Jueves 11 de abril 2024

¿De qué se trata la renta básica?

Redaccion 13/08/2020 - 22.16.hs

La pandemia agudizó las problemas socioeconómicos aquí y en el mundo: crece la desigualdad, el desempleo y la pobreza y caen los salarios. El debate sobre el ingreso universal no es nuevo, sí lo es que lo trate el gobierno.
EDUARDO LUCITA*
La crisis de la economía profundizada por la pandemia dejará un saldo más que oneroso en términos sociales, caída de los salarios, aumento de la pobreza, mayores desigualdades sociales. En todo el mundo y también entre nosotros de discute como poner un piso a esta situación.
Renta básica universal (RBU), ingreso ciudadano, salario social garantizado, renta mínima… son algunas de las denominaciones que desde hace varias décadas circulan por el mundo, especialmente en Europa. Con ellas se intenta identificar una política estatal tendiente a contener la situación de los excluidos por el sistema del capital. Este debate llegó ahora a nuestras costas.
No es nuevo, ya desde hace tiempo diversos intelectuales locales lo han planteando. Lo novedoso es que ahora, en medio de la crisis y la pandemia, el tema fue instalado desde el propio gobierno, tanto el ministro de Desarrollo Social como el propio presidente de la Nación se han referido en varias oportunidades.

 

El planteo original.
Según la definición de origen, la RBU es el importe que el Estado obligatoriamente y en forma incondicional se compromete pagar a cada ciudadano mayor de edad. No importa si tiene mayores ingresos o es pobre, si trabaja actualmente o no.
El criterio que preside esta propuesta es que hace suya la tesis del fin del trabajo. Considera que el pleno empleo está ya fuera de alcance por lo tanto hay que sustituirlo por otra concepción de sociedad en que la renta debe ser independiente del empleo. La clave es la incondicionalidad, es una remuneración que se otorga sin ningún tipo de condiciones, sin contraprestación alguna y funciona como una base, un piso, no como un techo. Es decir quién la percibe puede complementar su ingreso con otro proveniente de un trabajo.
Para quienes sostienen esta idea la RBU es un instrumento mucho más apto para la lucha contra la pobreza, porque no es un simple subsidio condicionado destinado a paliar la pobreza ya que se establece ex-ante, como derecho de ciudadanía, no después de «caer» en la desocupación como los subsidios condicionados.

 

¿De qué se discute?
Las referencias a la RBU por parte de funcionarios del gobierno despertaron expectativas, pero estas, como otras, en esta época de pandemia y crisis, se diluyeron rápidamente. Las iniciativas que se discuten por estos días no son universales. Abarcarían a unos 3,5 millones de personas que forman parte de los 9 millones de trabajadores informales y monotributistas de las primeras categorías que hoy perciben el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Se entiende que este tercio sería el número de personas que tendrían mayores dificultades para insertarse en algún trabajo una vez retirado el IFE y por lo tanto no tendrán ningún ingreso. Tampoco será básica porque no llegaría a cubrir la línea de pobreza, aunque sí a poner un piso a la indigencia. El monto sería superior al actual del IFE al que se le agregarían lo percibido por el Salario Social Complementario, el resultado final estaría en orden con el Salario Mínimo vigente en cada momento. Es compatible con seguir percibiendo las asignaciones universal por hijo y por embarazo.
Por último no sería tampoco incondicional. Esto es una remuneración que se otorga sin ninguna contraprestación, por el contrario aquí estaría ligada a algún tipo de trabajo. El actual Plan Potenciar Trabajo que se acaba de anunciar operaría como un primer ensayo que podría ampliarse con personas que hoy perciben el IFE y así «integrarse al proceso productivo», según lo dicho por el presidente Alberto Fernández.
El esquema que se estaría definiendo se emparenta más con las Rentas Mínimas de Inserción que pagan las comunidades autónomas en España o al Ingreso Mínimo Vital que acaba de aprobar el Estado español para sectores excluidos, que con la RBU.

 

Renta mínima y jornada.
El índice de pobreza está en ascenso (45%). Esto es producto de la combinación de mayor desempleo, (15%) y pérdida del poder adquisitivo de los salarios registrados (-20% desde 2018), de la franja intermedia de las jubilaciones (-15% en igual período) y de otros ingresos. Pero la desocupación y la exclusión social no son producto de la naturaleza ni obra de fatalidad alguna, por el contrario, más allá de la excepcionalidad de la actual coyuntura, se trata de la tendencia histórica del capital de reemplazar trabajo vivo (humano) por trabajo muerto (máquinas). Dicho de otra manera se trata de la doble y contradictoria tendencia del capital de apoderarse de la mayor cantidad de trabajo vivo para convertir un porcentaje cada vez mayor de su parte necesaria en excedente a los fines de la acumulación.
En los últimos años quedó en evidencia que la elasticidad empleo/producto, es decir cuánto crece el empleo por unidad de producto, no tenía la vitalidad de otras épocas. El crecimiento económico ya no empuja la creación de puestos de trabajo como antes. Con la pandemia y la cuarentena esto se ha agudizado, hay coincidencias entre los analistas en que más allá de un rebote económico en el 2021 la recuperación del mercado de trabajo -empleo y salarios- será lenta y con cambios en los tipos de empleo.
En este contexto parece lógico que la renta mínima que finalmente se sancione -que aún con las críticas e insuficiencias que puedan señalarse será un paso adelante- se combine con una reducción de la jornada laboral, para repartir el trabajo realmente existente y que trabajadores y trabajadoras se beneficien de los mayores niveles de productividad. Todo complementado por una recuperación del poder adquisitivo de los salarios y otros ingresos populares.
Una política exportadora, que privilegie el valor agregado es necesaria pero no suficiente para activar la reactivación, mientras que las inversiones en sectores productivos de la economía real seguramente demoraran. Recuperar niveles de empleo, mejorar los salarios reales, bajar la pobreza e indigencia son las medidas concretas que pueden reactivar la demanda interna, fuente principal del crecimiento y desarrollo económico en nuestro país.

 

*Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

 

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