Domingo 21 de abril 2024

La felicidad ja, ja, ja, ja

Redacción 22/04/2018 - 01.46.hs

Desde hace unos días, Finlandia -ese discreto país nórdico europeo- ha agregado un nuevo hito en su intento por obtener el reconocimiento universal. Una de estas organizaciones internacionales con tiempo y recursos de sobra, le ha otorgado el título de "país más feliz del mundo".
Es cierto: Finlandia no es un país ignoto. De allí proviene una marca de celulares que hasta hace poco era la más vendida. También, una de las marcas más populares de vodka, dos campeones de Fórmula 1, un compositor clásico sublime (Sibelius) y el sistema de educación supuestamente más perfecto del mundo (al menos, ha venido sirviendo entre los pedagogos como un pretexto ideal para viajar becados).
Pero que su población sea la más feliz del mundo no entraba en los planes, por una razón bastante contundente: el frío. El frío extremo no promueve la felicidad, sino más bien la melancolía. En Finlandia hace tanto frío que han inventado los "bares de hielo", sitios para beber donde absolutamente todo (el edificio, los muebles, ¡hasta los vasos!) están hechos de hielo, lo cual fuerza a los parroquianos a usar abrigo extremo. En Finlandia hace tanto frío, que ni los nazis se molestaron en invadirlos. Bueno, mejor dicho, fueron aliados en la Segunda Guerra Mundial hasta 1945, pero mejor no remover mucho esa historia poco feliz.

 

Ja, ja, ja, ja.
De pronto la felicidad ha comenzado a ocupar los titulares en los medios, cuando hasta hace pocos años era un tema más bien personal y discreto.
Los norteamericanos han desempolvado una vieja clásula de su Constitución, que desde 1787 les garantiza el derecho a "la búsqueda de la felicidad". En Asia, un pequeño reino montañoso llamado Bhutan ha establecido un Ministerio de la Felicidad, que tiene por objeto intervenir en todas las demás áreas del gobierno, para dictaminar si las medias que proponen tendrán un efecto positivo en la felicidad de la población.
EEUU, dicho sea de paso, cayó cuatro posiciones respecto del año pasado, a un modesto número 18. Otro tanto le ocurrió a Argentina, que bajó del puesto 25 al 29. En estas olimpiadas de la felicidad, varios países de la región obtuvieron más medallas que nuestro país: Costa Rica (13), México (24), Chile (25), Panamá (27) y Brasil (28).

 

Distinta vara.
Uno de los problemas con estas mediciones es que la felicidad no es un concepto fácilmente definible, más bien subjetivo y personal. Hay quien sostiene que en realidad debería hablarse directamente de "placer", que sí es medible científicamente, ya que se identifica con sensaciones agradables en el cuerpo. Incluso los grandes logros intelectuales, existenciales y hasta deportivos, nos harían felices no por una cuestión subjetiva, sino por un bombardeo de endorfinas y otras hormonas que nos provocan sensaciones de placer. La felicidad, tal parece, es química.
Los expertos de ONU decidieron que el dinero no hace la felicidad, y por ende no alcanza más con la mera medición de los índices económicos: Hay que tener en cuenta otros índices como la educación, el acceso a los servicios públicos y las redes sociales de contención. Y también factores relativamente nuevos, como la incidencia de enfermedades contemporáneas (obesidad, depresión), la desconfianza en las instituciones, y la percepción del gobierno y las empresas como antros de corrupción.
Hay algo de positivo en estas mediciones: destruyen el concepto de que la felicidad es un problema individual, una mera "búsqueda" personal. Las condiciones ambientales influyen decisivamente. Un habitante de Burundi (el país peor ranqueado) pasa demasiado tiempo procurándose la comida escasa, o escapando de la violencia armada, como para darse el lujo de perseguir la felicidad. Acaso la felicidad para ellos consista meramente en seguir vivos cada mañana.

 

El secreto.
Finlandia destronó del primer puesto a Noruega, pero la verdad es que en ese "top ten" siempre aparecen los mismos sospechosos de siempre. Los países nórdicos como -además de los nombrados- Suecia, Dinamarca e Islandia; otros países europeos del norte como Holanda y Suiza; un sólo país americano (Canadá) y los oceánicos Australia y Nueva Zelanda.
¿Cómo hacen estos bribones para mantener tan contentas a sus poblaciones?: El secreto es muy simple, y no tiene nada que ver con el neoliberalismo y el FMI. Lo que valoran estos ciudadanos felices es el acceso a la naturaleza, seguridad, cuidado infantil, buenas escuelas y salud gratuita. Para ello es necesaria una fuerte intervención del Estado, particularmente en la educación y en la salud. En algunos de estos países ya se ha establecido una renta individual mínima: el gobierno garantiza que toda persona tiene derecho a un ingreso básico, provisto por el Estado.
No contamos en ese dato en este momento, pero sospechamos que la felicidad finesa creció, entre otras cosas, porque en estos dos últimos años no les aumentaron las tarifas de energía un 1.000 por ciento.

 

Petronio

 


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