Domingo 21 de abril 2024

De la impugnación al encauzamiento del voto descontento

Redacción 28/07/2014 - 04.06.hs

Norberto G. Asquini
La impugnación activa de una parte del electorado, ya sea con el ausentismo o el voto negativo, es una tendencia
creciente, aunque la reforma de 2009 parece haberla moderado. Está en relación con lo que se juega en cada elección, pero muestra malestar con la clase política.
Las elecciones marcan la legitimidad del sistema político e institucional y del lugar que ocupa cada dirigente en él. Y aunque la clase política se haga la distraída, sabe que en la última década, y aún antes, está presente en cada votación un sentido de impugnación general a la representatividad de esa clase política que no se puede soslayar. Aunque no sea tan dramático como en otras provincias, esta manifestación también se ha observado en La Pampa, llegando a niveles altos de hasta el 29 por ciento de ausentismo -medido entre la cantidad total de empadronados y quienes fueron a votar- y el 25 por ciento de voto en blanco, entre los que emitieron el sufragio.
En La Pampa se ha dado una tendencia en los últimos años que parece haberse acrecentado: el del ausentismo electoral y el del voto descontento o desencantado del "voto blanco". Sin embargo, la reforma política de 2009 que impulsó las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), ha comenzado a tener una implicancia en lograr contener estas manifestaciones. Nacida para reducir la fragmentación del sistema partidario, lograr una mayor apertura de los partidos en la selección de candidatos y transparentar las campañas, su cariz punitivo hacia quienes no votan han llevado a moderar los niveles de ausentismo.

 

Algunas causas.
¿Cuáles han sido las causas que llevaron a este comportamiento de buena parte del electorado? La crisis de representatividad arrastrada desde la crisis de 2001-2002, y aún antes, es un factor generalizado. Se ha observado, sobre todo en la última década, la interpelación social activa a la clase política. La interna que recorre al Partido Justicialista pampeano ha contribuido a la reconfiguración de las lealtades políticas -gobiernos de los Kirchner mediante- y también cierto desencanto con el "modelo de provincia peronista" en debate actualmente. Pero también la falta de alternativas serias en la oposición. El sufragio, o su no emisión, han tenido un sentido de impugnación activa, signo claro de malestar colectivo ante el orden político.
Los politólogos tienen diversas interpretaciones a este comportamiento electoral, desde las negativas que lo dan como equivalente a un problema de legitimación, ya sea por protesta contra el sistema, disconformidad con la clase política o indiferencia o desencanto con las opciones políticas. Por supuesto, también está la cuestión estructural de aquellos que no pueden ir a votar por razones valederas.
Hay que tener en cuenta que en la abstención o ausentismo también pesa el carácter normativo de la misma -obligatoriedad y penalización-, el tipo de elección que se trate y la importancia política de la misma.

 

El "voto bronca".
El voto bronca ha sido un elemento recurrente en ese sentido, sobre todo en las legislativas, como muestra el gráfico. En 2001 se superpuso a la protesta social que tomó las calles, un tipo de acción novedosa que tuvo un claro sentido destituyente. La contundencia del 19 y 20 de diciembre de ese año, y la movilización posterior, llevó a opacar el hecho inédito de que en las elecciones legislativas de octubre los votos negativos (blancos y nulos) se constituyeron en "primera fuerza" en algunos distritos, fluctuando en el país entre un 40% y un 5% y alcanzando un promedio del 15,9%.
Pero las causas también son circunstanciales a cada elección. En 2011, este fenómeno quedó demostrado en la diferencia de votos que tuvo la diputada nacional María Luz Alonso, cuando fue impuesta por la presidenta como candidata del PJ pampeano pero en la lista del Partido Humanista. Es cierto que hubo justicialistas molestos por esta medida, si bien también votantes que solo apoyaron la boleta de CFK. El voto en blanco trepó para su categoría al 25% cuando para la boleta presidencial fue del 13% (sacó 88 mil votos contra 104 de la presidenta). Si bien se mantuvo por encima de los sufragios que logró el PJ provincial.
En 2013 nuevamente se manifestó ese descontento cuando el PJ perdió un diputado a manos del PRO, aunque esta vez el voto no fue negativo, sino positivo y volcando las preferencias hacia una lista opositora.

 

A todos por igual.
En 2011 el PJ tuvo la peor performance desde la elección de 1983, cuando alcanzó el 45,9% de los votos positivos. Y en 2005 la peor para diputados nacionales, cuando alcanzó el 34,9% de los sufragios positivos. Pero estos apoyos no fueron capitalizados, por ejemplo, por el Frepam, la principal fuerza opositora pampeana. Los respaldos hacia una y otra fuerza se mantienen estables. Las "terceras fuerzas" han crecido ante este bipartidismo moderado -por la falta de alternancia y con un actor predominante- por encima del 12 por ciento -si bien hubo elecciones en las que no contó con apoyos, como en 2007-. La desnacionalización electoral y la fragmentación partidaria pesan en esto, pero también la devaluación de etiquetas partidarias.
El ciudadano desencantado igualmente no parece medir el color partidario. La impugnación es a todos por igual y ha disminuido el apoyo a las fuerzas políticas. El PJ tuvo menos votos para gobernador en 2011 (81.892 sufragios) que en 2007 (90.527), ambas elecciones de Oscar Mario Jorge. Fueron 8.636 votos menos, el 9,5 por ciento. Pero esta tendencia también se observó en el Frepam, la principal fuerza opositora, que tuvo 55.697 votos en 2011 contra 61.956 cuatro años antes. Fueron 6.259 votos menos, una diferencia de 10,1 por ciento.

 

Los que no van.
El abstencionismo se ha mantenido y hasta ha subido desde las votaciones de 2001, cuando se manifestó explosivamente este fenómeno, sobre todo para las elecciones legislativas. En 2011 llegó al 25,4%, bajó al 22,8% en las ejecutivas de 2003, en 2005 fue del 24,5%, en 2007 del 22,8%, en 2009 trepó al 29,9% y bajó entonces a 17,3% en 2011 y a 20,4% en 2013, aunque permanece por encima del 20%. Pero igualmente hay que considerar que ya se venía dando anteriormente, como en 1997 cuando llegó al 18,8% y en 1999 con el 14,3%.
El voto en blanco -sumado a los nulos- también se incrementó. Mientras en los años 80 en La Pampa no pasaba del 3% y durante los 90 se mantuvo por debajo del 6%, en las legislativas de 2001 trepó al 16,7%. Desde entonces ha tenido desde una participación baja (4,4% en 2009 y 3,2% en 2013) hasta muy altas llegando al 25% en las de 2011, siempre para cargos de legisladores nacionales. Para gobernador, en 2007 fue del 11,8% y en 2011 aumentó al 14%.

 

Lectura más recortada.
En cuanto a la ubicación geográfica, hay comportamientos similares y diferentes de los votantes en La Pampa. El "voto urbano" marca una tendencia más a la impugnación que el "ruralizado". En los Departamentos Capital (Santa Rosa) y Maracó (General Pico) en 2011 hubo una abstención para el cargo de diputado nacional del 25,9% y 30,5% respectivamente, y el voto blanco fue de 10,8% y 11,8%. En el interior de la provincia el abstencionismo fue del 14,6% y el voto blanco del 22,4%.
En 2013, para diputado nacional, en Capital el abstencionismo alcanzó el 24,2% y en Maracó el 23,6%, mientras que en el interior hubo un promedio del 16,7%. Mientras que el voto en blanco bajó a un promedio del 3% en todos, seguramente producto de la aplicación de las PASO.

 


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