Domingo 14 de abril 2024

Las fotos y la película

Redaccion 22/08/2021 - 06.08.hs

En Estados Unidos tanto como en la Argentina el impacto de una o varias fotos sólo puede ser contrapresado con una referencia a la película completa. Un punto de contacto entre las dos crisis fotografiadas es la posición en que queda Jake Sullivan.

 

Por Horacio Verbitsky

 

En Estados Unidos tanto como en la Argentina el impacto de una o varias fotos sólo puede ser contrapresado con una referencia a la película completa. Por supuesto, la gravedad de las situaciones es incomparable, aunque en ambos casos lesionan a los respectivos gobiernos, empecen su agenda legislativa y afectan sus perspectivas en la próxima confrontación electoral.
Las fotos de RPO fueron tomadas hace un año, durante el festejo de cumpleaños de la compañera sentimental del presidente, a quien una costumbre anacrónica denomina primera dama. Ese título, que CFK y Soledad Quereilhac se negaron a usar, no tiene existencia constitucional ni legal y repugna a la lógica republicana, se autoperciba su titular como una reencarnación de Jackie Kennedy o como una Princesa de Disney, y sea su esposo un machista neoliberal convencido de que a las mujeres les encanta que les alaben el culo, o un peroncho porteño progre, que se inspira en Bob Dylan.
Las fotos que impactaron en Estados Unidos muestran: la evacuación en helicóptero del personal de la embajada de Estados Unidos en Kabul, la capital de Afganistán; el despegue de un avión de carga del Ejército de Estados Unidos con personas colgadas de las alas y el fuselaje; la caída de varias de ellas al vacío cuando la aeronave tomó altura; la bodega de otro avión repleta con casi 700 polizontes que se colaron a empujones con tal de salir de Kabul, rumbo a Doha, la capital quatarí; la ocupación de las calles, los edificios y hasta los parques de diversiones de Kabul por las milicias talibán; los cambios de hábitos de las mujeres afganas que temen el castigo por adherir a las costumbres occidentales, ya sea en su vestimenta o en la realización de tareas intelectuales, reservadas a los hombres.

 

Decir o no decir

 

La información sobre el encuentro en Olivos, prohibido en aquel momento según la estricta cuarentena decretada por el propio Alberto Fernández, fue divulgada por un técnico informático del Grupo Clarín, que en Internet se hace pasar por periodista, gira con el nombre de fantasía Gonzalo Ziver y se identifica en Twitter como @gonziver.
Además, fue el organizador de la marcha Sí, se puede, en agosto de 2019, con la que el ex Presidente Maurizio Macrì intentó y no pudo revertir la paliza electoral recibida en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias de ese mismo mes.
Días antes, se habían difundido los accesos a la residencia presidencial del empresario taiwanés Robert Chien, pareja o ex pareja de una asistente personal de Fabiola Yañez. Su empresa Apache Solutions instaló centros de monitoreo por imágenes en los tribunales de Comodoro Py y de La Plata y en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma. El responsable tecnológico de Apache Solutions es Hugo Gavassa, quien entre enero de 2016 y marzo de 2017 fue Director de Gestión Informática de la Presidencia de la Nación, cuando el Poder Ejecutivo era Maurizio Macrì.
El empleo en el Grupo Clarín de @gonziver, su relación política con Macrì y su verdadero nombre, Gonzalo Vergareche, fueron revelados en la edición del Cohete del domingo 15. Ni esos datos fundamentales ni la sociedad de Robert Chien con el informático de la presidencia bajo Macrì fueron mencionados por la trifecta mediática.
En cambio, esos medios destacaron la mención del Cohete a la periodista que publicó una de las fotos en la señal de cable de La Nación, donde el reclutamiento de personal es orientado por Macrì. Lo que ignoraron, en este caso, fue la Carta del Director del mismo domingo 15, donde se lee: «La foto de mejor calidad fue difundida por Guadalupe Vázquez, quien es o fue la compañera sentimental de Juan Pablo Biondi, el vocero de Alberto. Nada que objetarle a ella, que hace bien su trabajo. Pero la seguridad presidencial es frágil y, si no se toma en serio, en cualquier momento podrían emerger cosas importantes». Vázquez se quejó de que esto implicaba meterse con su vida privada y que como mujer se sentía amenazada porque lo consideraba obra del kirchnerismo. En cambio, Biondi hizo trascender en medios afines todo lo contrario: que no le preocupaba la publicación porque sólo expresaba la opinión del autor.
Mientras ellos tratan de ponerse de acuerdo, es conveniente especificar que El Cohete no se interesa en la vida de Vázquez, sino en la de Biondi, que no es mujer sino funcionario público. El amor es lo más hermoso de la vida y todxs tienen derecho a vivirlo con la mayor felicidad posible. Pero Biondi es quien más horas por día pasa junto con un Presidente que el miércoles cerró su discurso en La Plata declarándose apenas un engranaje de un proyecto político que definió como un hecho colectivo. Antes de Alberto, Biondi fue vocero de Alejandro Granados, el intendente más agresivo con la conducción de ese proyecto político colectivo que, ante una emergencia de seguridad, tiene derechos que pueden colisionar con los de cada engranaje. El problema no es el amor, sino el cargo. Como pregonaba el slogan de campaña del Frente para la Victoria en 2013, en la vida hay que elegir.
Esto no implica minimizar el hecho de que las fotos y los posteriores videos documentaron. Por el contrario, los militantes que se embarran en las calles del Conurbano son los más enojados por lo que Cristina llamó «los errores, las fallas, las equivocaciones, las transgresiones, sobre las normas que uno puede tener», que «se magnifican en el caso de los gobiernos populares y se exacerban para irritar, para indignar. Mientras tanto, se han ocultado descarada y ostensiblemente otras cosas. El endeudamiento sin límites… Por eso, ese 10 de diciembre te advertí en la plaza lo que iba a pasar. Nada nuevo bajo el sol». También le aconsejó que no se pusiera nervioso, que ordenara lo que tenía que ordenar y que siguiera para adelante.
El disgusto de la militancia se expande en círculos concéntricos: por el hecho en sí, por la endeble seguridad que permitió su difusión, por la tardía y vidriosa respuesta posterior.

 

Control de daños

 

En Estados Unidos falta más de un año para los comicios de medio término, lo que deja a Joe Biden un espacio para el control de daños, aunque no es seguro que lo consiga. Un representante conservador inglés al Parlamento Europeo tuiteó que Afganistán es «el peor desastre de política exterior desde Suez», la crisis de 1956 que marcó el declive irreversible del imperio británico.
La catástrofe de Kabul se coteja con la de Saigón y sus consecuencias políticas. El teórico del fin de la historia, Francis Fukuyama, escribió ahora que la era estadounidense terminó mucho antes, pero que los horrores vistos en Kabul lo hacen patente. ¿Qué quedará del slogan de Biden, America is back? En castellano tiene más sentido: Estados Unidos está de vuelta, es decir cuesta abajo.

 

El intermediario en problemas.

 

Un punto de contacto entre las dos crisis fotografiadas es la posición en que queda el mejor intermediario entre Biden y Fernández, el asesor de seguridad nacional de Washington, Jake Sullivan.
En 1968, luego de la masiva ofensiva del Tet, el Presidente demócrata Lyndon Johnson anunció que no buscaría la reelección al cargo que juró en 1963 sobre el cuerpo aún tibio de John Kennedy y que revalidó en 1965 con el 61% de los votos, el mayor porcentaje desde 1820 hasta la fecha.
La evaluación retrospectiva fue más generosa con Johnson que el electorado de su tiempo. Su presidencia se caracterizó por una sostenida expansión de los derechos civiles y electorales para la población que hoy se llama afroestadounidense, el servicio público de radiodifusión, la inmigración, los programas de atención de la salud y del sistema jubilatorio, Medicare y Medicaid, el incremento del presupuesto educativo, el crédito estudiantil, la inversión en infraestructura rural y urbana y la denominada guerra contra la pobreza. Es decir, un programa precursor del que Biden impulsa ahora.
Las críticas más duras contra Biden provienen de la oposición republicana que inició esa guerra, hace veinte años, así como la fiesta de cumpleaños sin barbijo ni protocolo es denunciada por quienes organizaron movilizaciones contra la cuarentena, arguyendo que limitaba la libertad, y contra la vacunación, que llegaron a mencionar como veneno, en una demanda judicial de Elisa Carrió y su mandadera Paula Olivetto.
Claro que una cosa no justifica la otra.
Hace apenas un mes, Biden había descartado como ridícula la posibilidad de un colapso como el de Saigón y la toma del poder por los talibán. Una vez que lo imposible se volvió inevitable culpó al gobierno títere y a los militares afganos que se rindieron sin pelear y al ex Presidente Donald Trump, quien comenzó la negociación con los talibán para retirar de Afganistán las tropas estadounidenses.
Un informe del equipo de investigación National Security Archives afirma que bajo cuatro sucesivas presidencias se ocultaron al pueblo estadounidense los fracasos y hechos inconvenientes que, en cambio, se discutían en las altas esferas.
El último de los documentos que menciona no tiene más que tres semanas de antigüedad. Es el informe anual del Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (Sigar), una oficina creada por el Capitolio para controlar el gasto de gobierno en Afganistán. Se entregó al Congreso el 31 de julio, mientras sucesivas capitales provinciales iban cayendo como fichas de dominó. El inspector John Sopko dice que «si la meta era reconstruir un país que pueda autosostenerse y no constituya una amenaza para los intereses de seguridad de Estados Unidos, el cuadro general es sombrío». Las mejoras en alfabetización, expectativa de vida y producto bruto no son proporcionales a la inversión estadounidense, ni sostenibles sin ella. El despilfarro y la corrupción explican que con una inversión de 8.600 millones de dólares en operativos antinarcóticos Afganistán siguiera siendo el primer productor mundial de opio y que su principal cosecha fuera la amapola con que se produce. El texto cita declaraciones elogiosas a las fuerzas de seguridad de Afganistán, emitidas por los generales David Petraeus en 2011, John Campbell en 2015, John Nicholson en 2017, y el secretario de prensa del Pentágono John Kirby en 2021. El documento de Sigar advierte que el resultado de la lucha en el terreno definirá si los más de 88.000 millones de dólares gastados en ese sector fueron una buena inversión. La respuesta llegó mucho antes de lo esperado y el fracaso del pretendido proyecto de nation building (literalmente construcción de una Nación y sus instituciones) equivale a un rotundo no.
Pero también hubo beneficios. La ONG Public Citizen y el sitio de investigación The Intercept establecieron que el complejo militar-industrial tuvo ganancias extraordinarias. Esto explica que 10.000 dólares invertidos en acciones de contratistas de defensa cuando empezó la guerra, hoy valgan no menos de 100.000.

 

Los golpes sobre Sullivan

 

Es injusto que la culpa no recaiga en los que metieron al país en un pantano sino en quien decidió salir de allí. Pero esos son los duros hechos. Los peores cuestionamientos recaen sobre Sullivan, maltratado por los halcones republicanos Karl Rove, que fue el principal asesor de W. Bush; John Bolton, a quien Trump despidió como asesor de seguridad nacional por su fracasada política de golpe militar o invasión externa en Venezuela; y Mike Pompeo, quien con Trump fue el primer jefe de la CIA que llegó al Departamento de Estado.
La publicación en internet The Hill, que cubre la actividad política en el distrito federal, recuerda la valoración de Hillary Clinton sobre su ex asesor Sullivan: el mayor talento de su generación y un «potencial futuro Presidente». El estratega demócrata Chris Kofinis dijo que la principal tarea de Sulivan es «prever las consecuencias de cualquier decisión presidencial», por lo que ahora debería pagar las consecuencias de ese horrible fracaso. Y el ex director de asuntos globales durante la presidencia de Obama, Brett Bruen, exhortó a Biden a despedir a Sullivan.
Dos docenas de diputados republicanos de la comisión de relaciones exteriores fustigaron a Sullivan por no comprometerse a asegurar la evacuación de todos los estadounidenses y aliados. E incluso un diputado demócrata opinó que alguna cabeza deberá rodar. Respecto de cuál, dijo que depende de si Sullivan recibió informes deficientes de inteligencia o si eran buenos y los ignoró. Otro legislador demócrata dijo que Sullivan llevaba un blanco en la espalda, pero que Biden valora la lealtad, cree que Sullivan tenía razón en considerar insostenible que Estados Unidos continuara la guerra en Afganistán por otra década y decidió asumir personalmente toda la responsabilidad.
El diario conservador Wall Street Journal sostuvo que el alto mando militar le había recomendado a Biden dejar 2.500 soldados de su país en Afganistán mientras negociaba la retirada con los Talibán, pero el Presidente lo negó. «Nadie me dijo tal cosa», respondió a una pregunta del periodista George Stephanopoulos, que fue jefe de prensa del Presidente Bill Clinton.
En el libro de inminente aparición The Afghanistan Papers, elaborado con miles de documentos obtenidos luego de una batalla legal de tres años, el periodista del Washington Post Craig Whitlock sostiene que los funcionarios civiles y militares de más alto rango sabían que la descripción de la guerra y de los aliados de Estados Unidos que se entregaba al público, al Congreso y a los medios era falsa.
El subsecretario para Iraq y Afganistán del Consejo de Seguridad Nacional entre 2007 y 2013, General Douglas Lute, declara: «Dijimos que nuestro objetivo era establecer una floreciente economía de mercado. Deberíamos haber especificado un floreciente tráfico de drogas, que es la única parte del mercado que funciona».
The Afghanistan Papers incluye un capítulo dedicado a la desinformación y la propaganda sobre la democracia afgana difundidas por los grandes medios, ocultando que las elecciones parlamentarias habían sido suspendidas sin plazo y que en las presidenciales de 2019 sólo votó el 20%, el candidato perdedor no aceptó el resultado y nunca se publicó informe alguno de observadores independientes. Durante dos décadas también se ignoró como «inventos de Pakistán» o de un grupo saudita «ajeno a las tradiciones afganas», algo que hoy es evidente: que la falta de legitimidad del gobierno afgano generó apoyo para los Talibán.

 

Borrar a la mujer.

 

Ninguna crítica al trato medieval que el Talibán reserva a las mujeres es excesiva, aún si se cumpliera la promesa de moderación con que se presentaron al retomar el gobierno. Tampoco es admisible justificarlo por la cultura, la tradición o la historia, aunque sea conveniente conocerlas para entender aquello que se intenta modificar. Pero de ahí a pretender que es un fenómeno exclusivo del Talibán hay una distancia que no todos están dispuestos a salvar. La editora de internacionales Noa Landau escribió en el más antiguo diario de Israel, Haaretz, que no es necesario mirar tan lejos como Kabul para horrorizarse por el borrado de las imágenes femeninas de la vida pública. «Esto ocurre todo el tiempo en Israel. Un ejemplo son los carteles en la entrada a Jerusalem». Pero no solo allí. También en lugares con gran población del grupo ultraortodoxo Haredi. En lo que va de este año docenas de imágenes de mujeres fueron destruidas en todo el país, como un cartel con el rostro de la gimnasta olímpica Linoy Ashram, que fue vandalizado, y la actriz Yael Bar-Zohar fue excluida en forma preventiva de una campaña publicitaria, en un «cobarde acto de autocensura, muy común en zonas presa de tal vandalismo».
Hasta las imágenes de las ministras son borradas en las fotos oficiales. Noa Landau agrega que aunque Israel no es Afganistán ni los Haredim son el Talibán, los grupos conservadores extremistas de Israel «también desean forzar el retroceso del status de las mujeres varios siglos». Y el gobierno contribuye, al no castigar esas actitudes. De 25 casos denunciados en los últimos años, solo uno llegó al despacho del fiscal general.
Si algún tarado mental quiere interpretar esto como una justificación del Talibán o un acto de antisemitismo, está en su derecho de hacerlo. Para eso están.
En la revista New Yorker, Robin Wright reflexionó sobre el fin del poder global estadounidense y recordó que la retirada soviética en derrota de Afganistán en 1989 desencadenó el fin del comunismo. La cada día más sólida alianza entre China y Rusia, los lazos que ambos mantienen con Irán son una pesadilla para Estados Unidos, cuya última directiva de estrategia nacional dio por finalizada la «guerra contra el terrorismo» y planteó como eje la confrontación global con China, Rusia e Irán. Todo mal.

 

El baño en alcohol.

 

El 11 de octubre de 2020, tres meses después de la fiesta de cumpleaños que por entonces nadie conocía, El Cohete entrevistó en Olivos al Presidente. Fernández recordó que nos conocimos cuando él tenía 26 años, en un diálogo que fue cordial, pero no complaciente.
-Voy a empezar por una autocrítica.
-¿Vas a hacerte una autocrítica?
-Te la voy a hacer a vos. Me preocupó ver el acto de Ezeiza donde palmeaste a la gente que recibió las llaves de los departamentos. El Presidente es demasiado importante para descuidarse así, y además da un mal ejemplo porque horas después dice lo importante que es cuidarse y la gente lo vio a las palmadas.
-No tengo muchas excusas. Lo único que puedo decir es que cada vez que voy a un evento de esa naturaleza hay alguien que está permanentemente al lado mío bañándome con una ducha portátil de alcohol. También es cierto que todos usamos mascarillas, que tratamos de no darnos las manos. Tenés razón, debería evitar esas cosas, pero es muy difícil contenerse, porque esa gente estuvo cinco años esperando llegar a su casa y cuando la tienen no sabés la emotividad que hay en esos actos. Es muy impresionante. Lo tomo en cuenta y prometo ser más cuidadoso.
Esa entrevista siguió con una pregunta sobre el deficiente funcionamiento del control de precios de los alimentos, que golpea a los sectores más vulnerables. Es decir que hace diez meses, ya eran evidentes algunos problemas que luego se agudizaron.
La semana pasada, en Dock Sur, se repitió la ceremonia de entrega de viviendas que el gobierno anterior dejó inconclusas, 20.000 de las cuales ya fueron terminadas por el actual. Mientras el Presidente se abrazaba con quienes recibían las llaves de sus viviendas, Cristina saludaba con el puño extendido. Hubo una sola excepción: un muchacho que se paró junto a ella y luego la abrazó para hablarle al oído. Imposible reproducir lo que le dijo. Desde el público le señalaron que llevaba dos escarapelas y contó que la segunda se la acababa de regalar una mujer que estaba sentada en una de las sillas azules y blancas que cubrían el césped de la cancha, y que había pertenecido a su esposo, muerto por la Covid-19. No hace falta ningún gesto de Cristina, basta su aparición pública para que quede en evidencia su centralidad en el esquema político que gobierna desde 2019. En Dock Sur se burló de la retórica republicana de cambiemitas y UCeReistas, que tenían una mesa judicial para coordinar la persecución penal al kirchnerismo, con una frase que se suma a su jocoso repertorio de Pindongas y Cuchuflitos: aquella era «una República de Morondanga».
Esta es una de las dificultades que enfrenta Horacio Rodríguez Larreta, quien no consigue despegarse de Macrì, que intenta reivindicar en campaña su indefendible gestión y ni siquiera se limita a un solo distrito. Abrazó a Vidal en la CABA, amenaza a Santilli en Buenos Aires y planea expandir su flujo a todo el país. Sin reprimir su fastidio, cuestionó el cambio de nombre de la fuerza que integra, que en vez de Cambiemos ahora se llama Juntos.
Ese no es el único problema de HRL. Su candidata porteña ha perdido la magia que alguna vez la convirtió en El Hada Buena. Esta semana, la heredera discriminada Esmeralda Mitre la fustigó por su mudanza, de Morón a Recoleta.
Mitre dice La isla. El piso que adquirió Vidal está en realidad del otro lado de la Avenida Pueyrredón, donde los precios son menores, pero este es un detalle secundario. Por supuesto, ni el diario ni la señal de cable en la cual Esmeralda no tiene injerencia se dieron por enterados. Y sin ayuda de nadie, Vidal se disparó en el pie, con el video en el que suma a su campaña al director del SAME, Alberto Crescenti, quien le entrega el chaleco que usó cuando un tren embistió las defensas en la estación ferroviaria de Once, donde murieron más de 50 personas. Hasta Clarín señaló la vergüenza ajena que produjo en las propias filas.
No solo eso: la Coalición Cívica Libertadora supo que habría una denuncia sobre el festejo del cumpleaños de Carrió el 26 de diciembre de 2020, del que participaron nada menos que 70 personas, y se adelantó con un comunicado en el que sostuvo que se realizó al aire libre con protocolos sanitarios y medidas preventivas. Pero una foto de la comida muestra a algunos invitados dentro de la casa, sin distancia ni barbijos, entre ellos Rodríguez Larreta, Alfonso de Prat-Gay y Mario Barletta.

 

La película

 

La oposición se regodea con la posibilidad de que aparezcan más fotos. El gobierno respondió en forma contundente. La película es la representación de los 135 municipios bonaerenses, coordinando la respuesta al desafío electoral en un Plenario provincial. Antes que Cristina hablaron Máximo Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof. Después, el Presidente, que escuchó dos horas de discursos, antes del propio. Estuvo en línea con lo que el resto había planteado acerca de la importancia de las próximas elecciones: el FdT necesita mejorar su representación legislativa para que la oposición no siga trabando sus proyectos en el Congreso Nacional y en la Legislatura bonaerense.
Pero además de sintetizar muy bien las diferencias inconciliables que separan al proyecto que allí se presentaba del que entre 2015 y 2019 destruyó la producción y el empleo y endeudó a varias generaciones, en un par de pasajes respondió a algunos señalamientos de Cristina. Dijo que la pandemia no paralizó a su gobierno, enumeró muchas cosas que se hicieron en tan adversas condiciones y concluyó que «pusimos orden en eso». Tuvimos que atajar penales, como ella había señalado, pero después de cada uno hicimos goles, y «estamos funcionando».
Sin duda. Sería injusto afirmar lo contrario. Pero tampoco parece que sea suficiente, dada la magnitud y la extensión de los derechos «que aún no han sido recuperados», como el propio Presidente dijo.

 

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