En tren de mejorar el ambiente urbano

La población santarroseña ha recibido con agrado el anuncio de las autoridades municipales vinculado al mejoramiento del sistema de separación en origen y clasificación de la basura doméstica. Esa medida, tan postergada por anteriores administraciones, apunta tanto al reciclado de los materiales de desecho como a otras posibles utilizaciones, y viene a dar respuesta a un antiguo reclamo de los habitantes de esta capital, impuestos ya de una evidencia definitiva: es imposible el crecimiento armónico de una ciudad con una población superior a los 120 mil habitantes apelando al método del enterramiento o quema de la basura que produce, especialmente porque buena parte de ella conlleva un probable riesgo sanitario. Demás esta hablar de las molestias causadas por el humo y los fuertes olores que inundan los distintos barrios según sople el viento.
Esta es una de las propuestas y obras que avalan los carteles publicitarios que indican que «estamos mejorando Santa Rosa», como también las que están vinculadas al mejoramiento del asfalto en las calles. Ese trabajo se vería muy mejorado con una medida muy sencilla: la instalación de carteles que avisen a los automovilistas de los trabajos no en el borde mismo de la obra sino un par de cuadras antes, de manera que les permita mejorar su itinerario sin tener que hacer inútilmente varias cuadras al enfrentarse con la noticia. El precio del combustible suele plantear esta clase de pensamientos.
Y aunque las autoridades señalen que la mayoría de los automovilistas que se movilizan entre Santa Rosa y Toay por la avenida Perón lo hacen a la velocidad que establece la normativa, también es cierto que la parte de conductores no incluida en esa opinión debe ser reducida y, de ser posible, eliminada. No se trata solamente de imponer multas disuasivas; también de hacer que los conductores comprendan que en ese lugar y condiciones una velocidad exagerada es un peligro mortal. Las estadísticas lo demuestran.
El tema da para más pero es oportuno señalar que también tiene vigencia en la parte opuesta de la ciudad, sobre la Avenida de Circunvalación, especialmente en sus sectores este y norte, en donde se conecta esa arteria con los accesos al centro comercial de la ciudad. Es inadmisible que por una cuestión jurisdiccional -la eterna discusión sobre si compete a Vialidad Nacional o a la municipalidad- camiones gigantescos sobrepasen los 100 kilómetros por hora con el propósito de alcanzar la luz verde del próximo semáforo, que es la única motivación que los arroja a ese proceder.
Lo mismo puede decirse de los automóviles y vehículos utilitarios que, para peor, también utilizan las colectoras de la avenida del mismo modo. No es novedad que los vecinos reclamen por soluciones a esos -y otros- problemas que serían de solución fácil y económica. Sería otra manera de justificar los carteles -ya de por sí pertinentes- de que entre todos estamos mejorando la ciudad.