Lunes 15 de abril 2024

La venganza no es voz del léxico democrático

Redacción 28/11/2015 - 04.25.hs

Señor Director:
Ha llamado la atención que a un día de una elección presidencial que ha sido reconocida unánimemente como correcta y ordenada, un diario centenario de la ciudad de Buenos Aires haya lanzado al ruedo la voz venganza, ajena al léxico de la democracia y que contradice el espíritu con que se votó acerca de dos propuestas muy diferentes.
Es cierto que el título de esa publicación dice "No más venganza". Aun sin tener en cuenta que el texto no da cuenta de una voluntad de pacificación, la palabra venganza introduce en esta actualidad argentina un elemento discordante con la atmósfera de singular serenidad de todo el proceso eleccionario, la votación y un resultado que, si bien definió un ganador, dio muestra de una división casi simétrica de las opiniones.
Si ha habido agravios de una u otra parte o de ambas, lo adecuado es buscar la reconciliación. "En política hay que sanar los males, jamás vengarlos", según una frase atribuida a Napoleón (hombre de guerra) que ha quedado en mi memoria. Tal es la diferencia entre política y guerra.
El terreno donde hemos querido ubicarnos desde 1983 es el de la política y, aún en medio de graves dificultades, hemos avanzado por ese camino hasta este momento. El conflicto existe siempre. La venganza lo prolonga y agrava. La política gestiona la solución incruenta y quiere ser maestra de la vida en sociedad. En los treinta y dos años que llevamos desde haber renovado la gestión democrática no han faltado conflictos graves y hasta intentos golpistas, pero siempre se terminó de salir por la vía incruenta, remitiéndose al voto ciudadano. Todos los gobiernos que hemos tenido han expresado a una mayoría inicial.
Los juicios, desde el gobierno de Alfonsín hasta el que ahora concluye, han estado a cargo de la justicia. Los agravios y daños que se han juzgado y los que se siguen tramitando, han seguido el procedimiento trazado por la política y plasmado en la constitución y la legislación penal. Los juicios han sido públicos, sin trabas para la defensa. El tratamiento dado a los condenados es el que marca la ley e incluso han abundado los casos de mayor contemplación ante la edad y estado de los hallados culpables y condenados a prisión. La pena de muerte ha desaparecido del horizonte argentino. En cambio, los crímenes juzgados y demostrados en este período en sede judicial, cometidos durante la dictadura, incluyen habitualmente la desaparición de personas y su muerte violenta sin forma alguna de juicio. Hoy mismo se ignora el destino final de muchos de los aprisionados y todavía las abuelas sobrevivientes siguen esperando localizar a sus nietos, nacidos en cautiverio en su mayoría y, muertos sus padres, entregados arbitrariamente a familias y privados de conocer su identidad. Los "desaparecidos" suman millares. Los represores juzgados en sede judicial se cuentan por algo más de una centena y ha habido absoluciones y penas diversas.
El tiempo que hemos vivido desde l983 ha sido esencialmente político, de gestión civilizada del conflicto. Luego del gobierno de Alfonsín, que sufrió ofensivas económicas y militares, la ciudadanía ha tenido tiempo para reconocer la diferencia y la posibilidad de ensayar soluciones a través de gobiernos surgidos del voto popular. No han faltado problemas, pero hasta ahora se ha salido de ellos apelando a la decisión eleccionaria, a la vía democrática. Nos estamos habituando a la continuidad de la política, que lleva ya más de tres décadas de ejercicio ininterrumpido. Cabe reconocer que la creciente disposición a buscar la vía política para superar diferencias prueba la aceptación de la fórmula democrática.
Una sociedad tiene muchos bienes que debe cultivar y enriquecer. La ejemplaridad de la elección que acaba de realizarse revela que hemos avanzado, y mucho, en la consolidación y el acostumbramiento a la gestión política de los problemas.
Atentamente:
JOTAVE

 


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