La posibilidad humana y el desorden de la desmesura
Lunes 04 de marzo 2024

La posibilidad humana y el desorden de la desmesura

Redacción 11/12/2016 - 00.54.hs

En la pasada semana comenzó a exhibirse una nueva película de Werner Herzog: Ensueños de un mundo conectado".
Al leer a un crítico me atrajo la referencia que hace acerca del director, Herzog. Recuerda su filmografía y destaca que tiene al científico en una consideración muy alta. Incluso puede mostrar sus desmesuras, pero lo reconoce capaz de imaginar un futuro y ponerse a construirlo.
Asimismo, en esa crítica se mencionan interrogantes de dicho director y se recuerda que en una entrevista reciente abordó el tema de Internet (una realidad actual que provoca una transformación cultural de alcances y efectos difíciles de estimar). Y que, con respecto al desarrollo de la robótica, se hace esta pregunta: "¿Qué sería de la belleza del fútbol si en el 2050 unos robots llegaran a jugar mejor que Messi, Rolando y Neymar?
Me declaré interpelado porque la pregunta corresponde a una idea que he estado desarrollando, sobre todo ante la superabundancia de una filmografía que se basa en la presencia, en el ámbito humano, de seres incomparables, sea por su fuerza, sus dimensiones físicas, sus poderes mentales. Me refiero a los llamados superhéroes de creación norteamericana, principalmente, pues en ese país no solo se los ha creado (en la historieta, en el cine y la literatura) sino que parece existir una suerte de apropiación o nacionalización de esos personajes. Me refiero, asimismo, a los llamados zombis, "muertos" que caminan y que interfieren en el mundo humano, generando situaciones que si inicialmente atrajeron por lo curiosas, la repetición abusiva de esas criaturas de un culto primitivo termina desconcertando al espectador, quien, muchas veces, no analiza el motivo de su desconcierto. Otro tanto sucede con la irrupción de animales desmesurados, tipo Godzila, que irrumpen en la ciudad y en la vida de la comunidad humana. Las primeras películas con estos personajes me atrajeron por su novedad, pero la repetición me produjo desconcierto y hastío. También incluyo en esta serie de entes suprahumanos a las personas que tienen o se dice que pueden tener o desarrollar "capacidades especiales".

 

Medida.
Al analizar este efecto me dije que se debía a que la comedia (o tragedia) humana tiene sentido si se desarrolla entre personajes que tienen una medida de posibilidades, de la cual realmente no pueden (no podemos) salir.
"Ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida": esta expresión parece forjada para advertir sobre el hecho de que nos movemos dentro de límites que no está en nuestra posibilidad remover. Dentro del mundo humano podemos jugar, competir, guerrear, porque no existe un desequilibrio apabullante. Por eso Herzog se hace la pregunta acerca de robots perfectos que nos propongan jugar. No habría juego posible con ellos para nosotros. Ganar o perder son las alternativas extremas del juego en nuestro ámbito. Esto quiere decir que ciertas disposiciones corporales o mentales son más favorables que otra combinación para dar un futbolista notable (o ajedrecista o artista): admiramos al vencedor, sabiendo (porque la historia lo confirma) que alguien podrá competir con chances dentro de lo que hay en nuestra especie y que nosotros mismos quizás podamos desarrollar mejor nuestras capacidades. Porque esto es así el hombre ha podido ser el homo ludens (el que juega). El sentido común divide a los competidores por edades, al tomar en cuenta que lo básico es cierto equilibrio de capacidades. Hay juegos olímpicos y juegos paralímpicos. Mujeres y varones compiten por separado... etc.

 

Espartaco.
Ante la difusión que ha tenido la expresión "Soy Fidel", por la muerte de Fidel Castro, el escritor Vidente Batista explica esta frase y se remite al Espartaco de Howard Fast, o sea al personaje literario. Esclavo de los romanos y gladiador para entretenimiento de los amos, Espartaco encabezó una sublevación de sus iguales en 73 a C, a la que se sumaron esclavos e individuos excluidos del mundo romano. En la batalla final son derrotados por las legiones. En la versión cinematográfica el guionista Dalton Trumbo se permite una licencia, pues muere Espartaco pero su cuerpo no aparece. Craso, el jefe de las legiones, interroga a los vencidos y ofrece la vida a quien diga dónde está Espartaco. Consulta a uno por uno y todos dan la misma respuesta: "Yo soy Espartaco".
Jotavé

 

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