Derechos avasallados en países centrales
Domingo 10 de marzo 2024

Derechos avasallados en países centrales

Redacción 02/09/2014 - 04.32.hs

La intervención armada de los países occidentales en el Oriente Medio, ocurrida apenas una década atrás y basada en justificaciones falaces, recuerda en mucho al cuento del aprendiz de brujo: las fuerzas que se pretendieron controlar -en pos de intereses económicos y geopolíticos- han reaccionado desatando algo parecido a un infierno bélico, con consecuencias inesperadas. Ni paz en Irak, ni primavera árabe, ni armonía entre israelíes y palestinos... solamente guerra y más guerra con millones de desplazados, centenares de miles de muertos, y odio por doquier. Y de todo eso el surgimiento de un fenómeno todavía no del todo comprendido, pero original y peligroso: el Estado Islámico, que al parecer pretende revivir viejas glorias en base al Islam más fundamentalista.
Las consecuencias de ese caos de violencia se paga con vidas inocentes en una tierra que, desde los albores de la historia prácticamente nunca conoció la paz, pero también sacude conceptos básicos que hacen a la cultura de Occidente. Pruebas al canto.
En cualquier país de este lado del mundo, obviamente también en Argentina, la más elemental cultura democrática ha enseñado siempre un concepto básico del derecho: "toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario", un principio que costó mucho para concretarse a través de la historia. Curiosamente uno de los paradigmas de esa presunción de inocencia es -o era- Inglaterra, con su larga tradición interna de logros de justicia e igualdad, que acaso arrancan en la famosa Carta Magna. Sin embargo la paranoia desatada por la situación en Medio Oriente y el temor al terrorismo consecuente, hicieron que la semana pasada muy altas autoridades políticas y policiales británicas propusieran un endurecimiento de la actual legislación antiterrorista que contemple la derogación de ese principio básico del derecho: la presunción de inocencia hasta que se haya demostrado lo contrario. Se trataría entonces de invertir la presunción de inocencia por la de culpabilidad. La medida apunta a la alarma que ha causado en las autoridades inglesas el hecho de que en Londres habría algunos centenares de personas, de ciudadanía británica, partidarias de la "guerra santa" islámica, muchos de los cuales han combatido en Irak y Siria. Esa revulsiva medida estaría destinada fundamentalmente a cualquier persona que regrese de aquellos países, que debería probar que no tiene nada que ver con el fundamentalismo islámico y sus organizaciones armadas. Al respecto, el jefe de la policía inglesa fue bien claro: "Tenemos que partir de la premisa de que si alguien ha estado en Siria es porque está involucrado en terrorismo. Ellos tienen que demostrar que esto no es así".
Conceptualmente esas declaraciones no pueden ser más graves ya que abren la puerta a cualquier avance sobre los derechos individuales, al tiempo que son demostrativas de que cualquier Estado, por más que presuma de practicar las tradiciones democráticas y haya sido un ejemplo en tal sentido, puede desbarrancar sus principios ante la presunción de una amenaza, más grave todavía cuando ésta es, precisamente, presunta y no plenamente comprobada. Igual, la paranoia y la sospecha gratuita no son nuevas en ese país, cuando luego de los atentados en Londres la policía persiguió y mató a sangre fría a un brasileño al que consideraban un integrante de una célula terrorista árabe.
Una situación parecida a la del país europeo también la podemos encontrar en los Estados Unidos cuando el atentado de las Torres Gemelas: en función de la circunstancia el Estado avanzó sobre los derechos civiles en una proporción que hasta hoy se discute y lamenta. Sin embargo, aunque pudo haberlo concretado en los hechos, no llegó a proponer la transgresión abierta de un principio del derecho universal como ahora impulsa su socio europeo.

 


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