Lunes 15 de abril 2024

Hay que romper el corsé de hierro

Redacción 28/07/2014 - 04.06.hs

El Estado pampeano genera trabajo pero no riqueza; el campo pampeano genera riqueza pero no trabajo. Este es el corsé de hierro que hoy atenaza la realidad de La Pampa, que ha sido convertida en una provincia burocrático-pastoril.
El desacierto de las políticas públicas de las últimas décadas ha desembocado en este escenario languideciente. Pero no únicamente los yerros locales han sido determinantes, desde Buenos Aires también se aportó una buena parte con las políticas de promoción industrial que beneficiaron selectivamente a cuatro provincias y perjudicaron al resto en el ancho escenario del territorio nacional.
Pero a la hora de establecer responsabilidades resulta evidente que les cabe en mayor medida a los dirigentes locales pues son ellos un producto electoral autóctono. Son los que nacieron, viven y se desarrollan aquí, por lo tanto los que mayor compromiso asumen con los habitantes de nuestra provincia al solicitarles el voto cada cuatro años.
Dicho esto corresponde decir también que en los últimos tiempos han surgido algunas iniciativas industriales que deben seguirse con atención. En algunos puntos de la provincia han comenzado a cristalizar ciertos proyectos nuevos y otros que amplían la capacidad productiva actual de plantas fabriles ya instaladas. En varios casos cuentan con apoyo crediticio oficial, a tasas de interés promocionales, que hablan de una preocupación oficial que está atenta a la evolución de esta actividad y que comenzaría a romper una inercia de décadas.
Son, por ahora, algunas pocas muestras que deberían multiplicarse exponencialmente para dejar abrigar la esperanza de un futuro mejor. Son incipientes y muchas de ellas están en la etapa proyectiva, por lo cual las expectativas que generan son, en consecuencia, todavía homeopáticas.
La contundencia de los números que días atrás expuso este diario no dejan margen para la duda: en nuestra provincia, uno de cada tres empleados en relación de dependencia trabaja para el Estado. No hay economía sana que tolere semejante hipertrofia burocrática durante demasiado tiempo. (Hasta los cubanos, con su revolución socialista, lo han comprendido así y están embarcados en cambios que buscan promover el empleo productivo).
Es que el Estado, salvo excepciones, no es generador de riqueza. Su capacidad económica proviene de los impuestos que cobra a los sectores productivos y, en menor medida, de la prestación de algunos servicios. De ahí que la enorme masa de dinero que necesita para pagar los salarios de la elefantiásica planta de personal que ha dejado crecer, proviene, en definitiva, de las actividades económicas privadas. Dicho esto sin desmerecer la gran importancia del Estado como redistribuidor de la riqueza generada en el seno de la sociedad.
Esta realidad no es causa del azar. Otro estudio, también divulgado en estas páginas, reveló que en la última década el Estado pampeano incrementó su planta de personal más de un 20 por ciento por encima del crecimiento demográfico. Ese "excedente" muestra con crudeza que no se promovieron políticas para generar empleo en la actividad productiva.

 


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