Viernes 12 de abril 2024

En la censura está la oportunidad para poder avanzar

Redacción 08/02/2013 - 04.04.hs

El Fondo no tiene la autoridad para imponer condiciones y metodologías a la Argentina. El país está en condiciones óptimas de responder a estas presiones contraatacando y profundizando su transformación.
Eduardo Lucita*
El Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió hace algunos días una declaración de censura contra la Argentina basada en la inexactitud de sus estadísticas oficiales. En mi opinión esta censura abre una oportunidad para avanzar hacia un país más soberano e independiente.
La decisión del Directorio del organismo internacional, apoyada por Estados Unidos y Europa, que tuvo cierto disenso de China y Rusia, y el rechazo de Brasil, Venezuela y Chile, pone el acento en el cálculo del Indice de Precios del Consumidor y del Producto Bruto Interno y otorga un plazo de ocho meses para su regularización, según los criterios metodológicos que impone el organismo. Sería la primera vez que se aplica una medida de este tipo a un país miembro.

 

De la censura a la expulsión.
Si no se cumpliera lo pedido por el Fondo en el lapso que se estipula, luego de varios pasos intermedios como privar al país señalado de financiamiento negándole acceso al crédito primero y suspendiendo su derecho a voto después, la censura se convertiría en su expulsión como miembro activo.
Que los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos en relación al IPC no se ajustan a la realidad es, valga la redundancia, un dato de la realidad cotidiana de millones de argentinos. Lo acaba de reconocer la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández, cuando señaló que los acuerdos de precios han sido inoperantes y llamó a los consumidores a asumir ellos el control de los mismos. Cualquier semejanza con antiguos dichos de la inefable Lita de Lazzari es pura coincidencia.

 

Control de costos no de precios.
Hemos afirmado en varias oportunidades en esta misma columna que los controles de precios han fracasado históricamente, que lo que el Estado debe controlar, llamando al protagonismo de los trabajadores en esa observación, son los costos de producción y distribución y en función de ellos fijar tasas de ganancias razonables. Sostenemos desde hace tiempo que las formidables tasas de ganancia de las que gozan los capitalistas en el país desde hace una década son la principal, no la única, fuente de inflación. En una economía tan concentrada como la nuestra las firmas formadoras tienen una enorme capacidad de trasladar a los precios cualquier incremento de costos, en aras de no resignar rentabilidad.
Pero reconocer que las estadísticas oficiales son tan inexactas como irreales no implica concederle al FMI, ni a ningún organismo internacional controlado por los principales países imperialistas del mundo, la autoridad para imponer condiciones y metodologías. El propio discurso oficial habla de un organismo totalmente desacreditado y sin autoridad moral ni técnica alguna. Pensar que puede reformarse es una verdadera utopía sin sentido. Basta ver su accionar integrando la "troika" en Europa.

 

Contradicciones secundarias.
El contexto general de esta decisión del Fondo es la retórica oficialista profundamente antineoliberal, de crítica de los años noventa, del rol de los organismo internacionales y de revalorizar el papel del Estado frente a la ideología de la libertad de los mercados, así como la adopción de ciertas medidas de protección del mercado interno e incluso algunas nacionalizaciones parciales; y sobre todo la presencia de un gobierno que no termina de "solucionar" el problema de la deuda con el Club de París y con los acreedores que no ingresaron al canje.
Resultaría una ingenuidad no ver esta acción en consonancia con la ofensiva de los fondos buitres, con la del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), del Banco Mundial, con las advertencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) e incluso la quita de beneficios otorgados a productos nacionales por el Sistema Generalizado de Preferencias Arancelarias estadounidense. El gobierno argentino no es antiimperialista, pero es indudable que tiene roces crecientes con los organismos internacionales.

 

Romper el laberinto neoliberal.
Pero aquí mismo está la oportunidad. Es posible salir del enmarañado laberinto jurídico-ideológico que el neoliberalismo impuso en los años noventa para trabar cualquier intento de revertir las transformaciones realizadas a las políticas regresivas que se dieron durante esos años. La misma presidenta ha dado las argumentaciones: la declaración del Fondo "no solo constituye un nuevo 'error' sino que también es un claro ejemplo de trato desigual y de doble estándar". O cuando dijo "FMI+FBI contra Argentina. No se asusten, el FBI son los 'Fondos Buitres Internacionales". El caso está planteado, solo hay que animarse.
En su momento Argentina le pagó por adelantado y al contado toda la deuda, más allá de que oportunamente hubo opiniones negativa, como la mía, frente a este pago. Lo cierto es que no se le debe nada al FMI y que hace años que el país no toma créditos en el organismo. Tal es así que las sanciones previstas -negar acceso al crédito, suspensión del voto, exclusión como miembro- no tendrían ninguna consecuencia material concreta. Aunque sí un valor simbólico político.

 

Contraataque.
El país está entonces en condiciones óptimas de responder a estas presiones contraatacando. Tomando la decisión política de excluirse del FMI. En paralelo debiera denunciar los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI's) ya vencidos y anular los restantes. Y salirse del CIADI, como ya lo han hecho Ecuador, Bolivia y Venezuela. Conviene recordar que Brasil siempre se negó a ingresar a este organismo del Banco Mundial y dejar de dilapidar recursos escasos litigando en Estados Unidos.
Considero un error reabrir el canje, por el contrario se trata de avanzar en la investigación sobre la deuda externa, comenzando por anular aquella cuyas condiciones de emisión implican una sesión de soberanía. Y también poner a debate la sanción de una nueva ley de inversiones extranjeras, y que reemplace la actual, una rémora de la dictadura, sería un complemento imprescindible.
Estas acciones serían una forma de recuperar soberanía y avanzar a ser un país realmente independiente.

 

*Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.

 


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