Jueves 11 de abril 2024

La tentación opositora

Redacción 22/08/2014 - 04.20.hs

Los huevazos que un grupo de activistas le arrojaron a Domingo Cavallo cuando intentaba dar una conferencia tradujeron en buena medida la indignación popular que causa -aunque no todos estén dispuestos a tirarle públicamente un huevo por la cabeza- la reaparición pública de este personaje de tan nefasta memoria para los argentinos. Su retorno ahora -luego de años de ostracismo y de no tener medios que se animaran a sacarlo a la luz luego del desastre que sus políticas causaron a los argentinos- viene cargado de presagios.
Su papel en plena dictadura militar como el estatizador de la deuda externa tomada por empresas nacionales y extranjeras, significó en los hechos descargar sobre las espaldas del pueblo argentino el pago de millones de dólares que fueron a parar a las arcas de empresarios que tomaron irresponsablemente esa acreencia en tiempos de "plata dulce" y dólar barato. Esa recordada e infame maniobra de Cavallo aumentó sideralmente la acreencia de los argentinos con el extranjero y lo situó, claramente, del otro lado de nuestras fronteras a la hora de defender la independencia económica nacional frente a los grandes capitales financieros que endeudaron el país y su futuro. Cabe mencionar que en estos días los pampeanos hemos tenido el privilegio de oír ese capítulo infame de la historia argentina de la voz autorizada de Adolfo Pérez Esquivel, el premio Nobel de la Paz que luchó junto a Alejandro Olmos por diferenciar la deuda externa legítima de la que no lo era.
En los gobiernos democráticos el papel de Cavallo fue igualmente ruin. En la crisis de 1989, cuando Raúl Alfonsín luchaba por mantener a flote su gobierno -y los diarios nacionales como hoy, hostigaban la economía con noticias catastróficas y el aumento del dólar era como una cuenta regresiva para el gobierno- Cavallo recorrió el mundo fogoneando en los mercados internacionales que no hicieran nada por mejorar la situación del país pues en la siguiente administración no habría un molesto demócrata con escrúpulos para poner freno a las apetencias del capitalismo internacional sobre la riqueza nacional -y así fue con la entrega del país a manos extranjeras durante ese periodo oscuro del peronismo llamado menemismo-.
Hoy, cuando el gobierno, en un acto de suma responsabilidad decide abrir nuevamente el canje de deuda para poder cumplir con sus acreencias y no caer en la trampa que el poder financiero internacional le tiende al país con el fallo del juez Griesa, desde la oposición aparecen otros "Cavallo" opinando en contra de ese proyecto de reivindicación de la soberanía económica y prometiendo, veladamente que, si son gobierno en 2015, volverán a arrastrarse a los pies de los poderosos entregando la nación y pagando hasta el ultimo dólar que se debe ilegítimamente, aunque para eso tengan que sangrar nuevamente al país entero.
Es, en criollo, un verdadero acto de traición a la Patria lo que cometen hoy quienes hablan de esa forma. No extraña que nuestra derecha piense así. Sus seguidores siempre han estado más atentos a pensar con la cabeza de extranjero, tan extranjero como las universidades donde estudiaron sus dirigentes y donde mandan a adoctrinar sus hijos. Pero sí extraña que dirigentes del partido radical y aún del partido socialista, que presumen de ser partidos populares, se hayan derechizado de tal forma que hoy no son capaces de distinguir entre los intereses del país y sus apetencias electorales inmediatas.
La tentación de actuar contra el gobierno en alianza con el extranjero tiene trágica historia en el país. Desde los desvaríos de los exiliados antirrosistas en Montevideo, a la alianza antiperonista con el embajador norteamericano Braden, la oposición ha recorrido un largo camino en el que, se espera, algo haya aprendido para poder distinguir entre la legítima oposición a las medidas de gobierno que considera inadecuadas y la empatía con los intereses extranjeros antinacionales.

 


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