Martes 19 de marzo 2024

El trabajo científico prospera si se le asegura continuidad

Redacción 29/11/2015 - 03.19.hs

Con el anuncio de que Lino Barañao continuará en el ministerio de Ciencia y Tecnología, que desempeña desde su creación, se ha querido enviar una señal tranquilizadora al mundo científico argentino, laboriosamente reconstituido luego de la gran dispersión de los años 70 y 90.
Importa la continuidad del trabajo de los investigadores y la transferencia del saber al campo de la producción y también que no decaiga el proceso de recuperación del sector industrial, con empresas en las que puedan desempeñarse los nuevos profesionales
El repunte de la industria ha sido posible porque recuperamos investigadores y oportunidades de experimentar y transferir saberes desde el nivel inicial (teórico) a sus aplicaciones prácticas. Se recordará que un ministro de Economía mandó a los científicos a "lavar los platos". Emigraron entonces los mejores. Acreditados a nivel mundial fueron bien recibidos en el norte del continente y en Europa. Llamados por el gobierno instalado en 2003, más de un millar de ellos respondió positivamente y en un tiempo muy corto se ha notado su presencia, entre otras expresiones con el desarrollo de los satélites artificiales. Este llamado a los científicos fue complementado con el fomento de emprendimientos que suponen aplicaciones de la tecnología y demandan ser alimentados desde la investigación. El efecto fue el crecimiento de las pymes y la creación de fuentes de trabajo para desarrollar el mercado interno y reemplazar importaciones, reduciendo el crónico desbalance del comercio exterior.
La señal de racionalidad existe, pero falta ver cómo se complementa con políticas que sostengan el mercado interno y la capacidad popular de compra, condiciones necesarias para la prosperidad de las pymes.

 

Ciencias
En una reciente entrevista del periodista Pablo Esteban con Roberto Cignoli, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, se habló de la clasificación tradicional que habla de ciencias básicas y ciencias aplicadas, acerca de la cual Cignoli dijo que sería mejor separar buena y mala ciencia.
Puede que dicha división haya tenido inicialmente la intención de jerarquizar a quienes son básicamente investigadores con respecto a quienes buscan aplicaciones prácticas a todo avance científico. Hay precedentes seculares que dan cuenta de ciertas pretensiones de generar jerarquías propias de sociedades aristocráticas, pero también es visible que la ciencia, como sucede en todo el campo del conocimiento, responde inicialmente a la actitud humana que puede ser expresada como voluntad de desafiar a lo desconocido, conducta que, a lo largo de milenios, ha hecho que el hombre tenga un relato que da cuenta de los secretos que ha estado revelando como efecto de esta actitud inconformista o rebelde que es la causa de los sucesivos cambios de nuestra posición en el planeta, hecho del que da cuenta la historia y del cual ha resultado el proceso de "humanización" tan señero de nuestra especie.
La mirada histórica revela que si bien el que posee saber ha intentado hacerlo una condición para adquirir poder y conservarlo, la persistencia de la actitud de rebeldía es matriz de cambios y hace que tengamos algo que contar acerca de nosotros. Quiere esto decir que la índole del saber científico no es compatible con el secreto ni con su atesoramiento por un grupo o una clase. Y que, aun demorado, termina siempre derramando, a veces impetuosamente como en las llamadas revoluciones políticas, equivalentes a la ruptura de los diques con que se intenta gobernar el agua y su ley natural. Lo propio de lo humano se confirma como desafío al misterio, causa de los avances del saber en el proceso de instalación en el planeta. Por una vía u otra, el saber es expansivo y transformador.

 

Libro
En el reportaje mencionado se habló del Estado y Perspectivas de las Ciencias Exactas y Naturales en la Argentina, título éste de un libro reciente que recoge un trabajo de investigación dispuesto por la academia que preside Cignoli. El estudio anterior sobre el tema data de cincuenta años atrás. Cignoli estima que el balance debe hacerse con frecuencia no menor de diez años. El estudio ahora difundido revela que en la Argentina hay ciencia de calidad y que se debe profundizar lo alcanzado. Necesitamos, dijo Cignoli, que más investigadores trabajen en la industria a fin de lograr un mayor impacto de las instituciones científicas en el modelo productivo. También se ha visto la conveniencia de promover el desarrollo de un sistema de becas para generar recursos humanos en sectores puntuales a fin de asegurar la continuidad del proceso y no volver a comenzar desde cero.
Jotavé

 


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