Domingo 14 de abril 2024

La curiosa historia de crímenes verdaderos en una serie policial

Redacción 29/03/2015 - 04.01.hs

La historia se ve por HBO con el título de The Jinx, que se traduce El gafe. Gafe tiene poco uso entre nosotros, pero está reconocida por la Academia y alude a la "mala suerte", el que tiene mala suerte habitual.
Es un caso curioso que algunos diarios argentinos han registrado, acerca del cual hay varias entradas en Internet.
Lo que se informa es que el canal HBO filmó esa serie a partir de un caso real. Robert Durst, un norteamericano, miembro de una familia multimillonaria (negocio inmobiliario) fue sospechado en tres ocasiones de tener que ver con la desaparición de su esposa y, luego, con la de una amiga de ella y también con la muerte de una tercera mujer. Los productores de la serie lograron la participación del propio Robert Durst, presentado como hombre de mala suerte (por esa serie de sospechas). Cuando se estaba filmando el último episodio, Durst, que estaba participando de la filmación, pasó al baño. Llevaba el micrófono de solapa y omitió apagarlo. Se miró al espejo y dijo en voz alta: "¿Qué diablos hice? Pues matarlos a todos, por supuesto".
Los productores no le informaron que habían registrado esa expresión por considerar que era el final perfecto para la serie. Omitieron también avisar a la policía porque la difusión hubiese arruinado el impacto del final.
Luego de pasada la serie en Estados Unidos la policía detuvo a Durst, pero dijo haberlo hecho porque apareció una carta que lo incrimina. Lo cierto es que la justicia había reabierto el caso y, al parecer, nunca se dejó de sospechar de Durst.
El título de la serie no alude a la culpabilidad de Durst sino a la mala suerte de que se le fuera muriendo gente con la que tenía relaciones. Otra singularidad de este suceso consiste en que los crímenes no fueron simultáneos ni inmediatos. Entre la desaparición de la mujer de Durst y el de la segunda mujer asesinada pasaron 18 años y de este caso al tercero pasaron otros tres años.

 

Rasgos
Si Durst es un psicópata, el relato de la serie por un lado y la investigación judicial por otro aportan algunos elementos. Por ejemplo, él cuenta que, cuando tenía siete años, su padre lo llamó a mirar por la ventana y desde ahí vio que su madre estaba en lo alto de la casa y se arrojaba al vacío. Un hermano dice que el suicidio se produjo, pero que Robert no estaba mirando.
Treinta y dos años más tarde, ya casado con una mujer llamada Khatie, se sabe que ésta se hallaba en la fiesta de una amiga cuando él la llamó por teléfono. Ella abandonó la fiesta, pero le dijo a su amiga que si le pasaba algo eso tendría que ver con la llamada. La amiga también testificó que Kathie le había dicho que había sufrido violencia física de su marido. Con todo, como Kathie no apareció ni viva ni muerta Durst no pudo ser inculpado. En los otros dos casos también se hallaron conexiones con Durst, aunque no suficientes para declararlo culpable. Por eso la película muestra la mala suerte de los otros, como una mufa que se contagia o transmite.
Ahora, algunos creen que la confesión ante el espejo del baño pudo no ser un descuido de Durst, sino un desafío, una compadrada. Ya en ocasión del segundo crimen había tenido una actitud que fue entendida como un reto: estuvo prófugo durante meses, pero al final creó una situación que fue leída como preparada por él para ser capturado. Eso sugiere que algo lo impulsaba a correr riesgos, quizás por afán de que su "hazaña" no quedase oculta: su ego no lo aguantaría.

 

Cara
Entre los muchos que han comentado el caso está el escritor argentino Rodrigo Fresán, que reside en Barcelona. A partir del relato reseñado, en su columna de Página/12 del miércoles 25 da cuenta del caso a su modo. En uno de sus aportes se refiere al rostro de Durst y a una singularidad de su mirada. Recuerda la frase atribuida a Cicerón, según la cual "el rostro es el espejo del alma" y advierte que la frase completa dice también: "y los ojos la delatan".
Queda por saber si Durst es culpable y si zafará por tercera vez. De ser reconocido culpable se convertiría finalmente en el destinatario y víctima de su condición de mufa, de hombre que trae mala suerte para quienes se relacionan con él. Dado que los crímenes han tenido lugar en Texas, si es hallado culpable tendrá pena de muerte.
Un relato de este caso aparecido en la revista Vanity Fair se puede leer en Internet. Allí se dice que la presunta autoconfesión ante el espejo no es válida para la justicia porque no es una confesión formal, voluntaria y ante un tribunal. Queda por ver si lo que dice la policía de Texas, que lo ha detenido porque apareció otra prueba, es real, en cuyo caso se completaría una trayectoria bumerang de la mufa presunta.
Jotavé

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?