Martes 16 de abril 2024

El relato M

Redacción 16/12/2017 - 01.46.hs

El apuro del gobierno por sacar el paquetazo de leyes a fin de profundizar el ajuste sobre trabajadores y jubilados metió al país en un estado de convulsión general. Nunca se había visto, desde el retorno de la democracia, un despliegue tan imponente de fuerzas de seguridad, una exhibición de armas tan intimidante, ni tanta furia represiva contra una protesta multitudinaria.
Envalentonado por su reciente triunfo electoral el macrismo decidió apretar el acelerador a fondo sin reparar en el alto rechazo social que provoca la embestida contra el bolsillo de los jubilados y los derechos laborales. Esa falta de cintura le está licuando prematuramente el capital político que acumuló el 22 de octubre. Las imágenes dantescas de tantos gendarmes y policías cargando contra los manifestantes, en las inmediaciones del Congreso Nacional, hablan por mil discursos. Y ahí está, precisamente, una de las claves a considerar en esta pulseada que enfrenta al gobierno con casi todo el arco opositor y una parte considerable de la sociedad que no se resigna a perder derechos conquistados tras décadas de luchas.
Si hay un aspecto que sufrió especialmente con la violencia represiva del miércoles es el "relato" del macrismo. Su mensaje pastoral -sus llamados a la "unión de los argentinos", sus apelaciones al "consenso", su derroche de sonrisas planificadas por expertos en marketing- quedó resentido como nunca antes al revelarse los inusitados niveles de violencia policial a los que es capaz de llegar para imponer sus políticas.
En estas horas tan sobrecargadas de tensión se profundizó como nunca antes la "grieta" entre el relato y la acción de Cambiemos. Las declaraciones del jefe de Gabinete, acusando de "violentos" a la oposición, victimizando al oficialismo y deslindando toda responsabilidad por el aquelarre que vivió la ciudad de Buenos Aires fue uno de los puntos más altos de esa suerte de ezquizofrenia que parece haber ganado al gobierno nacional. Cuando fue consultado por las brutales agresiones a periodistas y fotógrafos se limitó a decir que desconocía los hechos.
Los medios oficialistas sumaron sus voces a ese coro destemplado. Las tapas de los grandes diarios cumplieron con mostrar a muchachos arrojando piedras y ocultar a los carros hidrantes, los gendarmes disparando sus armas, golpeando, gaseando y deteniendo arbitrariamente a decenas de personas, maltratando incluso a diputados. La TV militante se llevó las palmas al mostrar al presidente de la Cámara de Diputados arrojando un golpe de puño a un diputado opositor pero, a pesar de la claridad de esa imagen, se permitió reiterar hasta el cansancio que el agresor era la víctima y la víctima el agresor.
De los "diputruchos", ni una palabra, a pesar de que fueron denunciados por tres bloques opositores y registrados en las imágenes televisivas y, además, apenas se mencionó la maniobra de Cambiemos de adelantar abruptamente la sesión -luego de la reunión de comisión- sin aguardar los siete días habituales.
Después de que se levantara la sesión, cuando quedó en evidencia de que el quórum fue alcanzado mediante una maniobra ilegítima, corrió la noticia de que el presidente de la Nación apelaría a un decreto para aprobar la reforma jubilatoria. La escasa trascendencia que los grandes medios le otorgaron a esa explosiva novedad fue otra clara muestra de cómo opera el relato M entre los aliados del gobierno. En esa tumultuosa jornada vino a ser la frutilla del postre.

 


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