El estallido de Jorge y el arranque de la sucesión 2015

Norberto G. Asquini
Cansado de las trabas y presiones, el gobernador Oscar Jorge confirmó que su línea disputará la continuidad de su gobierno. Verna también está lanzado. ¿Qué modelo de sucesión habrá el próximo año: 1991, 2007 o 2011?
La sucesión es una de las decisiones más complejas para resolver en un gobierno, porque de esa definición depende la configuración futura del poder. En el PJ pampeano es una cuestión medular ya que según sea el o los candidatos para 2015, habrá realineamientos internos hacia abajo en su estructura.
En ese sentido, finalizado el acuerdo partidario en el PJ entre las diferentes líneas internas, todos retomaron la iniciativa y en los últimos días hubo definiciones fuertes por parte del gobernador Oscar Mario Jorge, respondiendo a las de quienes conducen hoy la alianza del vernismo-marinismo de cara a la sucesión de 2015.
Jorge se cansó y estalló después de que se sucedieron las presiones de Carlos Verna y Rubén Marín durante el acto en Quemú Quemú, en un acto partidario, que le reclamaron "unidad"; el juicio político que avanza contra el ministro de Obras Públicas, Jorge Varela, por la obra inconclusa del Megaestadio; y las nuevas trabas al Presupuesto 2015 por parte de los diputados vernistas.
En la reunión que se desarrolló en Doblas durante la semana entre el mandatario, funcionarios e intendentes, después de la entrega de casas, se volvió sobre el encuentro de Compromiso Peronista. Allí una de las frases deslizadas en la charla y con mucho enojo fue "nos traban esto, nos traban lo otro" por los legisladores vernistas. La situación no puede tensarse más.

 

El momento de avanzar.
El gobernador, entonces, apuró los tiempos de la sucesión. Reunió a los integrantes de su sector y anunció que Compromiso Peronista irá a internas el próximo año -mejor dicho: en los próximos meses-, y horas después afirmó que no lo van a obligar a un acuerdo electoral. Es el momento de avanzar para todos: a Verna se lo ve resuelto a una nueva postulación y el viernes estuvo en un nuevo acto en Santa Isabel; a Jorge decidido a que su gobierno tenga un continuador y planteó una nueva reunión para esta semana donde habría definiciones. Ambos quieren aventar dos fantasmas que recorren, y recorrerán en los próximos meses, sus filas con mayor o menor intensidad: que Verna se pudiese bajar nuevamente de sus pretensiones de ser gobernador dejando a sus seguidores a la deriva, o que Jorge termine acordando una lista de "unidad" con el senador a la cabeza.

 

Intendentes precandidatos.
El encuentro de la línea jorgista con intendentes, funcionarios y referentes era necesario. Los jefes comunales necesitaban una definición clara y concreta sobre el rumbo que se iba a tomar, porque los tiempos electorales ya comenzaron a apretar en el panorama político.
La decisión más importante fue que en las próximas semanas habrá un precandidato jorgista. Pensar en el sucesor, es pensar en mantener el poder. Este puede ser un intendente como Ariel Rojas, de Toay, o un funcionario como Ariel Rauschenberger o Fabián Bruna, por mencionar algunos que más consenso despiertan entre los jefes comunales que deben definir el nombre. No son los únicos, vale aclarar: en el listado pueden figurar el ministro Raúl Ortiz o los intendentes Facundo Sola y Federico Ortiz.
Del otro lado, está el canto de las sirenas. El vernismo, con hechos y sobre todo operaciones, seducen y tientan a intendentes que hoy están con el jorgismo con cargos futuros. Desde el jorgismo analizan que es su estrategia para desgastar y dividir a sus filas. Desde el vernismo afirman que ya hay varios que entablaron conversaciones.

 

Tres modelos.
¿Qué modelo de sucesión pretende Jorge en 2015? Se pueden hacer algunas inferencias con ejemplos pasados, salvando las distancias con el escenario actual. Una lista de "unidad" detrás del vernismo sería la capitulación de Jorge como mandatario. Recordaría a Néstor Ahuad en 1991, que sin posibilidad de reelección, vivió sus últimos meses como "pato rengo" con un candidato que ya era gobernador en la calle. Con el nombre puesto del postulante del PJ, Jorge debería dejar de gestionar meses antes. En 2003, el traspaso fue consensuado entre los líderes de Convergencia.
El caso de 2007 es muy distinto y parece sentarle bien a Jorge hoy: Verna no fue entonces por la reelección, pero armó su línea y los intendentes que la integraban designaron un candidato, que fue Jorge, para darle una continuidad a la gestión y enfrentar la vuelta de Marín. Acá quedó demostrado, más allá de los resultados, que en la interna el aparato es todo. Y el jorgismo lo piensa así para 2015.
Otro escenario sería 2011: había un nombre puesto, Verna, pero se bajó de la postulación cuando ya había sido designado por sus diferencias con la Casa Rosada. Sin un lanzamiento formal, algunos del jorgismo estiman que el senador podría finalmente no ser precandidato.

 

Desacuerdos.
Jorge tiene un perfil de dirigente obstinado u obsesivo y en parte esto tiene que ver con su determinación de sostener un candidato propio. Esa manera de gobernar llevó a que desde las otras líneas le exigieron siempre diálogo -hablando hasta de soberbia por esa postura- y se quejaran de que nunca se los tuvo en cuenta en las decisiones. Por supuesto, Marín y Verna, piden lo que no hicieron: reclaman apertura y presionan en cuanto pueden al Ejecutivo, pero gobernaron según su parecer sin injerencias externas.
En ese sentido, un "acuerdo", como pretenden muchos, no puede darse cuando hay tantas diferencias en el mismo justicialismo y una distancia tan marcada entre los dirigentes. El muro tendido entre un sector y otro se abona con muchos desacuerdos políticos: la postura ante el gobierno de Cristina Fernández, el enfrentamiento que hay entre el vernismo legislativo y el Ejecutivo jorgista que suma nuevos capítulos que pone en jaque a la institucionalidad, hasta la distribución del poder pos 2015, ya que un sector analiza que de ganar el otro, sus filas estarán obligadas al "exilio interno" porque no se les dará espacios.

 

Reclamos de unidad.
Marín lanzó en Quemú Quemú, nuevamente, el concepto de "unidad". Esto no significa, más allá de las interpretaciones disímiles que puede tener la palabra, un acuerdo de líneas para una lista en conjunto.
El presidente del PJ la utiliza también para algo que desvela a muchos dirigentes: cómo encauzar una elección complicada, una transición compleja y una gobernabilidad futura de mantenerse el peronismo en Casa de Gobierno.
Esa "unidad" pasa por la racionalidad en las estrategias, establecer reglas de juego entre las diferentes líneas. Un acuerdo mínimo entre ganadores y perdedores para garantizar el voto propio y sostener el poder. "Dejar contentos" a todos, que cada sector tenga participación en la estructura futura del gobierno. Una manera de "gerenciar" la transición.
Es que desde hace años se ha cultivado en el peronismo pampeano el "voto desobediente" -o según se prefiera "desleal", "traidor" o "disidente"- y a esto le temen todos: que los propios voten en represalia a listas opositoras al PJ. No quieren que se pierda la gobernación después de treinta y dos años porque hay sectores heridos, resentidos o con bronca tras una interna.

 

Los otros modelos.
Y volvemos a los modelos: ¿cuál está pensando Marín para la transición 2015? En 1983, con cuatro líneas internas, Marín repartió cargos en su gobierno y los legislativos para lograr un consenso amplio. Esto lo continuó en los 90 al ofrecerles a posibles competidores internos en Convergencia, como ocurrió con Verna, cargos legislativos nacionales. Una mecánica del poder que contenía y anulaba posibles opositores internos.
Con Verna 2003 se repartió el Ejecutivo para el mandatario entrante y el Legislativo para el saliente. En 2007, plena interna entre la Línea Plural y Convergencia, el gobierno fue todo para el ganador. Fue la aplicación de la lógica binaria de la exclusión del competidor, de la que dio marcha atrás Verna en 2009 cuando se dio cuenta que no podía enfrentar una elección sin todo el peronismo detrás de la boleta número 2.