Lunes 08 de abril 2024

La conflictividad social se agudiza con paros y manifestaciones

Redacción 09/08/2016 - 01.39.hs

El rostro bondadoso del segundo semestre sigue sin aparecer. Ante la continuidad de la recesión, despidos y tarifazos, hay cada vez más conflictos. Hasta San Cayetano bajó del altar para marchar por Pan y Trabajo.
EMILIO MARIN
Según Mauricio Macri la economía iba a mejorar mucho en el segundo semestre. No se sabe con qué calendario se maneja el Presidente porque habiendo transcurrido un mes y nueve días de ese lapso, siguen la recesión, caída del empleo, alta inflación y consecuentemente más protesta social y gremial.
Sobre la pérdida de puestos de trabajo, el centro CEPA ironizó en el título de su último despacho: "Suspendido hasta nuevo aviso el inicio del segundo semestre". Allí planteó: "en primer lugar, hay en julio un sustancial aumento en la cantidad de despidos y suspensiones con 15.137 nuevos casos, siendo que en junio se contabilizaron 11.721 casos. El sector privado motorizó más del 93% de los despidos y suspensiones. Se manifiesta, en segundo lugar, un significativo incremento en los despidos de la industria (con 4.324 nuevos casos) y un marcado aumento de la cantidad de suspensiones también en el sector manufacturero, que ascendieron a 7.067 casos".
Según esa entidad hay 168.000 despidos y 25.000 suspensiones, a lo que deben sumarse las pérdidas acontecidas en la economía informal. Para fuentes varias, incluyendo CEPA, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y el ex viceministro de Desarrollo Social en el gobierno anterior y hoy del Frente Renovador, Daniel Arroyo, por cada puesto de trabajo que se pierde en la economía formal se caen otros tres no registrados.
Es que se terminan o disminuyen las changas para albañiles, pintores, cortadores de césped, podólogas, trabajo doméstico, etc. Atento a esa forma de calcular la desocupación, quiere decir que a los casi 180.000 desocupados deben sumarse 500.000 argentinos.
Esa estimación debe andar cerca de la verdad, si se tiene en cuenta que la manifestación religiosa en la parroquia de San Cayetano, el domingo pasado, y luego la marcha de entidades sociales y gremiales hasta la Plaza de Mayo contó con más participación que antes en los últimos años. Hayan sido 70.000 personas como dijeron los organizadores en la Plaza, o 100.000 como aumentaron más tarde, o 30.000 según otras fuentes periodísticas, lo cierto es que fue muchísima gente.
Los discursos de los tres dirigentes fueron muy críticos del gobierno. Daniel Menéndez, coordinador de Barrios de Pie, Amancay Ardura, de la CCC, y Eduardo Castro, de la CTEP, pegaron duro sobre las políticas macristas que afectan al pueblo y a los sectores más desprotegidos. Entre ellos hubo algunos matices, porque Ardura criticó al gobierno anterior, lo que provocó abucheos y silbidos en la plaza. Fuera de eso, el torrente humano que bajó desde el conurbano bonaerense y barrios de la zona sur hacia Liniers y luego se encolumnó por avenida Rivadavia hacia Flores, Once y Plaza de Mayo, era una masa crítica del plan de hambre, desempleo y transferencia de ingresos hacia los sectores más ricos. Para ellos no hay dudas de que esa es la política del PRO-Cambiemos.

 

Las 3 T.
Esos trabajadores "en negro" fueron piqueteros desocupados en los peores años de la crisis y luego fueron organizándose como cartoneros, cooperativistas, fábricas recuperadas, entidades de la economía social, etc. Ellos mostraron su capacidad de movilización, al compás de la cantidad de gente que les pide lugar en sus merenderos, comedores y emprendimientos barriales. No son sólo más niños que necesitan la copa de leche o un plato de comida; son familias enteras que hacen cola para comer, frente a presupuestos siempre cortos y pagaderos en cómodas cuotas del gobierno nacional y administraciones provinciales.
Sus principales organizaciones son la CTEP, de fuerte impulso del papa Francisco, sectores ligados a la Iglesia y el Movimiento Evita, y la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta), que agrupa a 60 entidades cooperativas con alrededor de 2.500 trabajadores autogestionados y está presidida por el titular de la Cooperativa del Bauen Hotel.
Si los integrantes de la CTEP están afectados por el ajuste, pero en particular por la pérdida de empleos, los de Facta lo están por los aumentos de tarifas de servicios públicos que amenaza con cerrar sus pequeños establecimientos, en el marco de la recesión.
La CTEP admitió que su entidad había nacido en conversaciones con el Papa, tiempo atrás. Se notaba esa influencia ideológica en la manifestación del domingo pasado. Por una parte, porque el arzobispo Mario Poli leyó en Liniers la carta que enviara poco antes el pontífice a propósito del día de San Cayetano, planteando que en Argentina "hay índices de desocupación significativamente altos". Y que en consecuencia, es más fácil lograr que la solidaridad acerque al necesitado un pedazo de pan, pero es harto difícil lograr la dignidad que da el tener un trabajo.
Una imagen de Francisco estaba en el palco de los oradores. Las columnas fueron encabezadas y precedidas por jóvenes "Misioneros de Francisco", de reciente formación. Y un cura de la Opción por los Pobres iba adelante con el micrófono, dando consignas y orientaciones. Por si faltara algo para la relación con el actual ocupante del Vaticano, su consigna de "Tierra, Techo y Trabajo", las famosas "3 T" que surgieron de encuentros de entidades sociales con él en Roma, estuvieron en todo momento en lugar destacado, sobre todo en el mensaje de Castro, de la CTEP.
Si bien esa consigna es similar a la que históricamente se proyectó desde San Cayetano, sobre todo en tiempos de la CGT de Saúl Ubaldini, de "Paz, Pan y Trabajo", aquella es más radicalizada. Es que pone en entredicho la propiedad terrateniente de la tierra y deja picando la necesidad y urgencia de una reforma agraria. Eso no es nada grato a los oídos de la Sociedad Rural y grandes familias y empresas con decenas y centenares de miles de hectáreas. Debe sonarles como "subversivo", como les resultó el mensaje que emitía el obispo Enrique Angelelli y que le costó la vida con un ataque criminal disfrazado de accidente de tránsito.

 

Más paros y conflictos.
Si el clima de resistencia gremial no es más elevado, en buena medida se debe al freno que ponen dirigentes afines al acuerdo y participación con el gobierno. El ejemplo más desfachatado es el de Gerónimo Venegas, de Uatre, pero el fenómeno va más allá. El informe de CEPA cuestiona la complicidad de la dirigencia de Comercio y Gastronómicos, que tienen muchos despidos y suspensiones, pero no reaccionan y tratar de minimizarlos.
El informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, en cambio, puso de relieve el gran número de conflictos, en ascenso. Según esa fuente, citada por Laura Vales en Página/12 de ayer, "de abril a junio, el Observatorio registró 239 conflictos laborales. De ese total, 109 (46 por ciento) correspondieron al sector público, 106 (44 por ciento) al privado, 10 (4 por ciento) a ambos sectores y 14 (6 por ciento) fueron motorizados por trabajadores informales".
Esas cifras colocaron al segundo trimestre de 2016 como uno de los más conflictivos de los últimos años, por cuestiones salariales, mercado de trabajo y búsqueda de reapertura de paritarias.
Es que al firmarse esos convenios el gobierno insistía en que la inflación anual sería del orden del 25 por ciento y Prat Gay admitió en Estados Unidos que será del 42 por ciento. Otros economistas y consultores lo llevan al 45 por ciento.
Diversos gremios, casos de bancarios, docentes, estatales y otros han comenzado a reclamar la reapertura de negociaciones paritarias, por aquel desfasaje entre lo convenido en cuotas y la inflación desbocada. Sin embargo, el ministro de Trabajo Jorge Triaca contestó que no tiene previsto reabrir esas negociaciones porque le parece muy prematuro. También le resultaron exageradas las críticas que los dirigentes de las tres CGT hicieron al plan económico del oficialismo, en el documento de su último plenario y que llevara por título "De mal en peor". Esa pieza alertó que "hay un aumento de la pobreza, una brusca caída del consumo y perspectivas económicas y sociales que ensombrecen aún más el horizonte".
Esa reunión facultó a que la dirección colegiada que surja del congreso unificador del 22 de agosto adopte "las medidas correspondientes". Aunque eso no significa decir "paro general" porque hasta ahora dirigentes como Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló han venido haciendo buena letra con el gobierno de Macri. Ahora están alejándose, pero eso no quiere decir que vayan a romper lanzas en el corto plazo.
Esos ejercicios de extrema moderación cegetista no son igualmente compartidos por todos y hay algunos gremios que quieren una huelga general, como la Bancaria y otros que estuvieron en la marcha de San Cayetano y van a acompañar la Marcha Federal de la CTA de los Trabajadores, el 1 y 2 de septiembre.
Además cada nuevo despido genera más bronca en las bases. Justamente hoy vence el compromiso de 90 días de no cesantear adoptado por los popes del empresariado top ante el presidente. Si algunos despidieron dentro del trimestre, caso de Alpargatas, o suspendieron, como Fiat y Renault, ahora pueden hacerlo sin tantos remilgos.

 

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