Lunes 22 de abril 2024

Interrogantes sobre el curso a seguir por la economía mundial

Redacción 01/04/2011 - 04.13.hs

Las tragedias naturales en Japón, el alza del precio del petróleo, las revueltas en los países árabes y especialmente la guerra desatada en Libia abren interrogantes e incertidumbres sobre la marcha futura de la economía mundial.
Eduardo Lucita*
Hasta hace poco no había mayores dudas en la economía mundial, según los gurúes internacionales volvía a la senda del crecimiento. El FMI recalculó al alza su pronóstico para este año llevando el crecimiento al 4,5%. Todo como resultado de que Estados Unidos saldría de la recesión, que en Europa Alemania mostraba un crecimiento sostenido acompañada por Francia y que los países de la periferia reaccionarían favorablemente a las medidas de ajuste implementadas en 2010 -a juzgar por el rechazo de Portugal al rescate europeo eso está por verse- y a que los llamados emergentes, China, India y Brasil, seguirían arrastrando al conjunto.
Sin embargo la convergencia de catástrofes naturales con accidentes nucleares y una guerra cuyas proporciones futuras no se pueden todavía predecir, han puesto entre paréntesis estos pronósticos. En todo el mundo los economistas tratan de calcular cual puede ser el impacto de esta combinación sobre la economía mundial.
Conviene repasar estos hechos para tener al menos una idea de la dimensión de los mismos.

 

Tragedias y riesgo nuclear.
En Japón un terremoto de grado 8.9 en la escala de Richter destruyó buena parte de la infraestructura de transporte (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos). Este sismo, que tuvo además cientos de réplicas, fue seguido por un tsunami, sin precedentes en cien años, que con olas de 10 metros de altura sesgó la vida de miles de personas, arrasó con alrededor de 85.000 edificios e inutilizó buena parte de los puertos del país al norte de Tokio.
Por si algo faltara, el desastre natural impactó en la Central Nuclear de Fukushima ocasionando diversas explosiones y causando grietas por las cuales se producen las fugas tóxicas de sustancias radiactivas, en lo que fue calificado por las agencias nucleares como un incidente de grado 5 o más, sobre un máximo de 7 (que fue el caso Chernobil). También estarían en situación de riesgo otras dos plantas nucleares, Onagawa y Tokai.
"Se trata de un accidente gravísimo", dijo el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano. Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que la contaminación en alimentos y agua es mas seria de lo que se reconoce y afectaría tanto las zonas que rodean a las centrales en el norte como a las cercanías de Tokio

 

Sin suministro.
Frente a las amenazas y temores fundados que esto supone el gobierno japonés no tuvo mayores alternativas que poner fuera de servicio once centrales nucleares, para prevenir nuevos desastres. El resultado ha sido dejar sin suministro de electricidad a más de 6 millones de personas, mientras que otras 200.000 fueron evacuadas por posibles exposiciones y ya se están tomando medidas de salud pública con la población expuesta.
Numerosas plantas automotrices y electrónicas debieron suspender sus producciones, algo similar ha pasado con las fábricas de autopartes que abastecen el mercado mundial. Mientras que en los puertos se acumulan los barcos cargueros que no pueden bajar a tierra sus cargas de alimentos por fallas en las instalaciones eléctricas, especialmente de aquellos productos que dependen de la continuidad de la cadena de frío.

 

La cuestión energética.
Las crecientes necesidades de energía en el mundo han dado lugar a que las grandes corporaciones y los países desarrollados hablen de la energía nuclear como una alternativa limpia y sostenible. Los proyectos del Banco Mundial la consideran una opción viable así como las grandes hidroeléctricas, y más recientemente los agrocombustibles.
En la actualidad hay en el mundo instaladas y en funcionamiento 442 plantas nucleares, muchas de ellas necesitadas de reparaciones. El accidente de Chernobil en 1986 llevó a paralizar los programas de construcción de nuevas instalaciones que ahora estaban por reanudarse. El inesperado accidente de Japón ha puesto entre paréntesis este desarrollo energético. La Unión Europea ha ordenado revisar cada una de las 143 centrales que hay en su territorio. Alemania, con 17 centrales, decidió paralizar temporariamente las siete más antiguas. En Estados Unidos, que cuenta con 104 centrales, se resolvió anular la extensión de la vida útil de varias de ellas y se discute el futuro de la energía nuclear.

 

La guerra y el petróleo.
Las revoluciones democrático-sociales en los países árabes de la región azotada y expoliada por regímenes despóticos y autoritarios amenazan la producción petrolera y llevan al alza sus precios. Es cierto que el crudo ya registraba alzas importantes antes de la oleada de revueltas populares -producto de una demanda genuina especialmente de China y el sudeste asiático y la incipiente recuperación económica mundial, también de la especulación- pero es la situación en Libia lo que ha tensado los mercados petroleros y encendido las alarmas.
La resolución de Naciones Unidas de autorizar una zona de exclusión aérea en Libia, supuestamente con objetivos humanitarios, fue seguida por el bombardeo de las tropas aliadas (EE.UU., Francia e Inglaterra) a objetivos terrestres, lo que es una intervención directa en la confrontación civil y una declaración de guerra que puede dar lugar a un conflicto armado aún mayor con consecuencias poco previsibles. Una disputa por quién ocupa los yacimientos petrolíferos subyace en la coalición imperialista. El petróleo libio es sólo el 2 por ciento de la producción mundial, pero la mitad de esa producción va a Alemania, Italia y Francia. En lo que va del año el petróleo ya aumentó más de un 10 por ciento.

 

El impacto económico.
Tanto la economía japonesa como la mundial sentirán esta combinación de factores, sin embargo el impacto no es sencillo de evaluar. No sirven aquí los modelos utilizados para evaluar los daños causado por el terremoto de Kobe en 1995, también en Japón, o el desastre del Katrina, en EE.UU. Es el incidente nuclear y sus derivaciones lo que hace la diferencia. Se supone como mínimo una desaceleración en la recuperación mundial sino un freno a la misma, pero lo que reina es la incertidumbre.
Japón es ahora la tercera economía del mundo, recientemente superada por China. Aporta un 10 por ciento del PBI mundial. Es uno de los mayores exportadores y un gran importador de alimentos, petróleo y gas -el 30 por ciento de su consumo energético proviene de las centrales nucleares-.
Por lo general los desastres naturales provocan de inmediato una fuerte recesión, para luego dar lugar a una rápida recuperación, lo que se llama recesiones en V. Sin embargo aquí la recuperación esta condicionada por un déficit fiscal que amenaza desbordarse.

 

Caída e inyección.
Luego de una década de crecimiento casi nulo, Japón esperaba un crecimiento para este año del 1 por ciento, iniciando así la salida de la recesión del 2008; ahora este panorama ha cambiado. Frente al bajón del consumo el Banco Central ya ha inyectado cerca de 700 mil millones de dólares para frenar la caída y mantener la actividad económica. Además a corto plazo necesitará hacer frente al costo de reparación de la infraestructura dañada, que está provisoriamente calculado en 125.000 millones de dólares, mientras que las compañías aseguradoras estiman unos 34.600 millones los daños en las propiedades privadas. Todo significa una gran emisión de deuda pública que incrementará la ya existente, del orden del 180 por ciento del PBI, lo que puede llevar a fuertes aumentos en la tasa de interés para captar el financiamiento necesario y agudizar la recesión.

 

Contradicciones sistémicas.
Así la economía mundial muestra sus vulnerabilidades y cubre de dudas el futuro inmediato. Es posible que en el corto plazo Japón consuma menos petróleo, pero con la reconstrucción ese consumo tenderá a subir nuevamente. Los grandes países que han desactivado centrales nucleares deben compensar estas perdidas con otras fuentes energéticas, el petróleo es el que está más a mano. La guerra en Libia, aún cuando se resuelva favorablemente a los rebeldes, no significará que cesen las tensiones internas.
En suma, la evolución del precio del petróleo jugará un papel decisivo, economías como la de EE.UU. son muy sensibles al costo de los combustibles. Por otra parte cada vez es más claro que la energía nuclear es más barata pero que no esta exenta de peligros, no es "energía riesgo cero". Todo pareciera indicar que será el turno de los agrocombustibles (etanol, biodiesel), pero esto implica dedicar un porcentaje cada vez mayor de las cosechas de maíz, soja o azúcar, lo que llevará aún más arriba el precio de los alimentos y el riesgo de que se expanda el hambre en el mundo.
La economía mundial esta hoy plagada de incertidumbres, y tal como va no es sustentable en el tiempo. Sí tenemos una certeza: el problema no es encontrar un forma de generar energía barata, el problema que enfrenta la humanidad es el consumo. El consumo derivado de un modelo de acumulación de capitales productivista, que usa energía y recursos no renovables, que degrada la naturaleza y los necesarios equilibrios ecológicos. Que tiene en su centro la maximización de las ganancias y no el bienestar social.
Si no se cambia de raíz este modelo los riesgos serán crecientes.

 

*Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.

 


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