, evitar una devaluación que podría desatar una espiral inflacionaria con fuerte impacto social. Mientras tanto el empleo sigue cayendo, la Canasta Básica Total pegó un nuevo salto, los salarios, las jubilaciones y otros ingresos populares pierden sistemáticamente poder adquisitivo, en la economía real no hay precios y comienza cierto desabastecimiento de productos. La pobreza crece. La sensación de que la coyuntura se ha comido al porvenir, de que no hay futuro como no sea el día a día va ganando espacios en vastos sectores de la sociedad.
En su reciente carta abierta a propósito del décimo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, la vicepresidenta Cristina Fernández describe esta situación: «el freno de la economía y la incertidumbre generalizada sobre qué va a pasar con nuestras vidas es angustiante» a la par que avala el giro pragmático del gobierno «nos guste o nos guste es la realidad, con ella podés hacer cualquier cosa, menos ignorarla» y termina proponiendo un gran acuerdo nacional.
Está todo dicho.

 

*Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?