Miércoles 10 de abril 2024

Francia eligió lo menos malo y abre interrogante

Redacción 28/04/2017 - 02.12.hs

Sr. Director:
El primer tiempo de la elección francesa se ha ajustado a las previsiones que hemos expuesto en notas anteriores. Confirmó también que su importancia trasciende el ámbito nacional e interesa a todo el espacio donde prevalecen las formas democráticas de gobierno.
Emmanuel Macron cerró su debut como candidato con un triunfo que sobrepasó las expectativas más favorables, al tiempo que Marine Le Pen recibía una advertencia que le hace saber que si bien tiene un respaldo muy amplio, probablemente ha encontrado su techo y que, con ella, todo el extremismo de derecha con perfiles fascistas, puede darse también por notificado. Digo esto porque todo permite esperar que sea Macron el vencedor en la segunda y decisiva vuelta electoral el próximo 7 de mayo.
Los que quedaron afuera han sido los partidos tradicionales, conservadores y socialistas, ambos apegados al procedimiento electoral periódico. Si bien Macron, por su falta de antecedentes, no es totalmente previsible, lo cierto e indiscutible es que ha podido triunfar porque los que no eran sus partidarios naturales lo reconocieron como el mal menor y la opción que confirma que la voluntad mayoritaria se ha negado a acompañar la aventura del maximalismo de derecha. En tanto que el conservadorismo tradicional quedó relegado a un tercer puesto, el socialismo francés, que obtuvo una insignificancia de votos, ha mostrado que carece ahora de la cohesión mínima que se requiere para que un partido pueda generar la posibilidad de un triunfo. La masa de los votantes socialistas abandonó al candidato (un hombre valioso) y emigró en dos direcciones principales: hacia la oferta de un centro que asume las tradiciones democráticas e inclinado a mantener la Unión Europea y hacia la oferta de una izquierda más tradicional dentro de la línea democrática, representada por Mélenchon, cuyo notable ascenso permite creer que su izquierda puede tener protagonismo, con esa o alguna otra nueva formulación, tal vez como el Podemos español y como la oferta sudamericana que llevó a desarrollar el Mercosur y proponer una integración de las antiguas colonias hispanas.

 

Ganadores.
Con esta elección ganó la Unión Europea, al menos en su formulación actual. Y ha ganado Alemania, que también sufre el acoso de partidos de extrema derecha que rechazan al emigrante y la política tradicional y proponen repetir la aventura que, en la experiencia del pasado siglo, condujo al surgimiento del fascismo en Italia y Alemania y derivó hacia la II Guerra Mundial. Pero lo que se afianza es el pensamiento neoliberal, cuya presencia es dominante en todo occidente y que busca un mayor debilitamiento del Estado y la transferencia del poder real a los bancos y las corporaciones multinacionales. Esta tendencia convierte al Estado en la fachada de una casa vacía y mantiene la apariencia del aparato democrático porque ha hallado la manera de inducir el voto ciudadano, como se ha visto en los Estados Unidos con el triunfo de Trump y en la mayoría de las elecciones recientes.
Tales son las perspectivas principales que abre esta elección francesa. Habrá esquivado, si la votación de mayo confirma la de abril, el riesgo del extremismo de derecha xenófoba, pero deja el camino abierto para las propuestas que recelan del Estado y que se empeñarán en quitarle las pocas fuerzas que le quedan para ser mediador eficaz entre los que acumulan la riqueza y las mayorías que dependen de un salario o de las diversas formas de la caridad.

 

Trump.
La noticia destaca que el presidente Trump, de los Estrados Unidos, llegado a sus primeros cien días en la Casa Blanca, ha perdido confianza de la ciudadanía, ya que un 42 por ciento lo reprueba, en comparación con B. Clinton, que en el mismo lapso tuvo un rechazo del 39% y de Obama (31%).
Además, Trump no conseguido aún los fondos para construir el muro faraónico con México.
Atentamente:
Jotavé

 


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