Domingo 14 de abril 2024

El sueño de los héroes

Redacción 20/05/2018 - 01.50.hs

El senador y ex candidato presidencial republicano supo el año pasado que padecía cáncer cerebral, y desde entonces se ha dedicado, en su rancho de Arizona, a poner sus cosas en orden, escribir, pasar tiempo con sus más cercanos, y organizar su funeral. Todo esto, ante la ostensible vista del público.
Entre las estipulaciones para su funeral, ha reservado un lugar para que hablen los ex presidentes George W. Bush (republicano) y Barak Obama (demócrata), este último su contendiente y vencedor en las presidenciales de 2008. El actual presidente Donald Trump ha sido notoriamente excluido.
Considerado un baluarte moral de su partido, McCain no ha ahorrado críticas al actual mandatario, bien que con un estilo cuidado y elegante. Por ejemplo, al referirse a la actual candidata a conducir la CIA, dijo claramente que su actitud de no condenar frontalmente la tortura como método de investigación, la descalificaba de plano. En uno de sus libros el senador cuenta que, durante sus cinco años y medio como prisionero de guerra en Vietnam, recibió un trato infinitamente más humano que el propinado por las propias tropas norteamericanas en la cárcel iraquí de Abu Graib.
Como se ve, no son sólo sus propios asuntos personales los que está ordenando: también está aprovechando su prestigio, su condición de moribundo, y la atención que está recibiendo, para fijar posición en temas centrales de la política y la cultura en su país.

 

En público.
Lo excepcional del caso no es que un hombre esté muriendo: como diría Borges, "morir es una costumbre que suele tener la gente". Lo interesante es cómo todo este proceso se está desarrollando en público, y cómo el protagonista de la agonía está participando activamente.
Aún cuando la actitud ante la muerte varía de cultura en cultura, los hombres públicos tienden a morir públicamente, y sus conciudadanos tienden a participar del proceso, como parte del homenaje debido.
Entre nosotros fue emblemático el caso de Bartolomé Mitre. No sólo porque su funeral fue uno de los eventos más concurridos de su tiempo, sino también porque todo el proceso de su agonía fue objeto de tratamiento en los diarios de la época, que daban parte diario de su estado, e incluso publicaban su fotografía en el lecho donde convalecía.
Algo cambió en la cultura argentina, porque menos de un siglo después, cuando una revista publicó fotografías de otro prohombre nacional -el radical Ricardo Balbín- en su lecho de muerte, la Corte Suprema condenó enérgicamente al medio de prensa, por entender que esas imágenes eran de una "innoble brutalidad".

 

Seriedad.
Pero volviendo a McCain, está claro que su pública agonía obliga a todo el mundo a ponerse serio, porque le recuerda a esa sociedad hedonista y materialista la vanidad de todo lo mundano frente a la inminencia de la muerte.
No obstante, hay quienes insisten en jugar a hacerse los distraídos. Un grupo de multimillonarios -comandados por el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, fundador de Amazon- han creado un programa de investigación científica que les permitiría, en cosa de unos treinta o cuarenta años, burlar la muerte y acceder a la inmortalidad.
La manipulación del ADN, la creación de nuevas drogas y el uso de la nanotecnología como arma terapéutica (pequeños robots que recorrerían todo el cuerpo humano solucionando atascos, eliminando virus, tumores y cálculos) permitirían al selecto grupo que pueda pagarlo, un pasaporte a la vida eterna. Así, la atroz desigualdad económica que caracteriza nuestro tiempo, se trasladaría también al terreno de la biología, y los ricos pasarían a ser, además, una nueva raza de super humanos.
Esa combinación entre medicina y capitalismo no tiene nada de nuevo. Esta semana se patentó una droga que prevendría las migrañas, mejorando enormemente la calidad de vida de millones de personas. Pero su costo anual sería de casi siete mil dólares.

 

Humor.
Como se ve, cada quien reacciona ante la muerte como mejor puede. McCain ha elegido el camino clásico, literario: descubrió que esta última oportunidad para la notoriedad lo colocaba en el lugar de héroe, y está aprovechándola a pleno. Allá quienes crean que puedan esquivar el más humano de los destinos, desnudando el pánico ante la parca.
Para el caso, es mucho más digno lo de Woody Allen, quien no pierde oportunidad de bromear cuando se le pregunta por la muerte: "estoy en contra", dice. O bien: "Yo no quiero vivir para siempre en mi obra, quiero vivir para siempre en mi departamento". O mejor aún: "No creo que, cuando esté muerto, el hecho de que le pongan mi nombre a una plaza me vaya a mejorar mucho el metabolismo".

 

Petronio

 

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