Jueves 11 de abril 2024

Diálogo y consenso

Redacción 28/11/2015 - 04.25.hs

El gobernador electo dio a conocer el gabinete que lo acompañará a partir del 10 de diciembre confirmando la mayoría de los nombres que venían siendo mencionados en los últimos días. Ese conocimiento previo a partir de las versiones que circulaban en los ámbitos políticos y periodísticos actuó como un amortiguador de las expectativas que siempre generan los cambios de gobierno que implican nuevos rostros en la máxima conducción política de la provincia. Pero hubo una excepción en ese clima con el nombre que en un principio se mencionó y, finalmente, el nuevo mandatario confirmó: el titular del flamante Ministerio de Seguridad.
La presencia en ese alto cargo del ex intendente de Santa Rosa destituído en 2008, que no llegó a estar noventa días y que provocó una conmoción social nunca antes vista en esta capital ni en toda La Pampa, no es recibida con agrado por buena parte de la sociedad. Pesa sobre él una condena por un delito que no es, precisamente, un galardón que pueda hablar bien del desempeño de un funcionario público: abuso de autoridad. Si se confirmara ese fallo, que ordena la prohibición de ocupar cargos públicos por cuatro años, debería abandonar su sillón prematuramente con daño para su imagen pero también para la del gobierno que lo avaló con su designación.
Ya hay entidades de nuestro medio que han expresado públicamente su rechazo por esta presencia en el nuevo gabinete. Varios diputados provinciales se manifestaron en el mismo sentido y, para que no queden dudas del clima social adverso que esta sombría figura provoca, la multitudinaria marcha que ganó las calles de Santa Rosa, convocada bajo la consigna "Ni una menos" en repudio de la violencia de género, sumó también su voz de protesta.
Al defender su designación, el nuevo mandatario dijo ante el periodismo que, así como hay expresiones de rechazo, también hay otras de aprobación en la sociedad y que defienden al ex intendente. En esa respuesta se pudo ver que el gobernador electo está frente a un compromiso político asumido durante la interna en el Partido Justicialista. En esa instancia, que enfrentó muy duramente a las partes en pugna, el vernismo jugó sus fichas en alianza con otros sectores internos del partido (marinismo, robledismo, tiernismo, larrañaguismo) que le sumaron respaldo y le sirvieron a modo de "colectoras" para ganar la interna. Logrado el triunfo, llegó el momento de agradecer aquel apoyo y la moneda de cambio fue un ministerio.
El nuevo gobernador dio un mensaje tranquilizador y maduro cuando, luego de reunirse con los diputados el martes último, habló de "diálogo" y "consenso". Son premisas que cuentan con la aceptación de todos, especialmente luego de un período de gobierno signado por traumáticos enfrentamientos y desencuentros, tanto en la esfera del gobierno como en el seno del partido oficialista.
El jefe de gobierno que asumirá en pocos días cuenta con un crédito muy alto producto de un cómodo respaldo electoral. Sería de lamentar que lo dilapide en su apuesta a comandar un organismo tan sensible con un individuo que nunca pudo, ni supo, ni quiso gobernar en base al diálogo y al consenso.

 


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